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Disponible en el Foyer del Teatro UCSC

Ricardo González emprende su primera travesía pictórica

El académico de la UCSC dio vida en enero a lo que sería su primer trabajo con el pincel, todo como una terapia y una forma de expresión.
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Por Nicolás Martínez Ramírez

Que el arte es sanador no es un secreto para nadie y bien lo sabe el académico de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Ricardo González.

Siendo un encuentro con su niño interior, según él mismo lo define, "Primera Travesía en óleo" recorre las formas y colores, en una pintura que no tiene mayores ambiciones que mostrar su propio mundo y realidad.

"Básicamente, quiero compartir lo que he hecho y eso es una transcripción pictórica de emociones, sensaciones y percepciones. Sobre todo, algo que me hace muy feliz. Es algo que me llena el espíritu", señaló.

A lo largo de sus 19 pinturas, el autor recorre paisajes marinos, montañas, frutas, vinos y vasos, siempre con un trazo bien definido y colores intensos.

"Primera Travesía en óleo" está disponible hasta el 31 de octubre en el Foyer del Teatro UCSC, de lunes a viernes, de 9 a 19 horas.

REC o cómo sobrevivir a las masas

El festival musical gratuito más grande del país, algo concreto y tangible que consiguió proyectarse en el tiempo, y que necesita ser cuestionado para que la tradición se mantenga.
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Nicolás Masquiarán Díaz

Cuando REC comenzó a hacer noticia en nuestra ciudad -eso fue en 2015-, como toda iniciativa de esas características, de esa magnitud, desató polémicas. Había que ser muy ingenuo para esperar algo diferente. Si anuncias que quieres montar el gran espectáculo público masivo del sur de Chile, es ofrecer una oblación a la opinión pública y popular.

Todavía me acuerdo de esos dimes y diretes, provocados por una gama de situaciones que iban desde la legítima desconfianza al chaqueteo, desde la incertidumbre a la expectativa, o el deseo de ocupar un espacio que, por grande que fuera, le seguía quedando chico a la música local. Eso entre discusiones atravesadas por conflictos sobre la identidad, la autenticidad, la representatividad y, por supuesto, las platas.

Costaron algunas cosas. Costó, sobre todo, hacer entender que este asunto no venía del terreno político-administrativo de la cultura, que por entonces ni ministerio tenía, sino que partía como una iniciativa desde el turismo que invitaba a los actores culturales a integrarse. Se trataba de exprimir la chapa de "capital del rock" -que afuera sí se la creen- para beneficio de la producción, comercio y turismo locales.

Paréntesis: por mucho que ahora tengamos un Ministerio de las Culturas las Artes y el Patrimonio, los que tienen una idea de lo complejo que es eso que llamamos "cultura" saben que no es patrimonio de un ministerio. Debe ser el más democrático de ellos, porque se responsabiliza de algo imposible de monopolizar.

Vuelvo. No hay pecado en poner las artes al servicio de otras áreas y viceversa, pero sí es importante preguntarse sobre la reciprocidad y lo que ganan las artes, en este caso la música, a cambio, de manera que se potencie como tal y no sólo como un accesorio utilitario.

Por eso fue importante que la opinión pública y popular se manifestara. Señal de una relativa buena salud respecto de la sensibilidad ciudadana hacia la cultura. Señal de que, aunque nosotros no nos creamos la consabida chapa de capital, igual tenemos claro que la música es parte importante de nuestra identidad local, y que nuestros artistas reconocen el peso que una vitrina como el REC puede proporcionar.

Pero también fue importante que el REC haya escuchado a los músicos y músicas locales para irse reformulando sin perder el foco, ofreciendo otro tipo de instancias que prepararan tanto a los artistas como a la audiencia, generando de paso una cadena e aprendizajes respecto de la gestión y la producción que, a la par de un crecimiento sustantivo de nuestra escena musical en los últimos 13 años, ha conseguido que nuestra región cuente con herramientas, espacios, saberes y ambiciones que para ese entonces no existían.

¿Es para tanto? Sólo traten de recordar el nivel de los espectáculos masivos que se producían hace dos décadas, una década y lo que pudo verse en el último REC.

Con ocho versiones a cuestas y una novena en ciernes, ya podemos decir que el asunto llegó para quedarse. Hay una enorme comunidad pendiente de lo que tiene para ofrecer. Los conflictos siguen y seguirán, pero no deja de ser una saludable señal, porque REC parece haberse validado y estabilizado como un sello local que nos pone en el mapa de la música nacional con algo diferente de una mera idea. Es el festival musical gratuito más grande del país, algo concreto y tangible que consiguió proyectarse en el tiempo, y que necesita ser cuestionado para que la tradición se mantenga, porque no muere lo que cambia al ritmo de los tiempos, sino lo que se estanca.


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