El anuncio de un teleférico para Talcahuano es positivo para la ciudad puerto del Biobio por varios motivos. El primero de ellos es que parece ser una solución inteligente a un problema complejo: la movilidad de las personas de un sector que se ha densificado mucho (y que se espera que lo siga haciendo), cuyos viajes al centro de la comuna son un alto porcentaje de los desplazamientos diarios y que posee una topografía (altitud y forma de calles) desafiante para otros modos de transporte. Los teleféricos no sólo son ocupados como atractivo turístico, también se ha evidenciado en varios lugares del mundo que bajo ciertas condiciones- que se presume existen en los cerros de Talcahuano- pueden ser un sistema de transporte público muy eficiente. Es además sustentable, especialmente si se compara con el automóvil particular, y puede reforzar sus beneficios aún más si se integra al sistema de transporte público del Gran Concepción.

Otro motivo para mirar esta noticia con muy buenos ojos es la decisión de estudiar si va a ser financiado vía Concesiones o a través de la empresa EFE. Ya existe consenso a nivel mundial que el modelo de concesiones tiene atributos positivos si se aplica de forma correcta, generando eficiencias en construcción y operación, sinergias, mejores incentivos y espacio para la innovación. También es sabido que es un error definir el modo de financiamiento primero que el proyecto. Lo correcto es estudiar el beneficio que tendría un teleférico, y luego estudiar la mejor forma de financiarlo. En este caso, mediante una empresa estatal o una sociedad concesionaria. Si se llegase a decidir por EFE, no sería su única experiencia fuera de los trenes, pues ya se encuentra licitando la adquisición de infraestructura y operación del biobus.

La noticia es muy positiva por otro motivo: ayuda en la cruzada de explicar a la ciudadanía que una concesión no es símbolo de pagar peaje. El Estado es quien decide cómo se va a pagar por la infraestructura; puede ser con impuestos generales o via cobro por servicio, independiente de quien la financie. Coincidentemente, en Chile las concesiones cargan el mito que deben ser pagadas por los usuarios, pero esto no tiene por qué ser siempre el caso. Perfectamente una carretera concesionada podría no cobrar peaje (ser gratis y pagada con impuestos) y un teleférico construido y operado por el Estado podría cobrar, aunque sea parcialmente, a los usuarios por utilizarlo. La pregunta de fondo siempre debería ser ¿Quién debe pagar por esa infraestructura, todos los chilenos, o solo quienes la utilizan?

En Chile, reconocemos a septiembre como el mes de la patria, en el que celebramos la instalación de la primera junta de gobierno y en el que revaloramos nuestras raíces e identidad, pero también nos recuerda que alguna vez nuestra institucionalidad y derechos fundamentales fueron vulnerados, recuperándolos recién 17 años más tarde, un 11 de marzo de 1990, con el retorno de la democracia.

Septiembre nos hace reflexionar a muchos sobre el concepto de pérdida y recordar a quienes ya no están, pero sobre todo valorar a quienes defendieron la Constitución y lograron sustituir la violencia con democracia, permitiéndonos recuperar nuestro sentido de pertenencia, reconstruir nuestra historia, abrir camino para acortar las desigualdades y combatir un abandono y pobreza que, en ese entonces, llegaba al 40% de la población según la Encuesta Casen, cifra que hoy es considerablemente menor, alcanzando un 6,5%.

Recuperar la democracia permitió a Chile establecer cinco valores esenciales que todas y todos estamos llamados a cuidar, como "la dignidad de las personas", "la libertad", "la igualdad", "el respeto y garantía de los derechos humanos" y "la soberanía popular"; valores que se transforman en una hoja de ruta para establecer políticas sociales que dignifiquen a las personas, que nos aseguren la libertad de elegir y que valoren a la ciudadanía como la fuente donde nace y se origina el poder del Estado.

Desde la institución que hoy represento en la Región del Biobío puedo ver reflejado estos valores en el trabajo que efectuamos a diario, pues el Fondo de Solidaridad e Inversión Social se caracteriza por ser un servicio público que nació en democracia como respuesta inmediata del Estado para trabajar en resolver los problemas de la pobreza con una mirada multidimensional, a través de soluciones innovadoras, manteniendo siempre en el centro a las personas, sus derechos y necesidades. A lo largo de la historia en la Región, hemos llegado a más de 300 mil familias.

Desde este servicio público nuestro compromiso es cuidar, respetar y poner en valor siempre los derechos de las personas, a través de cada una de las iniciativas que constantemente desarrollamos con enfoque territorial y de género, las que no serían posibles sin las instituciones propias de la democracia.

Como bien expresó el Presidente Boric en su discurso de este 11 de septiembre "siempre habrá una alternativa que implique más democracia y no menos", alternativa que todas y todos estamos invitados a generar en beneficio de cuidar lo que por años nos costó recuperar y que hoy nos permite convivir en una sociedad con independencia, libertad y pleno respeto a los derechos fundamentales.

En un instante en que la labor de las fundaciones se encuentra cuestionada, pasando ello por poner en duda la eficiencia de acceder en forma rápida y oportuna a recursos del estado, les comento lo que he vivido, visto o participado. Con la esperanza de ayudar en construir y consolidar mejores oportunidades para todos quienes viven marginados de las opciones que creamos como sociedad.

Me tocó observar y registrar trabajos de organizaciones no gubernamentales en un instante amargo de nuestra historia, consciente que esa historia la escribimos todos, no solo un sector.

En ese periodo trabajaron muchas personas con recursos del extranjero, en acciones que difícilmente podría llegar desde el estado. Fue un listado largo de hechos que repercutieron positivamente entregando apoyo, estabilidad, esperanza a familias que vivían en precarias condiciones emocionales y físicas.

Paradojalmente, con el primer gobierno de la concertación me tocó ver cómo se desarticularon estas organizaciones no gubernamentales, cómo se les colocaron obstáculos para limitar su radio de acción. Y en muchos casos, vi cómo quienes trabajaban en ellas debieron pagar de su bolsillo las deudas contraídas por la ineficiencia de la burocracia de la máquina estatal, llegando a perder todo su escaso patrimonio por querer ayudar a la comunidad.

Y nuevamente les digo, estas acciones son consecuencia de nuestras decisiones como sociedad. No son de un sector u otro, eso es una visión de corto alcance. Lo que comento es que no se visualiza la estrategia país, la necesidad de ayudar y mejorar, de reconocer lo que otros antes realizaron bien.

De igual forma me tocó trabajar en un programa donde fuimos la única ONG realizando el trabajo, en una situación geográfica muy difícil y con condiciones climáticas extremas. Salimos adelante, cumplimos y se nos pidió seguir, ya que nadie más respondió el llamado. Pero el proyecto no se pudo abordar, ya que el estado no modificó su forma de tratarnos, y lo hizo como a una empresa más que trabaja por unas utilidades económicas.

Entonces, nosotros trabajamos entregando la misma respuesta que una empresa constructora, pero de mejor calidad constructiva, más superficie, mejores materiales y consolidando una articulación como comunidad de autoconstrucción. Es decir, con los mismos recursos entregamos una respuesta de vivienda, social, educación y atención psicológica fortaleciendo la vida en comunidad de los beneficiarios.

Por ultimo hoy, me toca ver como se pretende desestabilizar a las fundaciones que honestamente trabajan al lado de quienes más requieren apoyo. Siempre tendremos seres humanos que se aprovecharán y perderán el rumbo, sacrificando su futuro y el de muchas personas. Ello no es nuevo, lo he visto en diferentes gobiernos de turno, y en diferentes escalas de impacto.

La pena que sentimos, desde todas las fundaciones que trabajan correctamente, es la misma que me invadió en los casos anteriormente relatados.

Necesitamos en esta hora de decisiones trascendentales, por los más pobres, dialogar, conversar y lo principal, escucharnos, para poder aprender en qué nos equivocamos una y otra vez.

Como nuestras decisiones perjudican a los más necesitados de nuestra sociedad, niños, familias, abuelos, debemos entender, comprender y tomar conciencia en que todos tenemos responsabilidad. De lo contrario, no se entiende cómo repetimos los errores en diferentes contextos, escenarios políticos y de gobierno.

Por tercera vez les comento, no se trata si los que actuaron mal están a la derecha o izquierda. Se trata de sumar desde nuestras experiencias y mejorar las acciones de transferencias de fondos hacia los más desvalidos, con la decisión y velocidad que estas urgencias sociales requieren. Bajo la consolidación de una estrategia de país de largo plazo que no pase por los gobiernos de turno. En donde todos pongamos nuestros esfuerzos, nuestra perseverancia, nuestro compromiso en ayudar a las comunidades que viven una realidad en el límite de la vida, acortando la dramática brecha que hoy tenemos como país.

En Fundación Trabajo para un Hermano, con más de 33 años de trayectoria en la ciudad de Concepción, creemos en estas ideas, y trabajamos por construir realidades. Solo desde nuestras acciones la comunidad nos creerá.