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Edificio de madera se convierte en la mejor biblioteca pública del mundo

La biblioteca Gabriel García Márquez de Barcelona, inaugurada en mayo de 2022, obtuvo este año la distinción.
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Agencias

La biblioteca Gabriel García Márquez, ubicada en el distrito de Sant Martí de Barcelona, fue declarada como mejor biblioteca pública del mundo, una distinción que entrega la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA).

La candidatura del centro barcelonés se impuso a la Public Library Janez Vajkard Valvasor Krškov (Eslovenia), la City of Parramatta Library (Australia) y la Shangai Library East (China), según avanzaba el municipio de la ciudad condal.

Para la concesión de este galardón, el jurado valora, entre otros aspectos, "la interacción con el entorno y la cultura local de la biblioteca, la calidad arquitectónica del edificio, la flexibilidad de los espacios y servicios, la sostenibilidad, el compromiso con el aprendizaje y conexión social, la digitalización y soluciones técnicas de los servicios".

Todo ello, añaden, en cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible que marca Naciones Unidas y la visión global del servicio que establece el IFLA.

La votación se realizó durante el Congreso de la IFLA que se celebró en Rotterdam (Holanda) y a la que justamente acudieron, entre otros, Francesc Xavier González, presidente del Colegio Oficial de Bibliotecarios-Documentalistas de Cataluña, que daba cuenta de la noticia en redes sociales tras la proclamación.

Apenas un año

Inaugurada en mayo de 2022 como biblioteca central del distrito barcelonés de Sant Martí, la Gabriel García Márquez cuenta con un edificio de seis plantas con una estructura de madera vista de casi 4.000 metros cuadrados, una gran "casa" que parece colgada y semioculta entre los altos plataneros que la rodean.

No obstante, los visitantes les suele sorprender aún más su estructura interior, con un patio abierto al que se asoman las sucesivas plantas como si fueran balcones, y espacios abiertos y cubículos que permiten crear intimidad a base de cortinas de gasa que cuelgan del techo.

Especializada en literatura latinoamericana, la biblioteca lleva el nombre del Premio Nobel de Literatura colombiano, que residió en Barcelona de 1967 a 1975, y sirve de sede del KM Amèrica Festival de Literatura Latinoamericana, que va por su segunda edición.

La directora de la Biblioteca García Márquez, Neus Castellano, explicó recientemente a Efe que el verdadero premio para el recinto es la gente que acude a ella, unas 1.100 personas en promedio al día, cifra que ha aumentado desde que se conoció su candidatura a mejor del mundo.

"A raíz de la nominación, ha aparecido como una especie de turista de biblioteca fácilmente identificable, porque entra mirando hacia arriba", revela la directora de este flamante equipamiento "muy solicitado por parte de los vecinos" y que da servicio a alrededor de 55.000 residentes de los barrios La Verneda-La Pau.

"reconoce el edificio"

"Este premio lo que reconoce es, básicamente, el edificio, no una trayectoria, sino un proyecto que comienza, aunque en este caso existía un espacio previo (en otra localización) y se valora también este arraigo, además de la sostenibilidad, la forma de construirlo, sus sistemas de eficiencia energética, la flexibilidad de espacios... que hace que al final todo sea más respetuoso con el planeta", resumía la directora.

Las últimas bibliotecas galardonadas en años previo fueron la Missoula Public Library (Estados Unidos), la Deichman Bjorvika (Noruega) y la Oodi Helskinki Central Library (Finlandia).

La biblioteca Gabriel García Márquez pertenece a la red de bibliotecas públicas de Barcelona (que cuenta con una cuarentena de espacios) y es la primera que se construye íntegramente en madera, con una capacidad para 40.000 libros y documentos audiovisuales en sala (ahora dispone de 32.000) y 10.000 más en depósito.

Opinión

Obviedades de la naturaleza

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El frente de mal tiempo enseña virtudes morales y políticas.

Los que siempre ya lo saben todo (antes de que se lo digan) responden una y otra vez: obvio, obvio, obvio. La pregunta que suscitan es también siempre la misma: ¿era tan obvio que nunca tuviste que aclararlo antes? Más interesantes son aquellas personas que se asombran, se confiesan ignorantes hasta ese momento, abren los ojos, deseosas de algo más.

Ciertamente, también están los que al toque de la verdad saben reconocerla y le dan la bienvenida con ese gesto, ese recibimiento que da carta de naturaleza. "Obvio", en esos contextos, significa: claro que sí, no tengo objeción alguna.

Políticamente hablando, estamos en una situación en que se dicen muchas obviedades. pero no se hace nada por que sean realmente obvias. Me explico: todos están de acuerdo, dicen, en grandes valores, pero cuesta que se los aterrice en la práctica. A veces ocurre tal porque, en realidad, se habla en abstracto para eludir los puntos en que subsisten diferencias. De esta manera, la suma de obviedades que se pontifican no tiene otro objetivo que tranquilizar, desescalar, en suma, no verse en la necesidad de hacer algo. No niego que pueda haber una suerte de sapiencia en esa táctica de pacificación. ¿Puede, con todo, aplicarse a diestra y siniestra? Imposible vivir en un mundo donde los aviones jamás aterrizan, donde enfrentarse a lo concreto es, supuestamente, de toda violencia.

Esta suma de obviedades se combina con falta de imaginación a la hora del detalle. Nadie quiere ceder en el suyo tal vez por pura comodidad. Es más fácil ensimismarse, gruñir y comer. Tan solo imaginarse un punto de acuerdo es una traición imperdonable. Es más simple no tener que imaginarse nada y que amigos y enemigos sigan siendo los de siempre, cada grupo con su lista de reproducción de obviedades intransables.

Pero las obviedades de la naturaleza a veces reaparecen con una fuerza incontrarrestable, y en esos casos todos, querámoslo o no, quedamos atrapados en un problema común. El poeta T.S. Eliot escribió: "El río es un dios pardo… destructor que recuerda lo que los humanos prefieren olvidar". La memoria que el agua guarda de sus caminos es un buen ejemplo. La civilización no tiene cómo negar las quebradas, antiguos canales de regadío, fosos negros ya cegados que abren socavones. Y si lo hace, si pretende modificar profundamente la organización de la naturaleza en su hidrografía, entonces requiere pensar muy a fondo, sin apoyarse en obviedades ni tampoco negarlas.

Porque algo tan obvio como un curso de agua puede ser negado, lo cual traerá estragos. Mientras que esta verdad, si solamente declaramos admitirla, pero no la llevamos a la práctica, también dará problemas.

De ahí que sea tan importante revisar siempre las supuestas obviedades. A veces creemos conocerlas cuando de ellas no tenemos más que una vaga impresión, una que a la hora de la pluviosa realidad nos dejará en ridículo, si somos autoridades, y perjudicará catastróficamente, como ocurre con los damnificados.

JoaquínTrujillo

Investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP)