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MARÍA CANDELARIA ACEVEDO, ACTIVISTA POR LOS DD.HH. y diputada comunista:

"Me mataban o detenían, lo tuve siempre claro y nunca vacilé"

Militante desde los 12 años en las Juventudes Comunistas, María Candelaria (65) durante la dictadura buscó recuperar la democracia. En el proceso fue detenida y torturada, pero todo pasó a segundo plano al enterarse que su padre, Sebastián Acevedo, en un acto desesperado por conocer el paradero de sus dos hijos, se inmoló frente a la Catedral de Concepción.
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Por Karlyng Silva Leal / karlyng.silva@diarioelsur.cl

"A nosotros nuestros padres nunca nos dijeron que teníamos que ser comunistas, fue una decisión personal porque la mayoría de los que nos rodeaban militaban en el partido. Mi abuelo fue regidor y vivió en el año '47 la persecución a los comunistas de la Ley Maldita y tuvo que arrancar con mi abuela. Mi padre y madre eran militantes del Partido Comunista, hasta el año '73 cuando ocurrió el Golpe Cívico Militar, yo y mis hermanos teníamos más o menos 15 años.

En ese tiempo vivía con mis abuelos y llegaban a la casa Luis Corvalán o Galvarino Melo, uno se iba interiorizando, conociendo los ejes de la militancia de nuestros padres y abuelos, la filosofía, el movimiento de los trabajadores. Yo era un poco mayor que mis hermanos y a los 12 años decidí entrar a las Juventudes Comunistas.

Viví los tres años del Gobierno de Salvador Allende militando en el partido, participamos de los trabajos voluntarios, íbamos a las poblaciones que necesitan alguna limpieza o ayudar a mejorar las casas de vecinos, a la empresa Schwager de carbón a limpiar para que los trabajadores tuvieran mejores condiciones. Así de una u otra manera ayudamos a nuestro Gobierno, yo estaba en la enseñanza media, entonces de lunes a viernes estudiaba y los fines de semana hacíamos estos trabajos voluntarios.

Después del '73 mi abuelo que vivía en Santa Juana fue detenido y torturado en la comisaría de Salas con San Martín y fue trasladado a la Isla Quiriquina, igual que un hermanastro mío. Todo dio un vuelco porque tuvimos que esperar para saber dónde estaba, si estaba vivo o muerto. Estaba vivo. En ese tiempo era bastante joven, me casé... perdí un hijo por esa fecha, pero nunca dejé de trabajar en actividades políticas de forma clandestina.

Participé en las primeras protestas nacionales, la gran protesta en agosto del '83, apoyamos a los sindicatos en huelga, hacíamos murales, cocinábamos y siempre teniendo la militancia en las Juventudes Comunistas... Hasta que llega el '83 y muere el compañero Víctor Hugo Huerta, detenido, torturado y asesinado por la CNI en Concepción los últimos días de octubre en un falso enfrentamiento. Desde el 3 de noviembre comenzó una seguidilla de detenciones de militantes de las Juventudes Comunistas".

Férrea convicción

"Cuando se instaló la dictadura podría haberme quedado en la casa como cualquier mujer, pero los principios, todo lo que nos entregaron nuestras familias, tenía la convicción absoluta de que esta era la única forma en que podíamos terminar con esta dictadura, incluso a costa de no poder estar con nuestros familiares. Siempre tuve la convicción de que tenía dos posibilidades: me mataban o me detenían, lo tuve siempre claro y nunca vacilé.

Yo fui secuestrada desde mi casa por agentes de la CNI, contamos que unos 40 agentes que llegaron a mi domicilio en Coronel, subieron por la esquina del pasaje, más que golpear dieron patadas tratando de abrir la puerta. Yo estaba durmiendo con mi hijo de 6 años, mi hija apenas tenía 5, ellos vieron cómo me sacaron. Me hicieron levantar , me pidieron mi carnet de identidad y me dijeron que estaba detenida. Quise ir al baño, tratar de abrigarme, porque sabía a lo que podía ir en ese momento... no me lo permitieron. Cuando salgo, subo a uno de los furgones, me vendan y esposan, me hicieron dar unas vueltas, en el camino anunciaban por una de las radios que iba el paquete... y el paquete se suponía que era yo.

Desde ahí comenzaron a hacer algunas acciones, como ellos decían 'para ablandar a los detenidos' (...) Donde me llevaron habían por lo menos 30 compañeros, a algunos los recuerdo, eran parte de las bases de las Juventudes como fue Nicolás Jara, torturado a más no poder.

Me llevaron a una sala y me dejaron parada, vino uno que se hizo el bueno para que dijera todo porque si no venía el malo a hacer quizás qué cosa. Yo solo decía que era militante de las Juventudes Comunistas, participaba en algunas actividades, que era la encargada de finanzas y que volanteaba (...).

No sé cuánto rato estuve parada, cuando me hicieron sentar pidieron información y repetí lo mismo, ahí venían las tocaciones, los golpes de puño y patadas; venían otros y hacían lo mismo. En algún momento decidieron llevarme a una salita donde me amarraron de pies y manos en un camastro, tenían un dínamo y uno de los alambritos me lo colocaron en mi dedito gordo del pie y empezaron a aplicar corriente en diferentes partes de mi cuerpo...

Creo que me desmayé. Llamaron a un médico para ver si estaba en condiciones de seguir en ese proceso de tortura. Él dijo que no, parece que sufrí una arritmia. Pedí tomar agua, no me dejaron porque podía tener un infarto... ¡Parece que no querían perder a nadie de los que estábamos ahí!

Con otros compañeros me sacaron al sol, estuve una tarde entera y hacía calor, a las 8 o 9 de la noche nos llevaron adentro y estuvimos varias horas sentados juntos, nos tratábamos de cobijar para darnos calor, sentir nuestra compañía, porque era la única forma de darnos fuerza, si no nos permitían hablar. Con una frazadita intentamos descansar para lo que venía al otro día... pero no se podía, toda la noche había mú sica, la radio mal sintonizada, jugaban a los flipper, entraban con mujeres y alcohol.

En un momento pusieron a mi hermano al lado, yo no sabía, estuve siempre vendada. Le preguntaron '¿conocí a tu hermana?' y él dijo que no. Ahí le pegaron, le decían que cómo era posible que me negara, pero uno estaba predispuesto a negarse a todo, a parte si era familia tampoco podíamos distinguir.

Después vino todo lo psicológico, me preguntaban por mi familia, por mis hijos, me decían que los iban a traer, que los iban a torturar delante de mí, pero me negué a responder. Eso te deja en una mala situación, porque ya ves que van a torturar a tu hijo, mi hijo de 6 años en ese momento. Pero ahí fui inclaudicable, porque podría haberse dado una situación así, pero se jugaba al destino que no fuera de esa manera".

El dolor de perder a un padre

"En algún momento, me imagino que después de que mi padre (Sebastián Acevedo) se inmoló en la Catedral de Concepción, ellos me llevaron donde un sacerdote que estaba preocupado por mí, para contarle todo, de eso dependía que me pudiera ir, pero pude ver que andaba con botas de militar y repetí lo mismo otra vez. Ahí me dicen que me porté muy bien, que entregué toda la información que requerían y me podía ir a mi casa.

Me van a dejar a la casa, golpean y una de mis hermanas me dice 'es que tu no sabes lo que pasó' y le digo 'soy libre'. Los gallos de la CNI dicen que no tenían nada que ver, que firmara un documento de que llegué sana y salva y de ahí nunca más los vi, pero me encuentro con lo otro.

No le creí a mi hermana que mi padre había hecho esta acción tan terrible para miles de chilenos y para nosotros, su familia; yo solo quería llegar a Concepción y saber si era verdad. Me fui a un paradero, le avisaron a alguien de la parroquia y llegó un taxi. En el camino no iba pensando nada, la tortura que sufrí y cualquier situación, todo eso quedó en segundo plano o prácticamente lo olvidé. Nada iba a impedir que yo estuviera ahí para saber qué había pasado con mi papá. Los dolores se ven desde otra perspectiva más adelante, pero en ese momento solo quería saber, estar con él.

Creo que independiente de si mi padre hubiese fallecido inmolado o no, el compromiso que tengo con las víctimas de las violaciones a los derechos humanos no habría cambiado, hubiese seguido siendo fiel defensora. Mi padre tampoco habría cambiado, al contrario, creo que me hubiese incentivado, habría estado en las miles de marchas que tuvimos en defensa y promoción de los DD.HH, acompañando a familiares de detenidos desaparecidos, ejecutados, torturados y detenidos".

Verdad y justicia: en la medida de lo posible

"Creo que todos esperábamos que a 50 años los cambios fueran más profundos. Escuchamos al ex presidente Patricio Aylwin decir 'en la medida de lo posible' y así fue: en la medida de lo posible la verdad y la justicia. Es lamentable, porque las cosas a medias construyen la impunidad y en nuestro país existe igual que el negacionismo.

Creo que la memoria no la alcanzaremos a reconstruir en este Gobierno, pero sí una luz de esperanza para seguir trabajando en la defensa y promoción de los DD.HH. Tenemos que educar a las próximas generaciones, dejarles algo a los jóvenes que tomarán nuestra postas.

Este mes se relanza el Plan Nacional de Búsqueda, muchos creen que van a buscar los huesitos, pero estamos buscando reconstruir la historia de los detenidos desaparecidos y ejecutados, desde ahí buscar a los responsables y que paguen por lo que hicieron. Esto no se trata de buscar venganza"