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Dirige la Big Band Jazz Concepción hace 10 años

Ignacio González y su plan para potenciar a las big band en Chile

Recién llegado de New York, ciudad en la que estuvo en una instancia formativa, señaló que la gente asociada al jazz del Lincoln Center tiene interés en realizar un gran encuentro de bandas en Concepción.
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Por Sebastián Grant del Río.

Ignacio González (56) cuenta que volvió colmado de energías, mismas que el músico está compartiendo con los 22 pupilos bajo su dirección en la Big Band Jazz Concepción.

Y es que, bajo su mando, el proyecto nacido en 2014 bajo el alero del municipio penquista, se ha transformado en un verdadero referente entre sus pares a nivel país.

Por lo mismo, es que ser parte de un taller de enseñanza impartido en el centro cultural Jazz at Lincoln Center, en New York, es gratificante para enfrentar y ampliar las formas de aprendizaje sobre la ejecución de una agrupación así.

Como parte del taller Band Director Academy, realizado entre el 21 y 25 de junio, el saxofonista con 35 años de carrera y más de dos décadas de residencia en Concepción, cuenta que siempre es bueno volver. En esta ocasión, por tercera vez.

"Éste es un taller multidisciplinario para directores de big band, siendo siempre una experiencia muy enriquecedora, ya que es bueno volver a juntarse con personas dedicadas al mismo tema, con los mismos desafíos, problemas y soluciones. En el fondo, conversar cosas comunes es relevante, aparte de los contenidos académicos que ya son sumamente interesantes", cuenta el músico, quien tuvo pasos anteriores por esta experiencia en los años 2015 y 2017.

A diferencia de aquellas jornadas, en esta ocasión, González era el único latinoamericano entre sus 60 compañeros. Tuvo clases con profesores de la talla de Rodney Whitacker (contrabajista), Terrell Stafford (trompeta), María Marmarou (batería) y Julius Toletino (saxofonistas), especialistas en educación en el área.

"Fueron cinco profesores en total, algunos dedicados a la parte administrativa y cómo hacerlas crecer", señala.

-Considerando que siempre puede ser beneficiosa la experiencia, ¿cuál es la necesidad de ir nuevamente?

-Lo que pasa es que los contenidos son diferentes, van variando y, como te decía, está la posibilidad de estar en contacto con otros profesores (varios nuevos), lo que ya es valioso. Aparte de todo eso, cada vez que he ido ha ido variando el foco de cómo recibo toda esta información, los intereses van cambiando y la realidad de la propia big band.

-¿Cómo financias este viaje y estada?

-Desafortunadamente, el financiamiento, a través de fondos locales para educación y cultura, no me permiten postular a este tipo de proyectos, porque no estamos considerados como categoría admisible. Por lo que para ir a estos viajes -desde el 2017- tengo un grupo de personas privadas que apoyan mi labor y que la consideran importante para la comunidad penquista. En general, cuando necesito levantar y conseguir cosas para estos fines, me apoyan.

-¿Y el municipio?

-La Big Band Jazz Concepción está financiada por la Municipalidad de Concepción, con apoyo del Servicio Local de Educación Pública y el Liceo Enrique Molina. El municipio aporta con los profesores, implementación, producción para la temporada y solistas. Ahora, particularmente estos viajes de especialización se financian con estos otros aportes, porque no hay una figura o un fondo al cual podamos postular, a través de la municipalidad o en la municipalidad.

Jazz en concepción

González llegó de Nueva York el 2 de julio pasado, tiempo que aprovechó para realizar contactos con el fin de pensar en un encuentro en la zona, el cual entusiasma bastante a la gente asociada al jazz en el Lincoln Center, apartado dirigido por el trompetista Winton Marsalis.

Así, reconoció gran entusiasmo al respecto de parte de Todd Stoll, presidente de Educación del Lincoln Center quien -además- tiene una buena y cariñosa relación con la agrupación penquista.

"Con él estamos planeando un proyecto para realizar en marzo de 2025, un encuentro regional de bandas estudiantiles del sur de Chile. Ellos pueden enviar a dos profesores para trabajar con las agrupaciones durante en ese encuentro", destaca el saxofonista, sobre lo que sería la primera etapa de un Essentially Ellington Latinoamérica, como se conoce la instancia que se realiza en diferentes ciudades norteamericanas, pero ahora con base en Concepción.

-Se potenciaría mucho la escena.

-La idea es que vengan directo a Concepción y que la gente interesada llegue acá desde cualquier parte del país. Tenemos una cantidad de big band para hacer este encuentro, por lo que somos una zona muy potente. Un encuentro aquí es fácil de hacer, el transporte es accesible y Concepción cuenta con la infraestructura.

-Estás hace casi 10 años al frente de la Big Band Jazz Concepción, ¿cómo ha sido la evolución y qué tal está sonando hoy?

-Para responderte eso digo que vayan a escucharnos el jueves 3 de agosto, en el Colegio Médico (donde se realiza la temporada). Ahí podrán hacerse una idea de cómo ha evolucionado, porque vamos a presentar la Big Banda Juvenil (promedio 15 a 16 años) abriendo con un repertorio clásico (cuatro temas). Luego la Big Band Jazz Concepción (elenco integrado por adultos y estudiantes universitarios) va a mostrar música hecha en el país, de compositores y arregladores chilenos, lo que implica ampliar el repertorio del estilo de música.

Comentario de arte

Escultora: silueta cordillerana de Marta Colvin

En días en que el museo que guarda su legado en Chillán está en proceso de remodelación, vuelve a ser referencia esta artista fundamental en nuestro país.
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Por Rodrigo Piracés G.

El acto primero de empuñar la mano sujetando firme el cincel, para no equivocar la dirección que el golpe seco y potente del combo dará al primer desbaste de la piedra, presupone estar en posición de una energía superior que es capaz de gobernar la materia.

Marta Colvin (1907-1995), escultora y artista lo vivía así. Una mujer que, a sus 30 años, con tres hijos decide en 1939 ingresar a la Escuela de Bellas Artes, desafiando las concepciones de un tiempo conservador.

Después de egresar sigue sus estudios de arte en Francia, primero en la Académie de la Grande Chaumière (1948-1949), con Henri Laurens, Ossip Zadkine y Etienne Martin. En París también tomó un curso de Historia del Arte, en el Louvre, y de Estética en La Sorbona.

La inquietud de un alma creativa y llena de energía, se vincula con el gran filosofo y crítico de arte, Herbert Read, quien con su libro "Carta a un joven pintor" de 1962 traspasó las fronteras transformándose en un referente mundial de la reflexión en el arte. Así, también, se vincula con Henry Moore, escultor inglés, quien era considerado "la voz oficial de la escultura británica y la cara aceptable de la Modernidad".

La gran importancia de ella radica en su obra escultórica y el legado de su enseñanza en la Escuela de Bellas Artes de la U. de Chile. Recuerdo las palabras del gran escultor Felix Maruenda, hablando de una mujer llena de fuerza expresiva, queriendo interpretar la fuerza americana de la Cordillera de los Andes, donde ella veía que estaba la escultura latinoamericana.

Aquel comentario se lo hizo Moore cuando le preguntó qué hacía en Europa, cuando la fuerza primordial de la escultura estaba en la Cordillera de los Andes. Imagino una joven Marta escuchando a esta eminencia, que al poco tiempo le tomó simpatía a esta chilena aguerrida, que había dejado todo para ir a estudiar escultura en Europa.

Artista fundamental

Moore le traspasa ciertas ideas que después hicieron eco en varios de sus estudiantes, como Maruenda, o el penquista Humberto Soto, en el cual vemos algunos procedimientos estéticos que podemos "leer" desde la obra Moore.

Esa característica singular fue considerar los espacios vacíos como parte de la composición, como un elemento más. Por tanto, muchas obras de Colvin expresan esa ligereza que le otorga el vacío, que conjuga con las formas texturadas de las materias. Este elemento también lo podemos ver en la obra de Samuel Román y su homenaje a los funda dores de la U. de Concepción.

Marta Colvin, cuyo museo en Chillán vive un proceso de remodelación, se nos presenta como parte del linaje de grandes artistas chilenas, como Violeta Parra, Gabriela mistral, Rebeca Matte, entre tantas otras.

Esta contundencia de su legado es un hecho indesmentible, la escultura como peso, masa y densidad respira emitiendo significado permanente, imponiéndose como forma en el espacio y el tiempo.

Ahora, como dice el filósofo coreano Byung-Chul Han, en tiempos donde la "información, es decir, las no-cosas, se colocan delante de las cosas y las hace palidecer. No vivimos en un reino de violencia, sino en un reino de información que se hace pasar por libertad".

Ese contacto con la cosa, es decir, la materia, hace de la escultura de Marta Colvin, en tiempos actuales, un bastión de resistencia que nos señala una dirección verdadera, la de los sentidos y nuestra experiencia.

Repasaremos sin terminar de definir la potencia elemental de esas formas que creo desde el desafío áspero de la piedra, o el amague suave de las maderas policromadas, de las miradas que guardan epopeyas en sus personajes épicos. Todo un lenguaje vertido en la forma y en el vacío, luz o contra luz de la gran escultora chilena.

Recibió grandes reconocimientos, como el primer premio internacional de escultura en la VIII Bienal de Sao Paulo (1965), el Nacional de Arte en 1970, entre otros.