Lo sucedido con el periodista Patricio Fernández, da cuenta de cómo lo acontecido durante el gobierno de la Unidad Popular, el golpe de Estado y la concerniente dictadura de Pinochet, siguen siendo temas de controversia en ese amplio mundo que es la izquierda chilena. Al respecto, me parece que Fernández no supo explicar o argumentar. Quizás se enredó en su comentario. Cometió un error. Pero de ahí, a calificarlo de "negacionista", me parece mucho. Una exageración, que indudablemente tiene una clara intencionalidad política. Sacarlo del cargo o forzar su salida. Lo cual finalmente aconteció.
En ese terreno, no comparto aquello de tildar a otro de "negacionista" por el solo hecho de tener matices u otra perspectiva a la hora de analizar las causas del golpe de Estado. De ser así, se conculca todo tipo de debate o análisis, lo cual es en esencia antidemocrático.
Respecto a uno de los puntos abordados por Fernández, relacionado con el golpe militar, pienso que una mayoría apoyó la acción del 11 de septiembre de 1973. Vieron con simpatía y beneplácito el fin de la UP. Ya sea por temas políticos e ideológicos o simplemente por revanchismo y odio. Incluso, podemos agregar que un sector de la población apoyó el golpe de Estado, pensando que la Junta Militar estaría poco tiempo y luego llamarían a elecciones. Algo así como la tesis o deseos de la Democracia Cristiana.
En otras palabras y en concordancia con lo señalado respecto al golpe de Estado de Uruguay de 1973, se gestó la idea de llevar la democracia a "dique seco" durante un tiempo, con el objetivo de reparar sus desperfectos, léase la izquierda marxista, el comunismo, la movilización social, etc..
Pero no es lo único, también se instaló en el debate el tema de los Derechos Humanos, concretamente si alguien o algún sector puede adjudicarse el monopolio de estos, de las víctimas de la dictadura o de quién lo pasó peor en dicho régimen. En otra perspectiva, ¿por qué un sector de las víctimas es el que generalmente habla con mayor propiedad del tema? Quizás, para intentar responder esa pregunta, sea pertinente preguntarse cómo fue nuestra postdictadura en materia de verdad, justicia y reparación. En una de esas, ahí podemos encontrar más de una respuesta.
Ahora, en lo que sí coincido es en ciertos discursos y prácticas del PC o militantes del PC sobre una especie de monopolio sobre el tema de los DDHH. De eso puedo dar testimonio personal a nivel local. Años atrás, escribí una columna en este mismo espacio y una señora, vinculada al PC y que lidera a nivel local el tema de memoria y DDHH, no les gustó lo que escribí, le afloró la intolerancia y me quitó el saludo.
Por último, personalmente no tendría cara para pedir, exigir o interpelar a una persona torturada, exiliada o violentada por la dictadura, que cierre el duelo, deje atrás sus emociones/dolores o bien supere ese momento. Hay que ser muy descarado para solicitar aquello desde una tribuna en algún medio de comunicación, más aún cuando en lo personal no te paso nada.
En consecuencia, no se puede ser tan sinvergüenza para solicitar a otras y otros, dejar atrás el pasado y mirar al futuro; mientras al mismo tiempo, estás cómodamente sentado frente al computador, escribiendo una columna, carta, teniendo un espacio privilegiado en cierto medio y con un apoyo económico de quienes otrora fueron cómplices de una dictadura que estuvo 17 años en el poder.
Eso no solo es violento, sino también impune y desvergonzado.
¿Por qué un sector de las víctimas es el que generalmente habla con mayor propiedad del tema? Quizás, para intentar responder esa pregunta, sea pertinente preguntarse cómo fue nuestra postdictadura en materia de verdad, justicia y reparación.