"El primer eslabón es generar confianzas y para eso hay que mostrar hechos concretos"
El sociólogo, a cargo de la iniciativa desde abril, detalla los avances logrados, las dificultades en materia de seguridad y confianzas, y dice que "los territorios viven múltiples conflictos, no es un gran conflicto".
La noche del martes 17 de mayo del año pasado, la exministra del Interior Izkia Siches daba cuenta de una serie de medidas para afrontar la crisis de violencia al sur del río Biobío -agudizada por las demandas de los camioneros- y pronunciaría por primera vez el encabezado del abordaje territorial: Plan Buen Vivir.
A 500 kilómetros de distancia, en las oficinas de la Delegación Presidencial del Biobío el equipo liderado por la delegada Daniela Dresdner, junto a uno de los asesores de Siches, Víctor Ramos (hoy director del plan) y la subsecretaria de Servicios Sociales Francisca Perales, miraban el televisor y tomaban nota.
Entre ellos se encontraba el sociólogo Juan Recabarren, estrecho colaborador de Dresdner, militante de Revolución Democrática, y desde el 1 de abril encargado regional del plan que, ya cuenta con una inversión regional en infraestructura que supera los $75 mil millones y ha logrado diálogo con cerca de 200 comunidades en las provincias de Arauco y Biobío.
A la hora de evaluar el trabajo que se ha realizado, recuerda que "cuando llegamos como Gobierno, el desafío fue hacernos presentes en todo el territorio, y detectamos es que en el cono sur de la Provincia de Arauco había un abandono del Estado no sólo en obras, sino también por la presencia reducida de funcionarios".
"Junto a la delegada, asumimos dialogar antes que estuviera el plan; nos reunimos con el alcalde de Tirúa y una comitiva de dirigentes con la impronta de dialogar, lo que se materializó en dos ocasiones y replicamos en Alto Biobío. Eso lo tomamos e hicimos carne en el plan, el dialogar con los territorios", añade.
Entre los elementos que destaca está la pertinencia territorial de herramientas como el plan de infraestructura, el interés de las comunidades de abrirse al diálogo, y la visión respecto a que se aborda un territorio con muchos conflictos, y no solo un gran conflicto: "Hay una disposición de los servicios de las seremias a entender que el plan no es un equipo de la Segpres, sino que es una filosofía, una política del Gobierno para enfrentar las situaciones que se viven en término de conflictividades".
-Queda la sensación de que el trabajo que han llevado adelante ha sido efectivo, pero muy silencioso y poco difundido de manera más mediática.
-Es así, y eso se puede palpar porque hoy estamos hablando del plan como tal, pero el equipo comenzó a trabajar en agosto y se ha hecho bastante. Los actores ya identifican al plan como un actor para dialogar y resolver dificultades, y los alcaldes saben que es el plan con la disposición de diálogo y, además las comunidades y territorios nos empiezan a identificar.
Pero también, cuando nos hemos demorado en encontrar soluciones también nos interpelan y eso es positivo porque se entiende que estamos cumpliendo un rol; como funcionarios públicos entendemos que el primer eslabón es construir confianza, y para ello se requieren hechos concretos.
-¿Considera adecuado que el Gobierno Regional lleve adelante un plan propio y no se pliegue al que lidera usted en el Biobío?
-Si hay comunicación entre lo que nosotros hacemos y el Gobierno Regional hace, más allá de las decisiones que se tomen respectivamente. A mí me toca constantemente comunicarme con el equipo del gobernador que ve estos ámbitos, en algunos casos han sido parte de los diálogos que hemos generado.
No me puedo pronunciar sobre la valoración de las acciones que hace el Gobierno Regional porque no me compete, pero si reconozco que hace un buen aporte tanto al tener la iniciativa y siempre con la disposición de contribuir con su flexibilidad de acción en estos territorios. Uno espera que todas las acciones contribuyan a lo que nosotros queremos, porque aquí entre más elementos confluyan para enfrentar esta situación -y haya comunicación- será más virtuoso.
Llegar al territorio
A la hora de abordar el despliegue territorial que ha abarcado en la Región el plan Buen Vivir, Juan Recabarren explica que se han logrado generar diálogos territoriales (que incluyen mesas de trabajo con los municipios y representantes de las comunidades) en las comunas que se identifican como foco de múltiples conflictos: Tirúa, Contulmo, Cañete, Arauco, Los Álamos, Lebu, Mulchén, Alto Biobío, Santa Bárbara, Quilleco.
"Por capacidad nunca podremos llegar en un tiempo tan breve a todos los sectores de cada una de las comunas. Lo digo así porque no tenemos una lista de lugares a los que no podemos o no debemos ir, y nuestro trabajo no es ir a cada comunidad, sino que lo tomamos de manera más global para que las soluciones sean más abarcables. Si habláramos con cada comunidad, se nos plantearían tantas demandas que sería muy difícil decidir por donde comenzar", admite.
-¿Hay zonas o comunidades en que les han impedido ingresar?
-No hemos tenido una situación así, al menos yo no tengo registro de alguna comunidad que nos diga no vengan a dialogar acá. Lo que si ocurre es que algunas comunidades dicen no sentirse cómodas con un diálogo con todas las instituciones y algunas prefieren una conversación mucho más particular, lo que si ocurre. Si existe un veto, no lo sé, pero no hemos recogido esa preocupación.
Cuando llegamos a conversar con los territorios, lo hacemos sabiendo que nos debemos hacer cargo responsablemente de un déficit que hay hacia atrás. Y hay que asumirlo, pero eso no significa prometer cosas que no se van a cumplir en este periodo. Por eso decimos diálogo habilitante, porque debe habilitar confianzas, pero también procesos en el futuro que ya se sabrán cuáles son.
-¿El éxito del plan dependerá de las condiciones de seguridad que hay en la macrozona? Hoy completamos un año de estado de excepción constitucional.
-La dificultad de responder aquello está no en el hecho de la valoración que hacemos del tema seguridad, que es un elemento que está dentro de todo este contexto. Pero no exclusivamente la policial sino las seguridades, que finalmente te van a llevar a un marco de normalidad, donde el indicador puede decir que bajamos los delitos como ocurre hoy en la provincia de Arauco y Biobío.
Nosotros apuntamos a la normalidad, y para el sentido común y construcción de confianzas eso es lo que queda instalado. Las seguridades son tanto la que enfrenta el delito, los ingresos por ejemplo de proyectos de infraestructura que radica también en aquella seguridad económica, que implica que haya empleo, o la seguridad de que el Estado estará presente.
Las proyecciones
A la hora del cierre, Recabarren plantea que "nosotros hemos ido pensando, desde que llegamos a la delegación y ahora con el plan, la idea de crear los planes pehuenche y lafkenche con una mirada de futuro. No sé si terminen con esa nomenclatura, pero los esfuerzos van encaminados hacia eso".
Junto a ello, pone el énfasis en que junto a la escucha activa de cada una de las actividades, "no nos hemos quedado ahí y hemos señalado dicho nuestras pretensiones; lo que yo creo que va a quedar, más allá del método, es la filosofía política de que esta es una política intercultural y que busca incorporar los elementos del otro y dialogar con ellos, no solo reconocerlos. Sabemos que las políticas y soluciones no son exclusivas para las comunidades mapuches en cada comuna, pero si los incorporamos en cada decisión".
Además, aclara que -hasta el momento- no hay certezas respecto a si los equipos del plan (que suma una decena de funcionarios en Biobío) serán los mismos que aborden la comisión de Paz y Entendimiento que inicia sus funciones el 21 de junio: "Es una comunicación del Presidente de la República y nuestro encargado es parte de esas definiciones. Es poco lo que yo puedo decir de momento".