Hablemos sin pudor de desarrollo y crecimiento
Álvaro Ananías, Presidente Cámara de la Producción y del Comercio, CPC Biobío,
El bienestar económico no hace la felicidad y definitivamente no es todo en la vida: qué duda nos puede caber acerca de lo ciertas que son esas frases.
Aceptadas transversalmente ambas afirmaciones, hagamos un particular doble click en las implicancias directas que el desarrollo económico significa para las personas, las comunidades, la sociedad y -ciertamente- para el mundo del trabajo.
Siento que, muchas veces, cuando hablamos de progreso económico, la sensación en parte importante de la población se traduce a lo que se puede llamar como "el dinero por el dinero", la concentración o la generación de riqueza para -precisamente- los que más tienen.
Cierto o no, lo digo como un ejercicio para evitar hacer juicios de valor ni defensas corporativas, cuando uno promueve los beneficios del desarrollo económico, siempre está latente el riesgo en parte de la población de que ello no sea adecuadamente interpretado.
Y por lo tanto, muchas veces hacemos estas reflexiones públicas con algo de pudor y resguardo, precisamente para evitar etiquetas de materialismo, capitalismo extremo u otras críticas que se alejan de a lo que genuinamente apuntamos quienes emprendemos y tomamos riesgo para crear valor en nuestra comunidad.
Hace algunos días tuve una interesantísima conversación con una persona que respeto mucho, que me aseguraba que tan importante como el desarrollo económico era el progreso cultural, artístico, educacional, deportivo y recreacional, por nombrar algunos aspectos muy relevantes para las personas y familias.
Estoy plenamente de acuerdo con esa afirmación, pues son dimensiones indudablemente significativas para nuestro bienestar individual y colectivo. Sin embargo, pienso desde la perspectiva de un emprendedor, que el énfasis prioritario debería acentuarse en el factor que mayor ponderación tiene en impactar -para bien o para mal- en el desarrollo de los otros componentes del quehacer de la población.
La lógica indica que el emprendimiento, crecimiento y progreso económico "tiran del carro" para el desarrollo de otros ámbitos de interés en nuestras vidas personales y colectivas como sociedad.
Al expresarlo sin tanto pudor, es subrayar que el crecimiento económico es la condición que le da sustento a que otros ámbitos florezcan.
Exponerlo así puede sonar algo políticamente incorrecto, por lo que tal vez suena mejor con un ejemplo bien doméstico y escalable: ya resueltos los requerimientos básicos como vivienda, educación y salud, una favorable situación económica nos permite abordar necesidades culturales, artísticas, deportivas y recreacionales de los integrantes de la familia.
En el Estado pasa algo similar. Si el país progresa económicamente, entonces hay más recursos para financiar y promover las necesidades de sus habitantes, ya sean urgentes y básicas o bien complementarias y específicas, en función de los miembros de su "gran familia".
Por lo tanto, sin lo primero, se hace bastante difícil poder tener lo segundo.