Secciones

  • Portada
  • Opinión
  • Actualidad
  • Nacional
  • Economía y empresas
  • Tendencias
  • Deportes
  • Clasificados
  • Página del lector
Un trabajo entre mujeres de Lota y del desaparecido lugar

Arpillera rescata la olvidada historia del pueblo minero de Pilpilco

El proyecto "Recuperando las Memorias Pilpicanas" apunta a rescatar la historia del lugar, que entre 1944 y 1975 tuvo su mayor desarrollo en torno al carbón.
E-mail Compartir

Por Nicolás Martínez Ramírez.

Con más de 5 mil habitantes en su mejor época, Pilpilco era un pueblo pujante. Contaba con escuelas, un hospital, comercio y todo lo que se podría encontrar en una localidad con ese volumen de personas, debido a su funcionamiento como campamento minero.

De aquel lugar, hoy quedan muy pocos vestigios, más que nada los recuerdos de sus ex habitantes que sufrieron el desarraigo de su tierra durante la dictadura

Los terrenos donde se emplazó la pequeña urbe, actualmente de propiedad de una empresa forestal, están ubicados en la comuna de Los Álamos, a 100 kilómetros de Concepción.

Funcionando entre 1944 y 1975, el pueblo minero llegó a producir más de 62 mil toneladas de carbón. Precisamente, la historia de este lugar es la que busca rescatar el proyecto "Recuperando las Memorias Pilpicanas", que cuenta con el apoyo de la Fundación Whiting y la Universidad de Illinois, EEUU.

Es así que mujeres lotinas -lideradas por la Mesa Ciudadana de Patrimonio, Cultura y Turismo de Lota- se juntaron con mujeres pilpicanas para replicar un trabajo anteriormente hecho en la comuna minera, una arpillera que relataba la historia de las mujeres del carbón. Todo esto gracias a una alianza con la organizaciones Con Pilpilco en el Corazón y Recuperación Pilpilco.

Esta vez, la arpillera contó la historia del Campamento Minero, bajo el lema "Nos sacaron del pueblo, pero el pueblo quedó en los corazones de los pilpicanos".

La idea de hacer este trabajo surgió, de acuerdo a la presidenta de la Mesa, Elizabeth Aguilera, cuando le mostraron la arpillera a una amiga -Margarita Garcés- y fue ella quien aseguró que sería lindo replicar esto en Los Álamos.

A partir de ahí, la profesora del Departamento de Planificación Urbana de la Universidad de Illinois y codirectora de Fundación Aldea, Magdalena Novoa, postuló la idea en la universidad estadounidense y consiguió los recursos para hacerlo. Al mismo tiempo, que también realizaron un mini documental.

"Aquí se abrió un espacio donde las personas contaron sus experiencias de manera muy profunda. Muchas llegaron a vivir a una especie de campamento, no tenían nada. Fue un desarraigo muy fuerte", comenta la también artista visual.

Salir de la tierra

Pilpilco, al igual que cualquier otra localidad, contaba con instalaciones de servicios, comercio, un hospital, escuelas, un teatro, iglesia, un estadio y poblaciones, entre muchas otras.

De eso, hoy solo quedan vagos vestigios de la bocamina de la Mina El Zapallo, una piscina y algunas fundaciones de estructuras. Es decir, prácticamente nada. "El paisaje es bien triste", sentencia Novoa.

Este desarraigo se dio en 1981, cuando el gobierno militar decidió sacar a las personas de ahí y trasladarlas a la localidad de Cerro Alto en Los Álamos, otros fueron exiliados, algunos se fueron a trabajar a las minas de cobre en el norte y otros a Santiago.

De ahí en adelante, esos terrenos pasaron a ser parte de una empresa forestal. "Ellos tienen la percepción de que Pilpilco y su tierra les pertenece, de hecho, celebran el año nuevo a las orillas del río, como lo hicieron toda la vida. Mucha gente sigue visitando el pueblo, pese a que queda muy poco. Les gustaría tener ese terreno para poder recuperar lo poco que va quedando y ver alguna manera de hacer una especie de sitio de memoria", comenta la también doctora en Arquitectura.

Con respecto a los documentos que explican el porqué sucedió esto, Novoa asegura que ha sido complejo encontrar archivos que den cuenta de los motivos.

"Si preguntas a autoridades, por ejemplo, algunos dicen que fue porque se acabó la veta de carbón y no convenía seguir sacando, entonces se decidió sacar a la gente. Otros relatos dicen relación con los fuertes sindicatos, políticamente, que tenía la cuenca del carbón, que estaban en contra del régimen militar. Eran una amenaza. La mejor manera de desarticular esto, era eliminando y borrando estos pueblos", comenta.

Lo que sí se puede rastrear es que hay documentos que muestran que los terrenos donde estuvo emplazado el pueblo, fueron cedidos a una forestal de manera legal.

"Aquí la causa es recuperar el patrimonio y la memoria de Pilpilco de la forestal. Hoy solo está cubierto por pinos. No había necesidad de sacar a la gente y dejarlos sin casa, sin nada. Había todo un pueblo organizado", agrega.

Es así que urge realizar un trabajo de memoria, ya que muchos de sus habitantes se hacen mayores y comienzan a fallecer.

-¿Por qué es importante rescatar la memoria del pueblo cuando se habla del carbón en Coronel y Lota, y a 50 años del Golpe?

-Creo que Pilpilco es importante, porque las personas se sienten todavía muy vinculadas al lugar. Hay memorias que no son todas positivas, pero era su tierra. Ellos tienen ese sentido de pertenencia y necesidad de volver a su lugar. Esto nos lleva a pensar en la cuenca del carbón como Patrimonio de la Humanidad, no solo Lota. Si no rescatamos este lugar ahora, no habrá memoria. Si buscas Pilpilco en Google, no aparece casi nada. Esto es importante a 50 años del Golpe, porque en Chile nos cuesta hablar de lo que pasó y de que el Golpe es algo que no se puede permitir. Atentó contra la democracia y la vida de muchos chilenos, y hacia la forma en que somos sociedad. Este lugar expresa esa historia que no hemos logrado sanar, lo que pasó aquí y en muchos otros lugares, es que personas fueron desarraigadas por temas económicos e ideológicos, y ellos viven con ese trauma. Esto también fue violencia.

Comentario de libros

De vuelta al universo literario de María José Navia

E-mail Compartir

@IgnacioBMorales

Suele ser difícil descubrir diversos matices emocionales en relatos tan breves. Lo común en un cuento es que el foco esté en la acción, los hechos. Ganar por KO y no por tarjetas, como decían los expertos de antaño. En el pasado. Algo en los cuentos de María José Navia se aleja de dicha máxima. No todo apunta al remate, al golpe en el mentón en la última línea. La lupa pareciera estar puesta en lo interno de las y los personajes. Somos testigos de sus miedos, carencias, sueños. Y en solo un par de páginas pareciera que les conociéramos de hace mucho tiempo.

Todo lo que aprendimos de las películas (Páginas de Espuma, 2023) es el último libro de cuentos de María José Navia, autora de Kintsugi (Kindberg, 2018) y Una Música Futura (Kindberg, 2020), entre otros títulos. En 10 relatos más bien breves, la autora nos sumerge en un universo propio, con historias que a momentos se entrelazan, pero no tienen miedo de caminar por sí solas, explorando a fondo las vivencias de personas solitarias y de familias rotas.

El título menciona películas, aunque este no es un libro de cine. Más bien está habitado por personajes cuyas historias se cruzan con las películas que les han marcado en sus propias vidas. Las referencias al séptimo arte abundan sin ser gratuitas. Llegan despacio, a cuentagotas, en forma de analogías sencillas, pero esconden toda la profundidad que se puede encontrar en la intimidad de una persona. Porque si algo pareciera existir en la narrativa de María José Navia es una búsqueda por las emociones complejas originales de sus personajes. Limpias. Sin procesar. Y lo que logra extraer es aquello que leemos en poco más de 150 páginas.

En otro aspecto, el libro vuelve de manera reiterada a Constance Bergman, la constante de Todo lo que aprendimos de las películas. Un personaje al que conocemos desde diferentes puntos de vista. A veces de primera fuente, en otras desde visiones más lejanas. Porque no todos los cuentos están directamente interconectados. O quizás sí, pero se edifican bajo cimientos sólidos, que permiten al espectador seguir el hilo de la historia en lugar de la contemporánea persecución frenética de referencias o easter eggs.

Por lo demás, es una obligación destacar la importancia que toma la construcción física de los textos en cada página. Se utiliza como un recurso narrativo, que acelera los hechos, separa los pensamientos del personaje y marca el ritmo de cada cuento. Los que aparecerán en la memoria cada vez que volvamos a ciertas películas.

El título menciona películas, aunque este no es un libro de cine. Más bien está habitado por personajes cuyas historias se cruzan con las películas que les han marcado en sus propias vidas.