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Detallan expertos

Cómo se clasifican las empresas: puede ser por su tamaño, propiedad y rubro

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Al escuchar la palabra empresa, viene a la mente la imagen de una estructura gigante con mucho poder y capital. Lo cierto es que esa idea, en parte, está errada al haber varias clasificaciones que van desde su forma jurídica e ingresos hasta el sector económico y la actividad que desempeñan, entre otros elementos.

"Las clasificaciones más habituales son: forma jurídica: unipersonal o sociedad; tamaño: grandes, medianas, pequeñas y microempresas; capital: pública, privadas o mixtas; sector económico: primario, secundario, terciario y cuaternario; según su actividad: industriales, servicios, comerciales y tecnológicas", indicó Cristóbal Cifuentes Torres, académico de Derecho de la Universidad San Sebastián.

En esa misma línea, según Carlos Fuentes Valenzuela, secretario de Estudios de Ingeniería Comercial USS Concepción, las formas jurídicas más usadas a nivel de sociedades mercantiles son: "Empresa Individual de Responsabilidad Limitada, Sociedad de Responsabilidad Limitada, Sociedad por Acciones y Sociedades Anónimas".

PROPIEDAD Y REPRESENTACIÓN

Las empresas, según el aporte financiero que reciban, pueden ser de propiedad pública o privada. "Públicas, cuando el capital lo aporta todo o mayoritariamente el Estado. Mientras que privadas corresponde a lo que obtienen de una o varias personas particulares. Estas, a su vez, pueden ser individuales, con un solo propietario o sociales, con varios propietarios", puntualizó Cristóbal Cifuentes, también magíster en Dirección y Gestión Tributaria.

En lo que concierne a la representación de las empresas, está la persona jurídica que, según el artículo 545 del Código Civil, se define como: "Una persona ficticia, capaz de ejercer derechos y contar con obligaciones civiles, y de ser representada judicial y extrajudicialmente".

Para Cristóbal Cifuentes, las formas jurídicas son compuestas por dos especies: "Las corporaciones de derecho privado, también llamadas asociaciones, formadas por una reunión de personas en torno a objetivos de interés común. En cambio, una fundación, mediante la afectación de bienes a un fin determinado de interés general", indicó.

TAMAÑOS Y VENTAJAS

Acorde al artículo segundo de la Ley 20.416 del Ministerio de Economía, conocida como "Estatuto Pyme", se detallan y establecen los tamaños de las empresas. Estas clasificaciones dependen de los ingresos anuales por ventas, servicios y otras actividades del giro en el último año calendario, pero sin incluir el IVA e impuestos específicos.

Las microempresas son aquellas cuyos ingresos no superaron las 2 mil 400 Unidades de Fomento (UF), las pequeñas entre las 2 mil 400 y 25 mil UF, las medianas entre las 25 mil y 100 mil UF, y las grandes por sobre las 100 mil UF en el último año. "Sobre las ventajas entre una y otra es que las grandes empresas tienen un alto grado de madurez e influencia en el mercado, pueden financiar muchas operaciones y cuentan con una plantilla de profesionales altamente capacitados", señaló Cristóbal Cifuentes.

El académico, también diplomado en Derecho de la Empresa, agregó: "Las micro y pequeñas son ágiles, flexibles y cercanas al cliente. Además, tienen beneficios tributarios. Por otra parte, las medianas poseen la capacidad de adaptarse y cambiar dependiendo de las necesidades circunstanciales del mercado".

Finalmente, Carlos Fuentes, magíster en Administración de Empresas, dijo que una de las ventajas de una empresa por sobre la persona natural es el acceso a créditos y financiamiento y la separación de los bienes de los socios con los de la empresa. "Es decir, en caso de obligaciones y deudas, quien tiene la responsabilidad es la empresa y no el socio en lo individual", recalcó.

Las equivocaciones deben ser vistas como oportunidades

La cultura del error: un desafío en los actuales tiempos de cambios

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En la sociedad actual, el miedo al fracaso y al error está muy presente. En la mayoría de las empresas se busca la perfección y la excelencia a toda costa, pero ¿realmente es posible lograrlo sin equivocarse alguna vez? Según los expertos la respuesta es no.

En este contexto, aparece la cultura del error, un enfoque que busca transformar las equivocaciones en oportunidades de aprendizaje e implica un cambio profundo en la forma de pensar de una empresa. Se trata de convertir el miedo al error por la aceptación y el aprendizaje a través de él. Es importante entender que el error no es un fracaso, sino una oportunidad de mejora y crecimiento.

"Para implementar una cultura del error en una empresa, es necesario establecer un ambiente de confianza y seguridad. Los colaboradores deben sentirse cómodos para expresarse libremente, sin miedo a ser juzgados o castigados por cometer errores. Es importante que el liderazgo de la empresa dé el ejemplo y muestre una actitud positiva hacia los errores", indicó Lissette Provoste, gerenta de desarrollo organizacional de Trabajando.com.

Otro aspecto fundamental es fomentar la comunicación efectiva entre los trabajadores. Es necesario que se establezcan canales de comunicación claros y efectivos, que permitan compartir experiencias, lecciones aprendidas y errores cometidos. La cultura del error también implica una revisión constante de los procesos y metodologías de trabajo. Es importante analizar las situaciones que llevan a cometer errores y buscar soluciones para evitar que vuelvan a ocurrir en el futuro.

En definitiva, la cultura del error es una oportunidad para aprender y crecer en equipo, se trata de un enfoque que promueve la innovación, la creatividad y el compromiso. En un mundo en constante cambio, se convierte en una herramienta fundamental de adaptación a nuevas situaciones y retos que se presentan, por ello es importante que los líderes tomen conciencia de la importancia de esta cultura y puedan implementarla en su organización. (Emol/Portal Pyme).

Falta capacitación

Los usuarios son el punto débil de las empresas en una cadena de ciberseguridad

En Chile, los grupos organizados que se dedican a esta actividad ilegal generaron 14 mil millones de intentos de ciberataques en el último año, ubicando al país como el quinto de la región en recibir más atentados de este tipo.
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La falta de capacitación de los usuarios, unido a la poca conciencia de estos en torno a la importancia de la ciberseguridad al interior de las empresas y a nivel de usuario hogar, son algunas de las deficiencias que junto a otras amenazas facilitan los ataques cibernéticos de los grupos organizados dedicados a este ilícito. Solo en el último año realizaron cerca de 14 mil millones de intentos de ciberataques en Chile y 360 mil millones en la región.

"Los usuarios son el punto débil de las empresas en la estrategia de ciberprotección. Si bien las empresas están avanzando en sus procesos de transformación digital y adquiriendo cierta madurez en relación a los temas de ciberseguridad, aún están al debe cuando se trata de profundizar sobre la cultura y la concientización en sus colaboradores como medida para neutralizar los ataques", explica Ricardo Pulgarín, security solutions architect de Cirion Technologies.

El ejecutivo comenta que, actualmente, las empresas e instituciones enfrentan amenazas a la ciberseguridad que están orientadas a afectar desde dos ángulos: dañar directamente su infraestructura y atacar a los colaboradores o usuarios finales. "De este modo", añade Pulgarín, "los criminales cibernéticos utilizan amenazas que buscan comprometer las redes internas de las empresas, así como la conectividad de los usuarios internos y externos, los servidores y páginas web del negocio".

Al mismo tiempo, los hackers se valen de la ingeniería social mediante la cual, aprovechándose de las emociones de los usuarios y explotando sus debilidades y desconocimiento, aplican ataques como el phishing que hoy se ha trasladado incluso a plataformas como WhatsApp, con mensajes de voz o códigos QR que despistan a las personas y las vuelven más vulnerables.

Ricardo Pulgarín agrega que en este contexto, la falta de una cultura de ciberseguridad es el error principal que cometen las empresas, junto con la inexistencia de una política y estrategias claras de seguridad de la información. "El hecho de contar con herramientas sin establecer una estrategia de ciberprotección propicia vulnerabilidades de ciberseguridad al carecer de visibilidad e integración de las mismas. Las empresas deben fortalecerse con políticas y procesos definidos para que todas las acciones de control formen parte de un ecosistema efectivo que blinde la información crítica del negocio, desde la predicción y la prevención hasta la detección y respuesta", agrega el ejecutivo.

Junto con lo anterior, la capacitación constante de los usuarios es fundamental y debe estar respaldada por una correcta implementación de protocolos de ciberseguridad con un enfoque en seguridad informática, que se refiere a lo operacional y en seguridad de la información, que tiene que ver con la estrategia.

"Una empresa no solo debe proteger sus datos, procesos y servicios, además de la conectividad y los dispositivos que usan los colaboradores, sino que también debe educar constantemente a los usuarios sobre cómo usar estas herramientas, la información que comparte y de qué manera lo hace, ya que de lo contrario, se convierte en ese eslabón más débil de la cadena de protección y es ahí donde las empresas e instituciones deben apuntar los esfuerzos", dice Pulgarín.

LATINOAMÉRICA

En Latinoamérica, muchas empresas todavía están acostumbrándose a los desafíos de la llamada Cuarta Revolución Industrial, en la que luego del contexto pandémico, cuando la digitalización experimentó un avance exponencial, invertir y garantizar la seguridad de los datos "ya no es solo una cuestión de evitar pérdidas financieras, las que -por cierto- se pueden calcular antes de que ocurran", comenta Ricardo Pulgarín.

Según reportes de la industria, una de cada dos empresas en la región ha sufrido ataques cibernéticos en el último año, poniendo a la ciberdelincuencia en el número 1 de la lista de preocupaciones al interior de las organizaciones latinoamericanas. En cuanto a los países más atacados por las bandas de ciberdelincuentes en América Latina, México lidera el ranking con 187 mil millones de ataques, seguido de Brasil (103 mil millones), Colombia (20 mil millones), Perú (15 mil millones) y Chile, que se suma al top 5 con 14 mil millones durante 2022, 50% más que 2021, según datos del laboratorio de análisis e inteligencia de amenazas FortiGuard Labs.

La consultora internacional e-Governance Academy Foundation creó el Índice Nacional de Seguridad Cibernética (NCSI, por sus siglas en inglés) para investigar el nivel de preparación de los países frente a las ciberamenazas, y de qué manera gestionan los incidentes cibernéticos. El estudio reflejó que la protección de servicios esenciales es el área que mayor retraso presenta en Latinoamérica, donde hay muy poco seguimiento a las medidas de seguridad, así como ausencia de personal idóneo para supervisar a los operadores de estos servicios.

La buena noticia es que la lucha contra el cibercrimen en la región es el aspecto que presenta mayor progreso, con Argentina liderando la categoría de seguridad cibernética con 63.64 puntos, mientras que Chile está a la cabeza respecto del nivel de desarrollo digital, con 61.45 puntos.

Frente a este escenario, el futuro en relación a los ataques cibernéticos no se ve muy promisorio: según un reporte de Gartner del año pasado, para 2025 el 45% de las organizaciones de todo el mundo habrá sufrido ataques en el software de sus cadenas de suministro, lo que supone un aumento tres veces superior al de 2021.

Con estos antecedentes, el ejecutivo de Cirion Technologies insiste en que "se vuelve fundamental que las empresas arranquen con la definición de un plan en ciberseguridad que permita establecer políticas de seguridad de la información para, después y de acuerdo con ella, definir las herramientas, controles y procesos idóneos que deben aplicarse, además de elegir un socio estratégico que las apoye para implementar este plan, lo que a su vez les permite concentrarse en el centro de su negocio", finaliza Ricardo Pulgarín.