Diseñan plan enfocado en la búsqueda comunitaria de datos para analizar calidad del agua
Tanto el equipo que lidera la iniciativa como el Consejo Regional precisan que esta es una nueva metodología que marca un hito en la Región, sobre todo al hacer parte a la gente en la recolección de información. Se buscan resolver vacíos y mejorar las políticas públicas.
Un hito en la Región del Biobío. Así califican desde el Consejo Regional y Fundación Manzana Verde una iniciativa que trabajan en conjunto y que tiene por objetivo establecer un monitoreo comunitario y participativo para analizar la calidad del agua que hay en el territorio, todo basado en estrategias de restauración y protección del ciclo del agua. Se trata de un modelo que ha sido exportado a países de América y África con un programa que permite certificar que los datos recolectados por las comunidades sean confiables.
Esteban Flores, coordinador del área de Hidrología de esta ONG penquista, explica que desde septiembre del año pasado mantienen un vínculo con el programa internacional Global Water Watch, cuya metodología es instalar en las comunidades capacidades para que estas monitoreen sus aguas. La estrategia fue tomada por la fundación para satisfacer la necesidad de información sobre la calidad del agua que escasea en Biobío.
"Aprovechamos que organizaciones ambientales, centros de estudio, organizaciones indígenas y algunos municipios tenían la disponibilidad de levantar su propia información y proteger la ecología de sus cuerpos de agua", sostiene Flores.
Por medio de esta metodología traída de Estados Unidos ya se ha logrado capacitar a un total de 34 personas, distribuidas en ocho comunas del Biobío, a fin de iniciar un proceso piloto de monitoreo comunitario que partió en noviembre de 2022. En este instante, la fundación y los consejeros trabajan en una propuesta para ampliar dicho proceso e ir más allá de la autogestión. Se espera que el Gobierno Regional pueda apoyar a las comunidades que participan, financiando la adquisición de laboratorios portátiles y validando la información obtenida para utilizar los datos en la planificación del territorio, es decir, priorizar el uso de los recursos limitados y satisfacer la necesidad de calidad del agua y de salud de los ecosistemas que hay en la zona.
Impactos
El laboratorio portátil es, en definitiva, un kit de monitoreo. Diseñado en la Universidad de Alabama, Estados Unidos, este aparato permite levantar tres tipos de variables de calidad de agua, las que tienen que ver con la temperatura, oxígeno, dureza, los coliformes fecales y los insectos. "Nuestra idea es que a medida en que vamos recolectando estos datos hagamos que las comunidades, además de los municipios y demás instituciones, tomen decisiones que protejan sus cuerpos de agua", dice Flores, quien ejemplifica que en casos de una alta carga de coliformes fecales será posible elaborar un estudio en donde se detecte de dónde proviene la contaminación y así tomar medidas, o también determinar en qué lugar instalar un sistema APR, fuera de una zona de contaminación, cosa que actualmente es difícil de concretar.
El representante de la fundación releva la importancia del rol comunitario, ya que eso permite acceder de manera mucho más fácil a los sitios de monitoreo, "porque las comunidades viven cerca y conocen la realidad de sus cuencas". El otro aspecto destacable, según dice, apunta a los monitores locales, que llevan a establecer una especie de faro en sus comunidades para transmitir mejor la información.
"Entendemos que la voluntad de la comunidad y este trabajo conjunto entre las personas y las instituciones viene a permitir llenar estos vacíos que son para el bienestar de todos y todas", precisa Flores.
El trabajo actualmente se extiende en Tomé, Penco, Concepción, Laja, Los Álamos, Hualpén, San Pedro de la Paz y Lebu.
Pasos a seguir
Ana Araneda, presidenta de la comisión de Medio Ambiente del Consejo Regional, cuenta que la labor con la fundación, que está acreditada por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, se encuentra en una primera etapa de elaboración y conversación.
"Este es uno de los pocos proyectos en donde la sociedad civil se hace cargo de los lugares en donde vive (...) Los datos son súper importantes para la calidad ambiental y para la salud de las personas. Creemos que será un plan que ayudará a la toma de decisiones", plantea Araneda.
Los integrantes de la fundación definen hoy los lineamientos del proyecto, no sólo desde su punto de vista, sino que también en atención a las necesidades planteadas por el Gobierno y Consejo Regional. En el mejor de los casos, se espera que este programa pueda estar listo dentro de septiembre u octubre de 2023, a fin de obtener información comunitaria a partir de fin de año.
8 comunas de la Región participan en el trabajo de la fundación, entre ellas Concepción, Laja, Penco y Tomé.