"NOSTALGIAS"

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Hubo una época en Tomé en que los índices de felicidad para ratones alcanzaron niveles históricos. Mi abuela me contaba que los ratones eran regordetes, no iban a las casas a husmear. Exclusivamente, se alimentaban de granos de trigo guardados en las bodegas Hinrichsen, tomaban vino de las cubas de la calle Maipú, se cobijaban en paquetes de fina lana de oveja de la bodega Schmutzer de la fábrica Bellavista. Incluso, algunos, más osados, tenían exclusivas vacaciones en las costas de California, Estados Unidos, yéndose cómodamente en barcos a vapor.