La ciudad de Concepción es una de las tres principales ciudades de Chile y tiene una rica experiencia urbana en temas de reconstrucción post terremotos y tsunamis. Registra en su historia urbana al menos nueve grandes devastaciones y un cambio de emplazamiento desde su fundación en Penco, el año 1550. En varios de estos eventos naturales solo sobrevivía el trazado de las calles, veredas y plazas, solo un dibujo sobre el territorio, sin edificaciones que resistieran los embates de la naturaleza.
Estos sucesivos terremotos aceleraron los cambios urbanos que ha experimentado la ciudad y reflejo de esto son las distintas imágenes urbanas que se recuerdan de ella y que encontramos decorando los espacios penquistas. Probablemente, las más comunes son del Concepción neoclásico, como las antiguas torres de la Catedral que se alzaban frente a la Plaza de la Independencia antes de ser afectadas por el gran terremoto de 1939, o la antiguas arcadas del Portal Cruz.
Tras las mencionadas devastaciones se diseñaron varios planes de reconstrucción que han permitido a la ciudad mejorar la adaptación al territorio, aplicando nuevas ideas o estilos arquitectónicos y urbanos, que han buscado que los edificios y los espacios públicos sean capaces de resistir y contener de la mejor manera posible a sus infraestructuras y a su población luego de una emergencia generada por un sismo. Los conceptos de "resistir" y "contener" se aplican primero a las infraestructuras y edificios que deben ser lo suficientemente fuertes para soportar las grandes fuerzas sísmicas que se liberan durante un terremoto. En este sentido, sabemos que hoy la normativa chilena antisísmica es una de las más desarrolladas internacionalmente junto a la japonesa, con lo cual las comunidades saben que sus edificaciones y sus infraestructuras urbanas deben resistir sin llegar al colapso.
En el concepto de contener a las comunidades luego de una emergencia sísmica es donde la ciudad debe mejorar bastante. Los espacios públicos como calles, plazas y parques se deben pensar bajo el concepto de la contención para facilitar el refugio temporal luego de dejar sus casas o departamentos. Esto se hace más necesario hoy puesto que vemos un aumento de población en el Gran Concepción. Dichos espacios públicos tienen que dotarse de todos los servicios básicos que apoyarán a las personas a superar la emergencia. Para el caso de Concepción, por ejemplo, el parque Ecuador debería ser el principal lugar de refugio temporal, pensado y diseñado bajo una estrategia resiliente.
Punto aparte son los bordes urbanos- costeros, que están expuestos a los embates de los tsunamis y que son, probablemente, los menos adaptados a sus territorios, dejando a las comunidades expuestas frente a estas amenazas naturales. Sabemos luego de realizar un trabajo de investigación en conjunto con la Universidad de Yamaguchi, Japón, que las comunidades costeras del Biobío están muy bien preparadas para una evacuación rápida y eficiente luego de una alarma por tsunami. Sin embargo, esto contrasta con la calidad y diseño de la infraestructura urbana para la evacuación, como vías y lugares seguros sobre la cota + 30 metros. Estos aún no tienen un estándar que asegure una buena contención de las personas al momento de evacuar.
Una buena medida sería declarar tanto a las vías de evacuación como a los lugares seguros espacios públicos patrimoniales, puesto que han sido utilizados históricamente por las comunidades a través de los años para este efecto. Como ejemplo, pueden ser las vías y lugares seguros que se ubican en Talcahuano, en los cerros cercanos al borde mar, lo que facilitaría su implementación y mantención en el tiempo.