Mayor vegetación por últimas lluvias amenaza con potenciar incendios forestales en verano
Expertos del área aseguran que el panorama será más complejo de lo normal. Por lo mismo, llaman a fortalecer el trabajo preventivo en zonas rurales y de interfaz, acentuar el rol de las municipalidades y plantear soluciones asociadas al ordenamiento de las plantaciones.
La temporada de incendios 2022-2023 comenzó el pasado 1 de julio. A la fecha, en un período aún marcado por el invierno, la Región del Biobío no registra mayores emergencias, por lo que cualquier persona podría pensar que durante la época estival el panorama debiese mantenerse en un término semejante, sobre todo a raíz de las fuertes lluvias que hubo en los últimos meses. Sin embargo, lluvia en invierno no necesariamente es sinónimo de pocos incendios en verano.
Según expertos, si bien el agua caída es un factor que retarda el inicio de las emergencias forestales, la humedad generada y que ya hay en estos momentos es un ingrediente perfecto para que los pastizales de áreas rurales y de interfaz crezcan con mayor fuerza, a diferencia de lo que sucedía en los años recién pasados cuando la lluvia escaseaba. Se trata, en suma, de la aparición de un combustible fino que favorece la ignición y propagación rápida del fuego, tal como sostiene Eduardo Peña, jefe de la carrera de Ingeniería en Conservación de Recursos Naturales de la Universidad de Concepción.
Desde Burgos, España, el ingeniero forestal y profesor asociado de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Gustavo Saiz, agrega que al caer agua en meses de invierno y primavera se propicia la aparición fuerte de vegetación herbácea que, ante un clima caluroso posterior, puede ponerse en contacto con la vegetación leñosa y generar incendios de copas y transmitir el fuego de una manera más virulenta.
Eso sí, precisa que las lluvias también son esenciales para rellenar acuíferos e incrementar la humedad de los pinos, eucaliptos o bosque nativo, con lo cual se podrían defender bastante mejor respecto a los incendios.
Conaf
Desde la Corporación Nacional Forestal (Conaf) concuerdan con la mirada de los académicos. Rodrigo Jara, director regional de la entidad, plantea que esta será una "temporada compleja" que está marcada por altas temperaturas, aunque con baja humedad relativa, algo muy similar a lo ocurrido recientemente en países del hemisferio norte.
"Uno de los análisis que ha desarrollado nuestra Gerencia de Protección Contra Incendios Forestales prevé que hacia noviembre exista una tendencia de precipitaciones bajo lo normal, en especial en la zona centro sur. Y si a eso sumamos que la humedad del suelo presenta una alta anomalía negativa en comparación a los últimos cinco años, se genera un escenario que no es favorable, a lo que se añade la cantidad de vegetación que ha ido aumentando producto de las lluvias", proyecta el directivo local.
En el marco de este desalentador panorama, la Conaf profundizó durante otoño e invierno la educación ambiental y la realización de charlas y talleres, con el objeto d extender contenidos de prevención a niños y vecinos, especialmente aquellos que habitan zonas de interfaz. De cara a primavera iniciarán actividades de silvicultura preventiva para iniciar la labor de construcción de cortafuegos.
"En esta época el llamado es a prepararnos para enfrentar los meses de primavera y verano en todo lo que significa la gestión de riesgo de incendios forestales, es decir, la preparación de los entornos, de la vegetación aledaña, todo lo que tiene que ver con silvicultura preventiva y la coordinación entre vecinos que habitan en zonas de interfaz", puntualiza.
Mecanismos de prevención
Una de las señales negativas en todo esto tiene que ver con los últimos incendios a nivel mundial, que se propagan a una tasa mayor a la capacidad de los equipos de emergencia, según plantean los profesionales. Por lo mismo, insisten en que a futuro debe haber un cambio cultural en los propietarios de zonas más rurales para que limpien y despejen entre unos 25 y 30 metros el pasto o maleza que hay alrededor de sus viviendas.
Si bien dicen que los programas de prevención son positivos, advierten que estos no alcanzan para todos, por lo que se requiere una mayor labor de las municipalidades, entendiendo que la Conaf no tendrá los suficientes funcionarios para cumplir dicha tarea.
"En un trabajo que hicimos en las comunas de Florida y Quillón, vimos que el 30% de las viviendas estaban preparadas, mientras que el otro 70% estaba con riesgo de incendiarse, porque sus moradores no limpiaban", revela el académico Eduardo Peña.
Por otro lado, Gustavo Saiz llama a establecer un trabajo de más largo aliento y que toca los intereses de las empresas forestales, a fin de disminuir el impacto de los incendios forestales en un contexto de cambio climático que cada año es peor: "Hace falta un ordenamiento del territorio más integrador, es decir, un paisaje mosaico, en donde convivan plantaciones forestales no tan continuas con zonas de matorral, de bosque esclerófilo, frutales o de pastoreo intensivo".