Desde que la ciudad de Concepción fue trasladada en 1765 desde el emplazamiento actual de Penco al valle de La Mocha, cambió radicalmente su identidad urbanística. Pasó de ser una ciudad-puerto enclavada en una pequeña plataforma costera en la bahía de Concepción, a una rodeada de pequeñas lagunas ubicada en un amplio campo arenoso entre los ríos Andalién y Biobío. Su antiguo trazado irregular cambió a uno matemáticamente planificado de damero, típico del siglo XVIII.
Hasta principios del siglo XIX la ciudad no ocupó su planta proyectada en la colonia. Lamentablemente, el terremoto de 1835 destruyó lo edificado y se transformó en el hito refundacional de la ciudad, cuyas líneas generales perduraron hasta el terremoto de 1939.
Durante el progreso industrial de la provincia se construyen los ferrocarriles (1873-1888), cuyo trazado delimitó el casco histórico, separándola del río Biobío. Por ello, el crecimiento del casco original quedó constreñido por el río, el cerro Caracol, la línea férrea y las lagunas.
A fines del siglo XIX y comienzos del XX las instalaciones industriales ocuparon el terreno entre el ferrocarril y el río Biobío, separando a este del casco histórico, que comenzaba a perfilar edificaciones en altura junto con los primeros avances en transporte público y alcantarillado. Esta nueva cara fue duramente afectada por el terremoto de 1939.
Las décadas del cuarenta y del cincuenta son testigos de las primeras "tomas" territoriales alrededor de la ciudad, produciendo un crecimiento desordenado y precario cuyos testimonios aún perduran.
A principios de nuestro siglo la ciudad logró reconectarse con sus ríos, mejoró las condiciones de muchas poblaciones y comenzó un proceso de construcciones de altura en el centro histórico. Esto la llevó a rediseñar sus vías comunicacionales terrestres con modernas autopistas que la reintegraron al Chile central y la transformaron, otra vez, en polo de desarrollo industrial junto a la vecina ciudad puerto de Talcahuano.
Este explosivo progreso tuvo consecuencias no previstas. El crecimiento de la planta urbana fue ocupando terrenos hasta absorber parte de Talcahuano y Penco, y "anexionó" definitivamente a San Pedro de la Paz y Chiguayante, transformándola en una metrópolis de cerca de un millón de habitantes. Esto ha producido una difícil y confusa planificación vial que se ha convertido en su principal problema.
Otro efecto de esta pujanza y desarrollo es la casi completa desaparición del patrimonio arquitectónico urbano y ambiental de una ciudad que, golpeada por la naturaleza y la indiferencia de parte de las autoridades y de la misma población, corre el riesgo de perder la identidad que mantuvo por siglos y que la destacaba como la capital del sur de Chile y perla viva y hermosa del Biobío.