Patricia Chavarría, la folclorista e investigadora cautivada por el campo
A cargo de un gran archivo de cultura tradicional, la profesora acaba de presentar una obra que reúne a cuatro cantoras populares del Maule, Ñuble y Biobío.
Si bien abrió sus puertas en 2005, en dependencias de la Corporación Cultural Artistas del Acero, lo cierto es que el Archivo de Cultura Tradicional resguarda el extenso trabajo de investigación y rescate que su directora lidera desde 1964.
Constituida como una especie de "Violeta moderna", la folclorista e investigadora Patricia Chavarría es todo un símbolo y referente en su área de estudio.
Nacida en Concepción, desde pequeña se interesó por la música campesina influida por su familia. Una vez convertida en alumna de Gabriela Pizarro, a los 18 años inició su acercamiento al mundo rural, donde se involucró con diversas comunidades y conoció su trabajo artístico.
Desde estos inicios proviene parte de "Entre la vida y el canto", libro que la profesora lanzó a fines de abril en Artistas del Acero.
"Aborda la vida y el canto de cuatro cantoras campesinas del Maule, Ñuble y Biobío. Una de ellas, por ejemplo, empecé a entrevistarla en 1966, nos hicimos amigas y hasta su fallecimiento nunca dejamos de tener contacto", comenta la investigadora.
"La idea es hablar de ella, su entorno, cómo aprendió y cómo veía la música. Dar una visión amplia, mucho más allá de lo personal, refiriéndose a la comunidad donde vivió", destaca.
En el Maule, la publicación de cerca de 100 páginas aborda la vida y obra de Rosa Hernández y Carlina Vega; en Ñuble, la de Maximina Astudillo; y en Biobío, de Mery Lazcano.
Financiado por un Fondo de Desarrollo Cultural y de las Artes 2020, del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, el texto incluye un DVD de 12 temas de estas autoras, interpretados por Gloria Toro, Milka Ramos, Trigal Gallegos, Felipe Ramos y Amanda Montecinos. Estas canciones también están disponibles en su canal de YouTube.
La investigación
Con una idea materializada en estos últimos años, para la investigadora siempre tuvo la idea de esta obra. "Empecé a trabajar el estudio de la vida campesina en 1964, ya en los 90 ó 2000, esto era una necesidad", reconoce.
"Por ejemplo, si hablo de Maximina Astudillo, de Quirihue, yo no iba a entrevistarla, yo soy amiga de las cantoras. Conozco su entorno, su comunidad, sus fiestas, penas y alegrías. Eso permite conocer a la persona desde dentro, junto a las comunidad. Incluso, quedó mucho fuera", declara.
- ¿Por qué se decantó por estas cuatro historias?
- El proyecto que planteamos era una cantora por región. A la señora Rosa Hernández, del Maule, la conocí en los 70. Incluso, fuimos comadres, porque fui madrina de su guitarra. También se produjo este estar permanente conviviendo con ella. De lo que ahora es Ñuble, a Maximina la conocí en 1966. Del Biobío, la señora Mery Lazcano, también la conocí en los 70. Ellas son las tres del principio, pero hay una cuarta del Maule, Carlina Vega. Un alumno que llegó a un taller de guitarra escuchó su canto y le impactó tanto, que yo le pasé todas las entrevistas y él hizo un cancionero virtual. Al verlo tan claro sobre su importancia, le pedí que escribiera.
- Esta iniciativa fue financiada por un fondo, pero en el caso de su larga obra investigativa, siempre ha dado la idea de que la ha construido a pulso, ¿cuánta ayuda pública o privada ha existido en lo que ha hecho?
- La mayor parte de mi trabajo la hice a pulso, mucho más que la mitad por lo menos. En 2005, Artistas del Acero me acogió y ahí tenemos hasta hoy nuestro Archivo de Cultura Tradicional. Nos han dado infraestructura, un sueldo para mí y la antropóloga. Ahí hemos sido acogidos y podido recibir a muchas personas interesadas. Ahora comenzaremos a ir a los colegios, con temáticas que les interesan. Los niños también han ido al archivo, eso es muy bonito.
-Eso es gran parte de la labor que hace con su equipo, y que las nuevas generaciones entiendan la importancia del archivo…
- Una de las cosas que me motiva, justamente, es el trabajo con los jóvenes. Son muchos interesados en conocer quiénes son y de dónde vienen. Sus raíces. Tiene un sentido trascendente, conozco jóvenes de menos de 30 años, que están realizando investigaciones muy importantes. Es motivante para mí que se hagan preguntas y no esto de recibir lo extranjerizante, o lo distorsionado de lo que somos, con un sentido comercial. Si no de ir a la semilla, una que florece en ellos mismos.