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Según catastro que levantó el Indap y que sumó 356 hectáreas con daños

Incendio de Yumbel afectó a un total de 76 agricultores

Viñateros y emprendedores de la zona aseguran que pese a la afectación sufrida igualmente buscarán reimpulsar sus negocios. Eso sí, dicen que la ayuda estatal será clave.
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Por Nicolás Álvarez Arrau

Un total de 4.800 hectáreas y 18 viviendas fueron consumidas tras el último incendio que azotó a Yumbel, según datos entregados por las autoridades. A estas cifras, sin embargo, hay que sumar las que muestra el catastro liderado por Indap, organismo que posterior al siniestro realizó un levantamiento de información en el cual se evidenciaron pérdidas en inversiones productivas fundamentales para el desarrollo económico y de subsistencia de los pequeños productores de la comuna.

Según el informe que gestionó el Área Indap Yumbel, los equipos técnicos del Programa de Desarrollo Local (Prodesal) y el Servicio de Asesoría Técnica (SAT), se catastraron 76 agricultores afectados -entre usuarios y no usuarios Indap- de los sectores de El Pajal, Perigallo, Santa Rosa de Choigue, San Miguel de Unihue, La Chicharra, Nahuelcura, camino a Rere, Quinquehue, Las Nieves, Río Claro, Quebrada Honda, Curaco, Los Quillales, El Rosal, Los Lirios, Cerro Parra, Palo Botado y El Sausal.

Asimismo, se calcularon 356 hectáreas quemadas y 95 mil metros de cercos dañados, además de pérdidas en la producción agrícola, focalizada principalmente en viñas (plantas y uvas), colmenas, bodegas, invernaderos, animales (bovinos, caballos, cerdos y abejas), cabañas de turismo rural, gallineros, galpones, leñeras, y equipamiento productivo (gamelas, despalilladoras, estanques de acero, bebederos o mangas).

A lo anterior se suman daños en infraestructura de riego, cereales, leguminosas, rosa mosqueta, frutales de cerezos, nogales, duraznos y castaños, así como praderas naturales y suplementarias, fardos, y plantaciones de bosque nativo, pino y eucalipto.

Desde Indap explican que para gestionar los recursos a estas personas, es necesario una declaración de emergencia agrícola en la zona. Para ello, este organismo debe solicitar a la Seremi de Agricultura que convoque a la Comisión Asesora Regional en Gestión Integral de Riesgos (CARGIR), que integran los organismos agro del Biobío para su aprobación o rechazo, en paralelo a la concreción del Comité Regional de Emergencia de Indap y que integran los jefes de unidades de la institución.

En caso de aprobarse la emergencia agrícola en ambas instancias, la solicitud es levantada a la Dirección Nacional de Indap para que evalúe y declare dicha acción por incendios forestales, activando de forma inmediata el apoyo a los agricultores.

AYUDA PÚBLICA Y REACTIVACIÓN

Sergio Hidalgo fue uno de los productores más golpeados, ya que de las casi 10 mil plantas de uva país que posee, 2 mil 500 resultaron quemadas, a lo que se agrega una bodega con 3 mil litros de vino y una máquina despalilladora que también resultaron siniestradas. En total, este viñatero vio cómo se hicieron cenizas unos $20 millones. "Si recibo ayuda estatal, me gustaría hacer de nuevo mi bodeguita y tener mi máquina, porque ya no soy joven y levantar otro emprendimiento para mí ya es un poco difícil, y la salud tampoco ayuda mucho. Si no llega nada, tendría que vender solo la uva y no hacer más vino, además de desprenderme de algunas viñas", relata.

Como él, el productor Eduardo Valenzuela cuenta que en su caso fueron 4 mil las plantas de viña quemadas, más un pedazo de bosque, aunque reconoce que el impacto es menor si se considera que posee unas 90 mil plantas. El mayor perjuicio, indica, es la pérdida patrimonial que experimentó tras el incendio, pues sus viñas datan hace más de 400 años.

"Para que la viña vuelva pasarán unos tres años. Igual tendré una merma porque se pierde todo el trabajo, la poda, el azufre y varias lucas, como unos $20 millones. Mi idea es que esto vuelva a brotar, porque uno vive de las viñas y no se pueden dejar botadas. A mí me costó tenerlas y comprarlas, así que de alguna manera hay que recuperarlas, y eso a mí me gusta", sostiene.

Magdalena Jara, encargada de Ventas de Viña Quinta Rosa, se vio despojada de 8 mil plantas, es decir, casi la mitad de lo que representa su emprendimiento. Pese a todo, asegura que con su familia piensan seguir en el rubro y "trabajar triplemente bien" toda la zona arrasada, a fin de que vuelva a dar lo que daba en sus mejores tiempos.

"Esto es algo que nos apasiona con la familia y es algo que lo llevamos en la sangre. Desde la generación de mi abuelo vendíamos vino de viñas ancestrales de 400 ó 300 años. La tercera generación logró llevar a botellas. Vamos a hacer lo humanamente posible para sacar toda la maleza o hacer una labor más personalizada", aventura.

Si bien está en un rubro distinto, Doris Vallejos también siente que el incendio que le tocó vivir y que destruyó de forma completa dos de sus tres cabañas -avaluadas en unos $50 millones, en total- no le impedirá resurgir en el agroturismo.

"Esto es lo que conozco y es mi sueño, así que nosotros seguiremos con lo mismo. Sé que este es un porrazo, pero hay que levantarse y comenzar a instalar todo de nuevo, aunque eso dependerá mucho del aporte que nos pueda entregar el gobierno. Si lo hacemos de forma particular, nos costará mucho más", subraya, a la vez que agrega que el hecho de reponer su emprendimiento permitirá que los emprendedores que viven a su alrededor igualmente se vean favorecidos al poder vender otra vez tortillas, tomates, lechugas, huevos de campo, pollos o vinos a los turistas.

Opinión

Cómo enfrentamos la crisis hídrica desde nuestra operatividad

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Vivimos una época decisiva para la vida humana en el planeta. La han llamado Antropoceno, dado que los cambios que experimentamos tendrían su origen en la actividad humana.

Hoy, el aumento de la temperatura de la Tierra es un desafío urgente. Gran parte de la crisis climática que vivimos, a través de la sequía, tiene su origen en las emisiones de gases de efecto invernadero.

En este contexto, cabe compartir con nuestra comunidad qué estamos haciendo como responsables de producir, distribuir y descontaminar las aguas que utilizan las ciudades.

Lo primero fue anticiparnos a los potenciales impactos de la escasez hídrica en las fuentes que usamos para proveer agua a las ciudades, que se traduce en un plan de inversiones por 60.000 millones para construcción de nuevas fuentes, plantas productivas, obras para mejorar y asegurar la calidad de fuentes, y nuevos estanques.

Además, seguimos avanzando en planes para mejorar nuestras eficiencias internas y responder a las actuales expectativas de las personas que atendemos. Esto nos ha permitido dar una respuesta acorde a las necesidades en la pandemia.

Sin embargo, esto no es suficiente, es necesario un cambio en el comportamiento del uso y consumo del agua; no solo del consumo residencial, que representa un 6.3%, sino que todos los actores que hoy usan fuentes de agua dulce superficial y subterránea. Si bien, en nuestra región la situación no es apremiante como en otras zonas del país, es desigual. 140 mil personas no cuentan con acceso seguro a agua potable. Más que un número, se trata de familias, niños, jóvenes, adultos y personas mayores con dificultades para abastecerse de agua. Un problema que nos importa y una oportunidad para la colaboración público-privada que ha caracterizado al modelo sanitario chileno.

Por eso nos propusimos avanzar en dar seguridad hídrica a los servicios sanitarios rurales a través de un plan de acceso universal. No significa que reemplacemos a los sistemas de agua potable rural y su gobernanza comunitaria, sino asegurarles que tengan agua siempre.

Catastramos 40 sistemas de agua potable rural que tienen un déficit de producción y están a menos de 10 km de alguna zona de operación de Essbio. Ello permitiría dar una solución estructural y de largo plazo para estos comités de agua potable, respetando su autonomía.

El propósito del acceso universal al agua es fuente de colaboración entre sociedad civil, empresas y Estado que nos desafía a innovar. Como empresa de agua potable necesitamos ir a este desafío y aportar nuestra experiencia, conocimiento técnico, y también nuestra capacidad de soñar un nuevo futuro, más sostenible e inclusivo.

Cristian Vergara Castillo

Gerente general Essbio

Mutual recertifica con Sello Covid-19 a ENAP por medidas preventivas

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Enap recibió una recertificación por parte de la Mutual de Seguridad tras haber logrado implementar en un 100% los protocolos preventivos, normativas y medidas de seguridad exigidas por el Ministerio de Salud, así como también las definidas por la propia empresa para resguardar a quienes trabajan en la estatal.

El sello fue otorgado a través de una ceremonia virtual encabezada por gerentes de la compañía, donde se les señaló el reconocimiento por contar con las medidas requeridas por la autoridad y recomendadas como mejores prácticas para evitar la propagación de contagios en todas las Unidades de Negocio de Enap en Chile.

El gerente corporativo de Clientes y Operaciones de Mutual de Seguridad, Rafael Herrera, destacó la operación de Enap y celebró que mantengan este sello en todas las Unidades de Negocio. "Todo ello refleja que el proceso que se hizo esta vez ya contaba con una base sólida que permitió avanzar hacia esta recertificación", puntualizó.

En tanto el gerente general (i), Julio Aranis, agregó que "como empresa pública estratégica para el abastecimiento del país, nos llena de orgullo saber que seguimos cumplimiento rigurosamente con las medidas definidas por la autoridad y por nosotros mismos, para cuidar de todos y todas quienes son partes de Enap".