"Es importante transmitir que estos escenarios se pueden volver a repetir"
La sobreviviente de la caída del edificio del mismo nombre, ha liderado por estos 12 años un trabajo de reflexión en torno a la gestión de desastres, que va mucho más allá de los terremotos y que implica conocer el espacio que se habita.
"Para nosotros es súper importante conmemorar el 27F, no sólo recordar que vivimos y protagonizamos un desastre, sino que también vivimos un proceso de recuperación, que aún está en curso y que es súper complejo, pero también es relevante transmitir que estos son escenarios que se pueden volver a repetir". Con esas palabras Mónica Molina, presidenta de la Fundación Alto Río, releva los 12 años que se cumplieron del megaterremoto y tsunami del 2010 como un momento en que se debe reflexionar sobre cómo estamos preparados para los desastres.
La psicóloga de profesión, sobreviviente de la caída del edificio de Alto Río, insiste en que, aunque hayan pasado 12 años y ya haya decaído el afán de conmemoración de esta fecha, como institución siempre la visibilizarán, "para, de alguna manera, sensibilizar a la comunidad respecto de que vivimos en un país no sólo sísmico, sino que, con características geográficas tan particulares, que después de nuestra experiencia, sería irresponsable no preocuparnos de estar preparados para los eventos que pudiéramos vivir".
Claro que falta por avanzar, indica. Especialmente en gestión de riesgo y en memoria, pero no sólo para que quede en el papel o una obligación institucional, sino que como algo internalizado dentro de las comunidades. Lo mismo sucede, apunta, con el proceso de reconstrucción, que también debe ir siendo reevaluado, especialmente, cuando se hizo de forma rápida para dar techo a los afectados.
-A 12 años del megasismo, ¿podríamos decir que estamos más preparados y que aprendimos algo sobre desastre? Algunos municipios abrieron sus departamentos de Gestión de Riesgo.
-Me parece que, si bien nuestro país ha ido avanzando hacia una mejor sensibilización sobre la gestión de riesgo, si nos hubiéramos tomado en serio este tema, hace rato todos los municipios tendrían unidades o departamentos de gestión del riesgo. Yo creo que el ejercicio que tienen que hacer los servicios públicos es preguntarse qué es la gestión del riesgo, para qué sirve, porque tampoco se trata de tenerlos porque es la moda o porque la política lo pide. ¿Qué hace un municipio con esta unidad? Siguen funcionando de la misma manera y no se minimizan los riesgos.
-¿Qué deberían estar haciendo?
-Hoy están respondiendo, se están abordando las contingencias, pero no se está gestionando. No se está haciendo nada para transformar las circunstancias del habitar en las ciudades. Creo que hay preguntas base que tenemos que hacernos.
-¿Qué pasa con el aprendizaje desde la comunidad? Porque hace un par de años vimos como las casas palafitos se transformaron y alcaldes reportan que ya hay construcciones en el borde costero nuevamente.
-Me parece que para el proceso de reconstrucción en Chile se trabajó demasiado rápido en darle una nueva fachada a las zonas afectadas y se dedicó poco tiempo a la reflexión de base, al desarrollo técnico y profesional para dar mejores soluciones. Entiendo que los damnificados no pueden esperar y necesitan soluciones de habitabilidad, pero si tomamos como ejemplo las casas palafito, significa que el concepto no se entendió. Gran parte de los damnificados de Dichato, que fueron desarraigados de la costa, hoy viven en zona de riesgo, pero de incendio forestal. Eso habla de procesos no pensados.
-¿Hay una mirada de que lo hecho se debe ir revisitando?
-La respuesta tiene que ver con un proceso previo de análisis profundo y de reconocimiento de los territorios y ese proceso se hace mientras no tenemos desastre. Tenemos que mirar bien lo que está pasando en los territorios, cuando tenemos que generar identidad territorial, alianzas colaborativas, todo eso que se invierte cuando no hay desastre. Eso hace que la respuesta funcione bien, de manera inteligente.
-¿Qué sucede con el acto de recordar? Hoy no existe un espacio físico donde se vea retratado este desastre.
-Creo que sería genial contar con espacios en museos, que se hable de la sismicidad del país o de nuestra historia con los desastres, que niños puedan tener experiencias perceptuales con sismicidad y que tempranamente generen experiencia en relación a la realidad chilena. Y así, cuando sean ingenieros, tengan claro lo técnico, pero también lo ético en la construcción o si van a ser del área de la salud, vea el área mental asociados a eventuales desastres.
-¿Y un espacio conmemorativo?
-Para mí hubiera sido ideal que donde estaba el edificio Alto Río se hubiera construido un espacio para hablar de estos temas, para hacer conferencias, para tener unas galerías donde, a través de las letras, se pudiera hablar de los desastres, se pudiera transparentar la experiencia de las personas. Faltan espacios físicos, pero también espacios de conexión con las personas, de hablar estos temas, no para lamentarnos, sino que para construir juntos como sociedad comunidades más resilientes.