El trabajo preventivo: la principal estrategia tras la tormenta de fuego de 2017
Luego de que en el fuego consumiera casi 100 mil hectáreas de la Región, todavía se busca que la comunidad tome conciencia de que aun con todos los recursos disponibles, emergencias de este tipo pueden volver a ocurrir.
Por Karlyng Silva Leal
En el verano de 2017 se produjeron 353 focos de incendios entre el 18 de enero y el 5 de febrero en la Región del Biobío, las temperaturas se elevaron, la intensidad del fuego alcanzó los 60 mil kw/m por hora y la velocidad de propagación aumentó a 6 kilómetros por hora. Todo esto resultó ser un incendio de sexta generación, un evento que no tenía registro a nivel mundial, demostrando una afectación impresionante que no dejó a nadie indiferente.
Desde diciembre de 2016 comenzaron a generarse diferentes focos de incendio en toda la región, la situación preocupó porque recién iniciado el periodo estival se mantenía un alza en estos indicadores respecto al año anterior, siendo el primer gran incendio de la temporada uno registrado en Bulnes el 19 de enero y que arrasó con 20 casas. Sin embargo, el incendio que se produjo a continuación en Florida tardó 17 días en estar en ser controlado, no sin antes destruir 25 mil hectáreas y llevarse con ello 181 casas, la mayoría segundas viviendas.
Paralelamente, en la región iniciaron una serie de incendios tanto en áreas rurales como en los límites de grandes zonas urbanas, como el caso de Concepción, Penco, Tomé, Hualqui, Chiguayante, Santa Juana, Dichato, Los Ángeles, Yumbel, San Nicolás, entre muchas otras, así como sectores determinados que fueron amenazados por el fuego.
Actualmente, para no llegar a situaciones límites como aquella, las distintas instituciones han aumentado sus recursos, los cuales son utilizados hoy de forma coordinada bajo lo que se denomina "Protocolo de Comando Unificado", donde participa Conaf, Onemi, municipios, Carabineros, PDI y empresas forestales para combatir el fuego.
De todos modos, el director regional de Conaf, Francisco Pozo, aclaró que ni con todos los recursos disponibles se puede aseverar a ciencia cierta que la preparación es suficiente para enfrentarse a una emergencia similar en la actualidad.
"En nuestro caso, estamos haciendo todos los esfuerzos, coordinando todos los recursos de la región y a nivel nacional para combatir a través de este protocolo de comando. Instruir y ver las estrategias, que todos participen para que no se genere un incendio de gran magnitud. Para eso estamos trabajando y coordinándonos, porque somos conscientes del peligro", sostuvo.
GRAN IMPACTO
El director regional comentó que esa temporada marcó un antes y un después: "se produjo un incendio de sexta generación, un mega incendios con una columna de conversión que llegan a km de altura y de repente se desploman y saltan pavesas (brasas encendidas) a km y van generando nuevos incendios. Eso en Chile no existía hasta el 2017 y efectivamente en ese momento no estábamos preparados para un incendio así, que usualmente ocurren en Australia o California", detalló.
Por otra parte, Pozo reconoció que tras el 2017 la prevención se convirtió en un aspecto fundamental y como tal, los recursos y estrategias se volcaron a fortalecer acciones en dicha línea, ya que la prioridad en una emergencia de este tipo es el resguardo de viviendas y luego el bosque, pero que eso implica que el incendio mismo se extienda por otros frentes.
"Este año llevamos 600 comunidades preparadas, sobre todo en zonas de interfaz, donde se les explica que deben conocer su sector, los puntos críticos y qué hacer para que el fuego no afecte su casa en caso de que exista un incendio cercano y solo como Conaf llevamos más de 650 km de cortafuegos en la región", explicó.
Por otra parte, Conaf ha fortalecido el trabajo de educación ambiental y durante el 2021 fueron 17 mil los niños de la región que, con ayuda de sus profesores, participan en programas de concientización y responsabilidad, esto considerando un enfoque en que los niños serán los adultos responsables del futuro que deberán encargarse de estas emergencias.
RESTAURACIÓN
De las casi 100 mil hectáreas consumidas por el fuego, 73 mil eran de bosques y de estas 60.280 hectáreas corresponden a plantaciones, mientras que 6.646 a bosque mixto y 6.248 a bosque nativo. En cuanto a la restauración de estos terrenos, dejando fuera los terrenos forestales, el directo de Conaf, indicó que en Chile no existe una ley de fomento forestal que apunte a recuperar de bosques quemados, pero que de todos modos Conaf interviene anualmente en cerca de 2.500 hectáreas en esta línea.
"Vamos en ayuda de propietarios que se le quemaron bosques, trabajamos en preparar el terreno, la reforestación, les entregamos recursos y ellos también aportan, les enseñamos técnicas y disponemos de profesionales", comentó.
En cuanto al proceso, el Jefe de carrera de Ingeniería en Conservación de Recursos Naturales de la UdeC, Eduardo Peña, explicó que si bien los procesos de recuperación de bosques son lentos y requieren cuidados. Sin embargo, comentó que el escenario es distinto para los bosques nativos y para las plantaciones, ya que los primeros tienen la capacidad de rebrotar de forma natural durante el primer año mientras no exista riesgo de erosión en el terreno mientras que, en las plantaciones, que se encuentran libres de combustible grueso, los árboles quemados son talados y se vuelve a plantar la misma especie.
"En la mayoría de las zonas afectadas ya casi no se nota donde se quemó, lo que se rebrotaron ya tienen 3 o 5 metros de alto. Pero el mayor daño impacta al bosque nativo, porque el juego y el tiempo de resistencia es mayor y puede arder más de media hora en un mismo punto, lo cual aumenta la gravedad y seriedad", agregó.
De acuerdo a lo señalado desde Conaf, la temporada vivida en el verano de 2017 marcó un antes y un después en torno a la prevención.