Se dice que a fines del Siglo XIX un torrente fluvial cristalino caía del cerro Caracol hasta llegar al Río Biobío justo en el Barrio de las Niñas. Lugar donde ya cansados de un largo viaje en carreta familias inmigrantes españolas, alemanas, inglesas y francesas que venían a residir a este lugar, empolvadas por el camino, se bajaban de su carruaje a disfrutar del agua cristalina y al mismo modo bañarse para ingresar de forma digna a sus respectivas quintas con grandes jardines.
Luego a principios del siglo XX comenzó a funcionar lo que era el tranvía tirado por caballos. Que llegaba exactamente hasta el obelisco de la Plaza de Aguas de las Niñas. Existía un tornamesa que conducía el vagón del tranvía de vuelta a la ciudad de Concepción.
El profesor arquitecto Luis Darmendrail nos aclaró que este distinguido Barrio de las Niñas es el que corresponde hoy en día a la Avenida Pedro de Valdivia hacia lo alto. Con un lenguaje común, una arquitectura derivada del neoclásico llena de historia, conservadora.
Hoy ya no están esas aguas para las niñas, solo vestigios, un monolito, una especie de obelisco al final de Barrio Pedro de Valdivia donde termina la comuna de Concepción y comienza la de Chiguayante con una placa "Plazoleta Barrio Agua de las Niñas" que nos hace viajar en el tiempo a través de una memoria colectiva que se compartía con los relatos de diferentes generaciones donde nos recuerda que algún día existió un corriente natural que daba la bienvenida de un largo viaje para llegar a sus respectivos hogares.