Hace dos meses la ciudad de Concepción cumplió 471 años de vida. Han sido años de desarrollo y florecimiento, pero también de infortunios y calamidades.
En efecto, al revisar las imágenes de la ciudad de los últimos años, es posible comprobar que ésta ha sabido reinventarse al cabo de los desastres que la han asolado. El terremoto de 1939 permitió trazar la Diagonal Pedro Aguirre Cerda alterando el tradicional damero; se ensancharon calles como Barros Arana, O'Higgins, Los Carrera y Arturo Prat. Lo excepcional, es que todo ello se logró en tan sólo 10 años: entre 1940 y 1950. En ese decenio se construyó el conjunto habitacional en torno a la Plaza Perú, el Edificio de Correos, la Tesorería, la nueva Estación de Ferrocarriles, la Catedral y algunos edificios de la Universidad de Concepción. Estas y muchas otras obras terminaron por renovar el rostro de la ciudad, borrando los vestigios del terremoto de 1939.
Por su parte, luego del terremoto de 1960 sobrevino una nueva ola de intervenciones transformadoras. Así, se levantó la Remodelación Paicaví, los departamentos de la Laguna Redonda y el edificio Tucapel. Resulta paradójico que, entre 1960 y 1970 Concepción volviera a reinventarse, tal como lo hizo antes: ¡También, en 10 años! Además, el nuevo rostro de Concepción mostraba una ciudad que se empinaba al cielo, con edificios tales como el FIUC frente a la Plaza Independencia, el edificio La Patria, el edificio Campos Harriet, (en Rengo entre Freire y Barros Arana), el edificio Montealegre en San Martín y muchos más, todos ellos con más de cinco pisos.
Hoy, cuando nos aprontamos a terminar este año 2021, a poco más de 10 años del fatídico 27/F, es ocasión de revisar si se ha cumplido la reacción renovadora que siguió a los dos terremotos anteriores. O sea, cabe preguntarse: ¿Se transformó Concepción entre 2010 y 2020?
Con desencanto se aprecia que las intervenciones post terremoto de 2010 en el centro penquista han sido escasas y puntuales, no alcanzando la impronta transformadora que le siguió a los sismos de 1939 y 1960. Incluso, aún es posible encontrar terrenos baldíos y edificios a medio terminar en el casco central. Pareciera que los esfuerzos se concentraron sólo en reparar los daños del sismo, como lo evidencian el Palacio Hirmas (Barros con Colo-Colo) o la Torre O'Higgins, 0que rebajó su altura. Las cicatrices del terremoto aún se mantienen y, es más, se les ha agregado un nuevo fenómeno: las huellas del estallido social que han afectado severamente el espacio público.
Las amplias vitrinas del centro que aportaban luz a la calle, se han reemplazado por placas metálicas que llegaron para quedarse. El edificio de la Caja de Compensación, con su interesante aporte al espacio público, hoy se esconde tras una alta reja. También persisten múltiples rayados que ya debieron haberse borrado.
Pero, hay otras experiencias: tras el estallido social, Antofagasta quedó tan deteriorado como Concepción. Como respuesta, organizaron rápidamente el plan "Yo Creo en Antofagasta", generando una serie de iniciativas de mejoramiento urbano, muchas de las cuales están hoy en plena ejecución.
Si Concepción no se renovó con la fuerza que lo hizo tras los terremotos de 1939 y 1960, al menos debiera superar las huellas del estallido social siguiendo el ejemplo de Antofagasta. Como se sabe, prontamente el municipio penquista iniciará el mejoramiento de la Plaza Independencia y renovará múltiples aceras del centro.
Al menos una luz al final del túnel.