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"Yo me he metido a vivir en la chilenidad más popular"

El libro "ex-chile" (UV) es la completa antología poética de José Ángel Cuevas, el poeta chileno que "no estaba muerto, andaba de parranda". Desde Puente Alto habla de la felicidad perdida que busca caminando, sin destino, por las calles menos transitadas de la ciudad.
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Por Cristóbal Gaete

Cada poeta tiene un mito de origen. El de José Ángel Cuevas (1944) es este: mirar desde un ropero el Santiago centro en su infancia. Así, fantaseando con las calles que conocería al revés y al derecho unos años después, comienza el camino del poeta "Pepe" Cuevas.

De forma cronológica, su poesía editada comienza con "Efectos personales y dominios públicos" (1979), si bien antes ya había ganado premios literarios.

Desde ese libro, y por los siguientes 40 años, selecciona poemas la contundente y necesaria antología "ex-chile" (UV). Necesaria, porque muchos de los libros de Cuevas no se podían hallar, ni tampoco las antologías anteriores que se fueron armando sobre la marcha, tampoco folletines donde habían salido otros de sus textos.

Entre tanto papel desperdigado destaca su poesía hecha con palabras de todos los días, la nostalgia de un tiempo que se detuvo en septiembre de 1973 y una profunda "chilenidad", que lo coloca en una genealogía junto a otros poetas como Pablo de Rokha y Alfonso Alcalde.

El volumen "ex-chile" contiene una bibliografía que da cuenta de todas sus publicaciones. Suma textos críticos de Soledad Bianchi, Raúl Zurita y Jaime Pinos. También ilustraciones de Manuel Torres, quien editó parte de su obra en Gráfica marginal y colaboró con la búsqueda de sus escritos.

Son textos de todo tipo porque, como nos dice el poeta desde Puente Alto, "se puede hacer poemas breves, porque hay otros largos, tremendos discursos". Se ha ido quedando allí en un accidentado 2021, donde se perdió (y él mismo se encontró), y donde absorbe con "amargura" su reciente viudez, y cuidado por sus hijos.

"Pepe" no ayudó en la búsqueda para esta antología. "Tengo un revoltijo realmente, hay poemas que parece que no estaban en ninguna parte, pero ellos los descubrieron", explica.

-Soledad Bianchi escribe que tus poemas los escribes en cuadernos. ¿Los cuidas?

-Yo escribo en cuadernos o libretas. A veces voy por la calle y se me ocurre cualquier cosa y escribo. De repente quedan botadas y de repente las recojo todas. Ahora, por ejemplo, podría hacer eso, con lo que he escrito en el último año, que anda suelto por ahí, podría armar algo.

-¿Los trabajas mucho o quedan más parecidos a ese impulso inicial?

-Recorto, cambio y armo la cuestión. En otros poemas no, en el primero tiré todo.

-Ese es un poema al Mundial de fútbol en Chile. ¿Cómo lo escribiste?

-Lo hice cuando era cabro chico. Iba caminando por una calle, estaba cerca de la casa donde vivía con mis padres. De repente sentí lo del Mundial, saqué una libreta y empecé a escribir. Pucha, fue una felicidad grande para todo Chile. Fui a unos partidos y viví esa sensación. En ese tiempo era rockanrolero, pero fino, entonces bailaba, todos bailábamos en ese tiempo. Después seguí adelante de otra manera, porque pasaron muchas otras cosas. La vida uno la va viviendo.

-¿Cómo era la felicidad grande en Chile?

-Ahumada estaba lleno de gente, hasta la noche. Imagínate, los tipos recorrían Ahumada entera, desde la Alameda, desde cierta hora hasta las 5 de la mañana. Es una de las grandes felicidades que he visto, con otras políticas, como cuando salió Allende. Eran como cuestiones sociales, como la felicidad de la ciudad. Ahí bailaron hasta la Estación Central. Después se acabó y después de la vuelta de la dictadura no han habido felicidades así.

-¿Todavía baila el "Pepe" Cuevas?

-No, parece que no hay bailes ya. Vi una vez algo en Irarrázaval, y bailaban cumbia y tango. Parece que el rock quedó afuera.

POR AMOR

-En tu nota de autor a "Introducción a Santiago" dices que cada barrio te dice algo. ¿Qué te dice hoy Puente Alto? ¿Qué ves por tu ventana?

-Fíjate que yo venía a Puente Alto cuando era cabro, andábamos con los amigos y nos metíamos a San José de Maipo. Puente Alto era un pueblito bien bonito. Pero después, durante la dictadura, sacaron a toda la gente obrera en camiones de Santiago y Las Condes y las tiraron a Puente Alto. Después se fue llenando de todo tipo de personas. Yo no me meto mucho. De todos modos la belleza está, uno sigue hacia Pirque y es bonito.

-¿Qué has hecho por amor a Santiago?

-Todo lo que yo he andado es por amor. Una de las cosas que más me interesan a mí es Santiago. Es mi ciudad. Y he filmado mucho también. Comuna por comuna. Hay algunas que no he podido porque se me echó a perder la cuestión esta (la cámara). Este es uno de mis proyectos, terminar de filmar Santiago. Las partes antiguas sobre todo.

"Si alguien les mostraba algo decían: 'esto no es poesía. Fuera'. Y se iban amargados o diciendo 'estos gallos no saben nada'. Teillier fue 20 años a La Unión, de una a seis de la tarde".