Representación senatorial para Biobío
Esta semana se vivió un nuevo hito en la intensa agenda político-electoral que seguirá marcando el quehacer nacional al menos hasta noviembre próximo. Mientras a nivel nacional toda la atención se la llevó la inscripción de candidaturas presidenciales, en el plano regional lo más llamativo fue la inscripción ante el Servicio Electoral de las candidaturas al Congreso -tanto para diputados y senadores en el caso de la Región, ya que en esta oportunidad Biobío renovará a sus representantes en la Cámara Alta- así como para el Consejo Regional.
En el caso del Senado, se trata de 17 aspirantes a uno de los tres cupos para el Senado, en una elección que, sin duda, presentará algunas particularidades.
La primera de ellas dice relación con el aumento de cupos para la zona, pues tras la reforma al sistema electoral realizada en 2015, en la zona se debían escoger cinco representantes para la Cámara Alta. Sin embargo, tras la creación de la Región de Ñuble, dicha cifra se dividió en tres para Biobío y dos para Ñuble.
El otro factor es que los dos senadores que actualmente representan al territorio conocido hasta ahora como Biobío Costa -Alejandro Navarro (quien esta semana renunció a su partido, el PRO) y Jacqueline Van Rysselberghe (UDI)- no irán a la reelección. El primero, pues ya cumplió con el máximo de dos periodos (16 años) en el cargo, definido por la ley que a partir de 2020 pone límites a los plazos de mantención de las autoridades parlamentarios. Van Rysselberghe, en tanto, porque decidió cambiarse de circunscripción y buscar un cupo en el Senado en Ñuble.
También es importante enfatizar algunos elementos que dan cuenta de la importancia de la representación senatorial.
Lo primero es lo que indica la ley, en relación a su rol en la formación de las leyes y otras funciones tan relevantes como la aprobación de los tratados internacionales, conocer de las acusaciones constitucionales que entable la Cámara de Diputados y dirimir acerca de las contiendas de competencia entre autoridades políticas o administrativas.
Pero no es solo el aspecto estrictamente legal lo que debería preocupar en torno a quienes contarán con la confianza de la ciudadanía para ser los nuevos senadores de Biobío. Un aspecto adicional dice relación con el rol que estas autoridades pueden cumplir en ser genuinos representantes de las preocupaciones ciudadanas de la Región, que se expresan en particular en aspectos como el impulso a grandes proyectos o el involucramiento en la construcción de herramientas y mecanismos que permitan mirar el desarrollo local más allá del corto plazo.
Indudablemente, es importante contar con senadores mucho más activos y expresando un liderazgo efectivo en el territorio, pero también en la capital y el Congreso, donde se toman las decisiones. Se trata de un activo que pocas veces se valora, pero que explica en parte por qué algunas regiones aparecen más favorecidas que otras en el complejo ámbito de la inversión pública.
Es en este último punto donde se expresa con mayor notoriedad la falta de representantes que "golpeen la mesa" a favor de la Región, pues -guste o no- es sabido que solo la presión expresada desde los territorios subnacionales es lo que puede llevar a avanzar significativamente en aspectos como la descentralización, donde se requiere de voces fuertes, informadas y conectadas con las aspiraciones en la materia que por tantas décadas han surgido de territorios como Biobío.
Ahora bien, es necesario hacer una mención a una controversia que suele darse habitualmente en estos procesos y dice relación con el origen de los candidatos. Esto, porque es habitual que se haga la diferencia entre postulantes "locales" y "foráneos", diferenciando a quienes han hecho su carrera política en la zona y quienes llegan designados por las cúpulas de los partidos desde el nivel central.
Al respecto, es indudable que ser del territorio que se aspira a representar es una gran ventaja, pues hay un camino recorrido en torno al conocimiento de las necesidades locales y la forma en que se puede expresar la representación de éstos. Sin embargo, puede ser inconveniente poner este elemento como una condición sine qua non a todos los candidatos, pues -por un lado- la experiencia ha probado que la condición de "local" no es prenda de garantía respecto de hacer una buena labor parlamentaria y, por otro, puede interpretarse como una especie de chovinismo donde se cierra la puerta a priori a todo aquel que viene "de afuera".
Aquella visión resulta inconveniente, especialmente para un territorio que aspira a convertirse en un espacio de atracción de talentos en ámbitos relevantes como la ciencia, tecnología e innovación. Si esto puede aplicarse a la política es, por supuesto, una cuestión abierta a debate y, por lo pronto, está claro que aquellos que no cuentan con raigambre en el territorio tendrán una tarea mucho más cuesta arriba y deberán demostrar que realmente están interesados en ser intermediarios de las aspiraciones y sueños de los habitantes de Biobío y no meros exponentes del denominado "turismo electoral", que tanto daño le ha hecho al prestigio de la actividad.
No solo el aspecto estrictamente legal es lo que debería preocupar en torno a quienes contarán con la confianza de la ciudadanía para ser los nuevos senadores de Biobío. Un aspecto adicional -pero no menos importante- dice relación con el rol que estas autoridades pueden cumplir en ser genuinos representantes de las preocupaciones ciudadanas de la Región.