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Jorge Said, periodista chileno en Afganistán:

"La idea de los talibanes es convertir al país en una teocracia"

El comunicador relata cómo fue el asalto a Kabul, describe lo que ve en las calles y en celebraciones religiosas, cuenta sus conversaciones con generales estadounidenses y explica cómo El Talibán está controlando nuevamente el país.
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Por Patricio Tapia

Estaba en Kabul, la capital de Afganistán, cuando los talibanes tomaron la ciudad, hace menos de una semana. El periodista chileno Jorge Said se encontraba grabando un capítulo de su serie documental para la televisión "Buscando a Dios" y había entrevistado a muchas personas, en particular a mujeres, quienes son las más atemorizadas con el regreso del islamismo radical.

Tras dos décadas de intervención, las fuerzas militares estadounidenses, que habían derrocado al anterior régimen talibán, se han retirado de Afganistán, el presidente en ejercicio abandonó el país, dejando el camino abierto al retorno de los insurgentes, que recorrieron ese camino más rápido de lo esperado. No se sabe muy bien qué pasará, si podrán gobernar el país o quizá iniciarse una guerra civil, señala Said.

Mientras tanto, el aeropuerto se atiborra con gente que quiere escapar, proliferan tiroteos; las mujeres temen cambiar su situación hasta ahora respetuosa de sus derechos; hay protestas en medio de festividades religiosas. Todo lo registra Said, quien pretende quedarse por un tiempo en Kabul, con el objetivo de entregar para Latinoamérica y Chile el relato en primera persona de cómo se vive esta situación de incertidumbre.

-Estaba en la zona buscando a Dios y se encontró con una revolución. ¿Fue sorpresivo?

-En algún sentido fue muy sorpresivo, pero en otro, no tanto. Había mucha inquietud desde antes. Yo me encontraba en Turquía haciendo el capítulo segundo de "Buscando a Dios", mientras veía con mucha preocupación el avance talibán por áreas rurales de Afganistán: estaban entonces recién luchando por conquistar la primera capital provincial. Como mi visa se estaba demorando mucho y no me dejaban entrar, tuve que aplicar con un pasaporte estadounidense y pude finalmente llegar acá hace quince días exactamente. Desde que llegué, los talibanes ya habían salido de las áreas campesinas donde estaban peleando, y se las habían tomado prácticamente todas, pero todavía no habían entrado en la capital. En Kabul todo el mundo creía que el Ejército afgano iba a poder resistir a estos milicianos que venían en camionetas pick-up y no conocen mucho las ciudades. Pero tomaron Kabul de un día para otro.

-¿Cómo pudo ocurrir ese avance militar?

-Los talibanes son muy buenos negociadores y muchas ciudades cayeron sin necesidad de lanzar un solo tiro. En algunas pelearon y tuvieron bajas. En algunos lugares, la aviación estadounidense y afgana los atacó. Se habla de que han tenido cerca de 45 mil bajas. Todo esto demuestra que no se trataba de una simple guerrilla. También demuestra unos errores de inteligencia garrafales de parte de los norteamericanos. Los mismos generales estadounidenses (estuve hace un par de días con algunos de ellos en la embajada) me contaban de que jamás en la historia militar estadounidense había pasado algo así: que un ejército de milicianos pudiera vencer a los aviones y misiles y a toda la tecnología norteamericana. El problema es grave, no sólo en términos de inteligencia, sino también en términos de que todo este armamento está pasando a manos de un régimen que no sabemos bien qué es lo que va a hacer.

-¿Cuál ha sido su experiencia del antes al después del triunfo talibán en Kabul?

-Hasta antes de que ellos tomaran el poder, yo estaba entrevistando a algunas mujeres. La última entrevista que alcancé a hacer, una con la presentadora de la televisión nacional afgana, me hizo encontrarme con un fuerte sistema de seguridad, porque la televisión se encuentra entre varias embajadas. Ese día todo estaba bajo el control de Estados Unidos: Afganistán funcionaba con sus Fuerzas Armadas, su policía, un país en cierto sentido ordenado. Todo esto, de manera surrealista, cambió en un día, es más en dos horas, cuando cae Kabul, una ciudad de más de 5 millones de habitantes, protegida, con un ejército de más de 350 mil hombres que arrancan no se sabe bien dónde. Es razón de asombro y de estupefacción: los estadounidenses los más sorprendidos de todos, porque han evacuado a muy poca gente.

-¿Ha cambiado la situación de las mujeres?

-Para ellas ha cambiado radicalmente. Las señoras que trabajaban en mi hotel a rostro descubierto aparecieron al día siguiente con "burka", el velo que les cubre completamente el rostro. Las mujeres están muy asustadas con que cambie un régimen tan violentamente. Además, hay que entender que Kabul era una ciudad totalmente occidentalizada con la presencia de 20 años de Estados Unidos, con poder económico y tecnología actual. La presentadora de televisión me recibió, muy asustada, pero con la idea de que Kabul podría caer en 90 días más, pero cae al día siguiente. Ella estaba aterrorizada, como otras mujeres que entrevisté, como unas jóvenes músicas del Conservatorio que han estudiado 18 años violín o chelo, para que los talibanes le digan que es un instrumento occidental que no pueden estudiar. Me decían que estaban buscando un veneno para el suicidio. Que te digan esto en cámara es bastante fuerte.

-Se han visto imágenes de desesperación por escapar…

-Hay terror en las mujeres y en la población civil, en general. Todos los días hay 50 mil personas tratando de salir del país, que están bloqueadas ahí en el aeropuerto, durmiendo en la calle. El día jueves hubo una cantidad de tiroteos en el aeropuerto. No disparan al cuerpo, pero avisan que los próximos disparos van a ir al cuerpo. La situación es realmente dramática.

-Este jueves también fue un día de celebración religiosa chiita, el Ashura. ¿Hubo problemas?

-Fue espectacular. Estuve allí y grabé todo el Ashura. Estaba muy asustado también porque la celebración se transformó en protesta. Llegaron milicias, con banderas y balazos, a hacer una protesta rápida. Todo esto en el centro de Kabul. Pensaba que iban a salir talibanes por todos lados, porque ellos odian a los chiítas, en particular a esa etnia. Me decían ellos que estaban doblemente tristes ese día: por recordar el martirio del imam Husáin, heredero de la tradición de Mahoma, que celebran de una manera muy fuerte, golpeándose las espaldas con cadenas; y tristes también por el triunfo de los talibanes.

¿QUÉVAAPASAR?

-¿Es definitivo el triunfo de los talibanes?

-No se sabe bien qué va a pasar. Si esto termina en guerra civil con milicias étnicas levantándose en el norte y áreas centrales; o bien hay un control talibán definitivo. No se sabe dónde está todo el armamento norteamericano. La confusión es enorme. No se sabe si los negociadores talibanes van a ser suficientemente astutos como para no reprimir a las mujeres y a las minorías étnicas. Porque también buscan venganza pues también fueron maltratados (el gobierno afgano los torturaba y mataba). Por el momento, los talibanes están actuando de una manera "soft". Reciben el apoyo de potencias regionales como Pakistán y Turquía y una mundial, como China, además de potencias petroleras como Arabia Saudita o los Emiratos Árabes Unidos. Están obteniendo el control de un país rico en minerales y haciéndose ricos ellos mismos, controlando todas las aduanas y el tráfico de opio.

-¿Puede un grupo como los talibanes gobernar un país o habrá un gobierno de transición?

-En estos momentos se habla de traer al gobierno anterior al derrocado, proamericano, el gobierno de Karzai, que estaría negociando con los talibanes. Ellos son muy astutos: les conviene muchísimo un gobierno "de mentira", porque no va a ser un gobierno de transición en la realidad. No es posible mediar con una doctrina ultra-religiosa y ultra-conservadora, de un Islam radical. La idea de los talibanes es convertir al país en una teocracia, un país gobernado por los líderes espirituales. Lo que puede haber es que, en la práctica, se entregue a un gobierno de técnicos la administración del país (financiera, urbanística, de salud) o las relaciones internacionales, manteniendo los talibanes las fuerzas armadas y el control ideológico y religioso. Ninguna de las soluciones es buena.

-¿Pretende regresar a Chile o quedarse en Afganistán en un momento así de histórico?

-Voy a estar monitoreando muy bien la situación. En estos momentos, para mí, la idea es intentar ser la voz latinoamericana que comunique la situación de los derechos humanos, de las mujeres y las minorías étnicas. De manera fortuita, soy el único periodista latinoamericano que está por acá y es una gran oportunidad profesional. Grabando un documental pude registrar los últimos días previos al control de los talibanes y ahora puedo grabar lo que ha cambiado con su llegada. Le doy prioridad a terminar un buen trabajo aquí antes de aprovechar la primera oportunidad de dejar el país. Me costó mucho llegar acá y mi idea es darme unos días más antes de salir. Por ahora, estoy tratando de hacer periodismo en un momento efectivamente histórico. Lo más probable es que salga una película documental. Esta oportunidad histórica no se presenta en la vida muchas veces.

-Pero es también un momento peligroso…

-Como periodista de conflictos y crisis humanitarias me he encontrado muchas veces en situaciones de riesgo (estuve en Siria, en Ucrania, en Libia cuando mataron a Kadhafi, en Egipto con la revolución). Tengo una cierta experiencia y por lo mismo un cierto miedo que me hacer ser prudente, el cual debo equilibrar con una dosis de osadía en la búsqueda de un material importante, como lo que grabé en los tiroteos del aeropuerto o en la celebración del Ashura, o lo que he grabado sobre las mujeres. Es importante que medios latinoamericanos o chilenos tengan la oportunidad de obtener el relato en primera persona de cómo se vive esta situación, segundo a segundo, y no a través de una agencia internacional con periodistas que están en otro lugar con información menos directa.

18.000 personas han sido evacuadas desde Kabul tras la caída de Afganistán en manos de los talibanes. Varios han muerto en el intento.

"Los mismos generales estadounidenses me contaban de que jamás en la historia militar estadounidense había pasado algo así: que un ejército de milicianos pudiera vencer a los aviones y misiles y a toda la tecnología norteamericana".