El aislamiento de los mochanos
Hace semanas enfrentan racionamiento de energía eléctrica y estuvieron varios días sin conexión con el continente por problemas con la avioneta que presta el servicio. Municipio de Lebu dice que cuesta hacer inversiones porque no cumple con los criterios de rentabilidad social para recibir fondos públicos.
Por Alma Canales Silva / alma.canales@diarioelsur.cl
Estas últimas semanas la luz eléctrica ha funcionado de manera intermitente en Isla Mocha. Han tenido problemas en la administración del servicio, lo que ha derivado en complicaciones para cubrir el costo del combustible que requieren los generadores. Las proyecciones eran que esta semana podrían quedarse incluso sin el servicio. Por eso, la distribución de energía eléctrica es por horarios.
Lilian Vera, presidenta de la Junta de Vecinos Puerto Sur, cuenta que entre las 9 horas y la medianoche hay energía, aunque pidieron que la generación partiera a las 8, para que los niños puedan conectarse a sus clases.
Producto de estos mismos problemas tampoco tienen buen acceso a telefonía e internet. Esto los mantiene más aislados.
"La isla es linda, pero es duro vivir acá", reflexiona Darwin Parra, profesor de educación general básica que ha pasado sus 43 años en la isla.
La vida es tranquila y el paisaje, hermoso, suma. Todos se conocen. Eso le gusta de la ínsula. Y cómo no, si según el registro de Carabineros, allí viven 650 personas y la mayoría está emparentada. Sin embargo, la conectividad con el continente es compleja, pese a que están a 15 minutos por aire de Tirúa y a 20 de Lebu.
Este aislamiento no sólo es porque viven en un terreno de 49,1 km2 en medio del Océano Pacífico, a 34,4 kilómetros de Tirúa. También porque los viajes al continente son sólo cuatro días a la semana y porque para traer mercadería es necesario coordinar con una barcaza que va una vez al mes.
Pese a su mayor cercanía con Tirúa, la isla depende administrativamente de Lebu, la capital de la provincia de Arauco. El alcalde Cristian Peña menciona que es complejo hacer inversiones en el territorio, sobre todo porque la realidad de la ínsula no se ajusta al actual sistema que aplica el Estado para evaluar la rentabilidad social de las iniciativas. Los isleños son muy pocos para el cálculo y no ayuda el que todo cuesta más por el traslado, por tanto, es difícil conseguir financiamiento público que permita mejorar las condiciones de quienes viven allá.
Aún así, expone el jefe comunal, se han hecho algunas cosas y se mantiene un contacto permanente con la comunidad a través de una delegada municipal.
Problemas con los servicios
Está cubierto el acceso al agua, la luz, la telefonía, el internet. El problema, reconocen los isleños, es la calidad de cada uno de ellos.
"Para la luz, en un principio, había un proyecto para que fuera generada por gas metano, cosa que no dio resultado finalmente. Estamos ahora con petróleo y también con ciertos problemas, porque estamos con restricción a ciertas horas del día. Estamos preocupados, porque los niños volvieron a clases", plantea Lilian Vera.
Estas complicaciones se hicieron públicas esta semana, cuando los isleños informaron que les quedaba poco petróleo y que incluso podían quedarse sin el suministro. Se agudizó con el fallido intento el miércoles de llevar tambores con combustible para darle continuidad al servicio eléctrico, por el naufragio de una embarcación que iba en busca del producto.
Según Lilian Vera, el racionamiento de la energía complica el acopio de alimentos que requieren refrigeración y también reduce la vida útil de los electrodomésticos.
Darwin Parra añade que esto incide en la conexión a internet y por ende, en la participación de los estudiantes en las clases virtuales.
Sobre el agua, la dirigenta vecinal cuenta que en el sector norte tienen un sistema para abastecerse de agua potable. En el lado sur no, por tanto, el servicio es más precario, afirma.
No hay alcantarillado. Cada vecino tiene su fosa séptica. Cada uno debe preocuparse de mantenerla limpia.
Tampoco hay recolección de basura. Darwin Parra, que fue concejal desde 2016 hasta hace unos meses, comenta que sugirió que un camión accediera a la isla durante el viaje mensual de la barcaza licitada para recoger los desechos. Como no se implementó, así que cada residente debe hacerse cargo de éstos. La mayoría los quema o los entierra, describe el profesor.
Transporte
El acceso a Isla Mocha es por aire o mar. Para la primera opción hay varias empresas que prestan servicios aéreos. Una de ellas recibe recursos del Estado para subsidiar los viajes y así, permitir que les salgan más baratos a los residentes. La otra oferta está pensada para turistas.
Ya que la avioneta licitada que hacía los viajes tuvo un accidente el 9 de julio, la Seremi de Transportes hizo un trato directo con Heliworks, que reanudó los viajes la semana pasada. El secretario regional ministerial, Jaime Aravena, detalla que el contrato se hizo por cuatro meses, prorrogables por igual periodo. Esto, mientras se hace una nueva licitación.
La avioneta funciona cuatro días a la semana. Los miércoles y viernes hace dos viajes redondos (es decir, desde y hacia) a Lebu y Tirúa. Los jueves hace una salida a cada destino.
El subsidio mensual que se entrega para esta operación, describe Aravena, es de $21.600.000 al mes, lo que permite que los isleños paguen sólo $4.650 si van a Tirúa o $5.500 a Lebu. Los particulares pagan cerca de $30 mil.
Como los servicios son algunos días y en horarios específicos, esto no permite ir por el día al continente, lo que a veces suma costos en alojamiento. "Cuando uno sale de la isla, sale a hacer trámites y trata de juntar varios, compras, excepto cuando va a horas médicas. Por el día no se puede ir por tema de avión. Lo máximo que voy es una semana y muchas veces me quedo en hospedajes o a veces en casa de familiares de mi esposo", relata la dirigenta de Puerto Sur.
En cuanto al traslado por mar, la barcaza subsidiada es sólo para transporte de mercadería desde Lebu. Entre octubre y marzo el vehículo debe hacer dos viajes al mes y el resto del año, uno. El monto del subsidio es de casi siete millones de pesos por viaje, lo que permite pagar, por ejemplo, mil pesos por trasladar una moto o $2.300 por tonelada en caso de llevar mercadería.
El seremi reconoce que este servicio ha sido deficiente, ya que no existe un día específico para concretar el traslado y mese en las que no se hace el recorrido. "La población de la isla es baja y, por tanto, la demanda es baja. La empresa se financia con la venta de pasajes y como el viaje es una vez al mes, a veces privilegian otros contratos", menciona Aravena.
Lilian Vera cuenta que en varias ocasiones los isleños han perdido mercadería o material de construcción por los incumplimientos de la barcaza. El seremi de Transportes indica que están evaluando hacerle mejoras al servicio a través de la licitación.
Por qué salir
Los dos grandes motivos para salir de la Mocha son la atención en salud y los estudios.
Allá hay sólo un recinto educativo: la Escuela Armando Arancibia Olivos. Su matrícula es de 50 alumnos, con un promedio de seis por curso, según datos del Ministerio de Educación. Tiene desde prekínder hasta octavo básico. Quienes pasan a primero medio tienen que trasladarse al continente.
Darwin Parra, que hace clases en la escuela, cuenta que la opción en Lebu es el sistema de residencia familiar, donde se le paga a personas de la comuna para que acojan a los menores en sus viviendas de lunes y viernes. El problema, indica Darwin, se da el fin de semana, pues los menores no pueden volver a la isla, así que tienen que buscar dónde quedarse.
"Venirse tan pequeños de la isla genera un desapego. Somos chicos cuando salimos a los 13 años al continente, pero después te vas acostumbrando", opina.
En el caso de las atenciones de salud pasa algo similar. Lilian Vera comenta que allá sólo hay una posta que funciona con dos técnicos en enfermería (TENs). Ambos son isleños.
No hay quejas respecto a la atención. Sin embargo, sólo ven problemas de fácil resolución. Para consultas médicas, controles, matrona, deben esperar a las rondas médicas que se hacen una vez al mes. Si se requiere una atención de especialidad, un examen, hay que ir al continente.
El alcalde de Lebu explica que para aumentar la cantidad de profesionales permanentes en la Mocha se requiere cambiar la calificación del recinto de salud. Pero, indica, eso no le corresponde al municipio.
Para las urgencias médicas hay una avioneta disponible para traslados de emergencia, como casos de apendicitis, un infarto u otra condición que requiere de atención urgente. Sin embargo, esto está sujeto a las condiciones del tiempo.
Falta inversión
Según el alcalde de Lebu, Cristian Peña, los recursos públicos destinados a Isla Mocha son pocos. También hay otros problemas que complican esta inversión. Es el caso del único camino que conecta a la isla, que es una circunvalación que bordea la orilla.
Peña cuenta que si bien la ruta es de libre tránsito, no es pública, pues los terrenos por donde pasan son de privados. Esto ha hecho imposible efectuar mejoras, a excepción de cuando hay emergencias, como cortes en el camino.
"Hace unos tres años presentamos un proyecto a la Subdere para normalizar el camino, pero todavía no tenemos el financiamiento", describe el alcalde.
Añade que han estado trabajando una propuesta para reponer la escuela. Tampoco hay avance con ello, pues la iniciativa es demasiado cara. "Cuesta hacer inversión en la isla porque todo cuesta hasta un 70% más caro que en el continente. Creo que el Estado debería ver el impacto u otra forma de evaluar, porque la rentabilidad social es insuficiente", afirma el jefe comunal.
Plantea que el sector debería recibir un trato especial, como las zonas de rezago. Este trato especial, cree, permitirá mejorar los servicios, la conectividad y con ello, la calidad de vida de los residentes de este territorio en medio del mar.
Seguridad y comunidad
La seguridad está cubierta con un retén en el que trabajan 9 carabineros, informa el suboficial Gonzalo Yaupe, quien lleva 8 años en la isla. Ninguno es oriundo de allá, así que después de sus turnos de 25 días aprovechan los cinco de descanso para ir a sus casas.
Detalla que el recinto está cerca del lugar más poblado y de otros servicios, como el colegio y la posta.
Como todos se conocen, expone, casi no hay delitos. Por eso, el rol de los funcionarios es principalmente de prevención y acercamiento con la comunidad, el que se ha profundizado por la pandemia. Las únicas complicaciones que enfrentan, afirma, se vinculan a la conectividad.