Más allá de lamentar las consecuencias que desastres o emergencias pueden causar en una zona o en un país, esta clase de fenómenos son oportunidades ideales para aprender más y desarrollar acciones que permitan mitigar eventuales peligros que afecten a la comunidad.
Ayer se cumplieron 11 años del terremoto y tsunami registrados en la Región del Biobío y en gran parte de la zona centro sur de Chile, eventos que dejaron cientos de personas fallecidas y miles de millones de pesos en daños en infraestructura. La magnitud del daño fue gigantesca, pero el aprendizaje obtenido por estos fenómenos naturales es sumamente valioso.
Entonces, educar respecto a estos hechos es prioritario, en particular considerando que Chile es un país propenso a movimientos sísmicos, aluviones, incendios forestales y a una serie de otras emergencias. Justamente, instruir a la población respecto a estos temas fue el principal foco del webinar "Comunidad preparada ante desastres", el cual fue organizado por Diario El Sur como parte de su campaña "¿Estás preparado para otro mega terremoto 8.8?", patrocinada por la Fundación Alto Río y Onemi, y auspiciada por Essbio, la Municipalidad de Concepción y la Corporación Aldea Rural.
El encuentro online se desarrolló ayer, a partir del mediodía, y fue transmitido por la plataforma soyconcepcion.cl/soytv.cl y en redes sociales. La actividad contó con la participación de los expositores Camila Wirsching, arquitecta de la Fundación Proyecta Memoria; Andrea Aravena, directora regional de Onemi Biobío; Pedro Araya, experto en gestión del riesgo de desastre, y Peter Schmohl, gerente regional de Essbio en Biobío.
Presentaciones
Durante el webinar, cada uno de los participantes abordó un aspecto particular de la educación sobre riesgos de desastres y la necesidad de mantener en la memoria estos episodios.
Justamente, Camila Wirsching destacó en su exposición el rol de la planificación urbana y los métodos actuales de evaluación de proyectos como un factor crítico en la prevención y la mantención de la "memoria". En ese aspecto dio a conocer ejemplos, como la reconstrucción de la escuela de la caleta Tumbes, en Talcahuano, en circunstancias que se trata de una zona de riesgo.
También mencionó iniciativas de educación ejecutadas con comunidades de Dichato, Chillán y Valdivia, expuestas al riesgo o que han vivido desastres, bajo el lema "La memoria salva vidas". Además, se refirió el calendario "Buena memoria ante desastres 2021", como material descargable desde las redes sociales de la Fundación Proyecta Memoria, el que tiene marcados los días de conmemoración de desastres ocurridos en Chile, y recuerda a instituciones, héroes y heroínas. Comentó que se iniciará en marzo una academia "Salvavidas", dirigida a jóvenes para educarlos como agentes de cambio en sus comunidades sobre educación y la importancia de registrar, archivar y transmitir la memoria de desastres y emergencia climática según su contexto.
Por su parte, Andrea Aravena se centró en el plan "Familia preparada", que impulsa Onemi. En la ocasión explicó que dentro de los focos estratégicos de Onemi, una de sus prioridades es "promover una cultura preventiva". Sostuvo que en atención al desarrollo de la institución y a los lineamientos nacionales e internacionales en materia de reducción de riesgos de desastres, el trabajo con el nivel local, y especialmente con las comunidades, cobra especial relevancia.
En ese contexto, el plan "Familia preparada" considera ocho pasos para una respuesta adecuada a situaciones de emergencia, los cuales detalló. "Hacer una lista con la información clave del grupo familiar, incluyendo condiciones médicas; identificar y evaluar las amenazas existentes dentro y fuera de nuestro hogar; definir lugares de protección, zonas de seguridad, punto de encuentro y vías de evacuación; hacer un plano de nuestras casas identificando zonas de seguridad en su interior; definir roles de cada uno de los integrantes de la familia; elaborar un directorio de contactos; armar el kit básico para este tipo de situaciones, y practicar el plan".
El agua es un elemento fundamental en la supervivencia del ser humano y proporcionarlo en un escenario de desastre como el ocurrido hace 11 años es una tarea titánica. Peter Schmohl, gerente regional de Essbio en Biobío, comentó en su intervención que el 27/F se presentó como el mayor desafío operacional y humano de la empresa, ya que se dañaron 48 estanques de agua potable, 160 kilómetros de redes, siete emisarios submarinos, 34 plantas elevadoras y 30 plantas de tratamiento de aguas servidas, y oficinas de atención a clientes, no solo en Biobío, sino que en otras regiones en las cuales tiene presencia la empresa.
Comentó que hubo un trabajo ininterrumpido durante 40 días para recuperar la continuidad del servicio en condición de emergencia y un plan de reconstrucción de 3 años para reponer de manera definitiva la infraestructura destruida y restablecer el estándar de servicio que tenía la compañía antes de la catástrofe. También destacó lecciones dejadas por la emergencia de 2010 que hoy son parte de la gestión regular de la compañía, como son un trabajo preventivo coordinado con autoridades, lo que considera la realización de simulacros para activar planes de emergencia; entrega de información a la comunidad de manera oportuna y veraz, y protección de infraestructura sanitaria.
Pedro Araya, quien asesora a la Fundación Alto Río, planteó en su intervención los puntos claves que deben contener los planes de emergencias en condominios y edificios, según lo establecido en la Ley 19.537 Sobre Copropiedad Inmobiliaria, en particular por el aumento significativo de proyectos de altura en las ciudades. Mencionó la importancia de compartir sobre aspectos de seguridad y protección contra incendios que deben ser gestionados en comunidades que habitan edificios, dado que es uno de los riesgos de mayor probabilidad y cuyas medidas de preparación también redundan en beneficios para casos de desastre.
"Es extraordinariamente importante que toda la comunidad que cohabita edificios se organice en base a una estrategia de consciencia colaborativa activa, dado que, a nivel general, y por aspectos culturales, seguimos siendo reactivos y solo nos interesamos en reales medidas de preparación después de que vivimos en carne propia una emergencia", indicó.
Hizo hincapié en que las personas dediquen tiempo para informarse y comprender con anticipación que un plan de emergencia comienza antes que ocurra un incidente. Agregó que no es suficiente tener una copia de un plan de emergencia para cumplir con la normativa, porque generalmente esos documentos se archivan y no son difundidos. "En esta línea, la responsabilidad tampoco recae exclusivamente en el trabajo de los comités de administración de una comunidad, ya que la gestión de emergencias es una tarea frecuente, en la que deben involucrarse las familias y las personas", aseguró Araya.
Tras 11 años del 27/F son varios los avances conseguidos en prevención, pero aún falta mucho.
Una importante audiencia tuvo el webinar realizado ayer con la participación de expertos de diferentes áreas.
La actividad forma parte de una campaña desarrollada por El Sur junto a Fundación Alto Río y Onemi.
Desde hace un tiempo se viene solicitando a los parlamentarios agilizar el proyecto de ley que decreta al 22 de mayo como Día de la Memoria y Educación ante Desastres y Emergencia Climática, lo cual ayudaría a generar más consciencia en los habitantes.