Cecilia Vicuña: versos para las mujeres del futuro
A partir de su antología "Cruz del sur" (Lumen), la poeta y artista recupera la riqueza de las lenguas indígenas y su relación con Violeta Parra.
Por Cristóbal Gaete
Una atrasada vuelta a casa es la que ha tenido la obra poética de la también artista plástica Cecilia Vicuña (1948). Tras aparecer de forma impactante en la poesía en español de los sesenta como parte de La Tribu No, dejó Chile y vivió un largo periplo por distintos países.
La recibió Inglaterra, donde en 1973 la BBC realizó un programa de su obra. Era ya entonces una artista multifacética, y tanto su poesía como el resto de sus indagaciones en el arte eran reconocidas. Hoy, perseguir sus obras es hacerlo por los más prestigiosos museos del mundo: Tate Modern, en Londres; Museum of Fine Arts de Boston; MALBA en Argentina. En Nueva York, donde reside, sus obras están en el MOMA y en el Guggenheim. Hace 2 años recibió el Premio Velázquez de Artes Plásticas, dado por el Ministerio de Cultura de España.
Así como su obra visual está repartida, lo está también su poesía. Cecilia Vicuña estima a su haber 27 libros publicados en distintos países e idiomas, en más de 50 años de escritura. La antología "Cruz del Sur" (Lumen) se vuelve un compendio fundamental para conocerla o releerla, una punta de iceberg que da a conocer a nuestra más valorada poeta y artista en el exterior.
Cecilia está contenta. Por los cambios y también por su antología. Justo este diálogo por llamada de WhatApp se da el mismo día del cambio de mando en Estados Unidos. Ella nos cuenta qué tal ha vivido este día, como si fuera una corresponsal poética desde su taller de trabajo.
"Una cosa muy bonita es que todas las mujeres estamos usando perlas para acompañar a Kamala (Harris, vicepresidenta), porque ella trabaja con las perlas que son las aliadas de la luna. Es un triunfo no solo para la gente de color, sino para todas las mujeres. Eso ha sido maravilloso, que miles y miles de mujeres hemos participado en este ritual de la luna. Justo ahora que llamaste estaba por postear una foto de Cecilia con las perlas para acompañar, digamos", dice.
Respecto de la antología, realizada por la joven poeta Victoria Ramírez, Cecilia Vicuña dice que "hizo un trabajo admirable. Mi obra en Chile no se conoce, ella revisó los libros en inglés y en español. Hacer una pequeña selección exigía tener mucho tino e inteligencia lectora".
La selección está ordenada de forma cronológica, que en este caso permite seguir la evolución de la obra. Parte desde un sorprendente erotismo, pasa por el uso de palabras indígenas y de otros idiomas y llega hasta la vida cotidiana hoy en la gran manzana.
En esta selección además de poemas, hay textos de acciones de arte que fueron leídos y ahora pasan al papel. También se incluyeron inéditos versos donde homenajea a Violeta Parra y a la cultura Selk'nam. Esta es la Cruz del Sur de Vicuña: el trance de la performance vertido ahora hacia la hoja en blanco.
-¿Cómo aprendió a usar las palabras indígenas en su poesía?
-Bueno yo no aprendí nada, yo nunca he aprendido nada. Desde niña siempre orienté mi curiosidad, mi imaginación a todos los universos que me encontraba. Yo crecí en la soledad del campo, pero en una casa llena de libros. En esa época había unos cómics que se publicaban en México y llegaban a Chile. Y una vez por semana llegaba el suplementero y traía revistas, y en esas revistas había mitos indígenas.
-¿Qué otras revistas leía?
-Junto con Superman y la Mujer Maravilla llegaban los mitos indígenas. Yo creo que empecé a apasionarme por el universo indígena a los 7 u 8 años, o antes, yo leía desde chiquitita. Esa pasión fue alimentada porque justo yo crecí en los años sesenta. Entre los cincuenta y los sesenta empezaron a publicarse textos indígenas. Entonces, por alguna razón, creo que de esa misma curiosidad de exploradora que tenía de lectora joven, me empecé a encontrar con esos textos.
-¿Cuál fue la primera impresión que tuvo sobre las lenguas indígenas chilenas?
-Nunca me olvidaré la primera vez que leí un texto mapuche, que era el mito de las ballenas, el viaje al mundo de los muertos. Me causó una impresión profunda y vi lo que he visto a lo largo de mi vida y mi vejez, que en ese universo poético del mapudungun y de la cultura mapuche hay una riqueza infinita de imágenes, de conceptos, de ideas. Apenas empezaron a publicar textos bilingües me preocupé de tratar de comprender, de afinar el sentido. Ya era muy tarde en mi vida para aprender la lengua, pero aprendí lo suficiente para comprender esta sintaxis que es muy bonita y que todos los lingüistas del siglo XIX y siglo XX que estudiaron la lengua mapuche la consideran una obra maestra. Es una obra de arte la lengua misma.
-¿Y con las otras lenguas indígenas latinoamericanas?
-Hice algo semejante con otras lenguas, el quechua, el guaraní, con el maya. Edité un libro muy importante, "The Oxford Book of Latin American Poetry: A Bilingual Anthology", que son 500 años de poesía latinoamericana. Incluí 7 lenguas indígenas. Hubiese incluido más lenguas indígenas en igualdad de condiciones con el español y el portugués, pero por contrato el libro era muy chiquitito, no tenía suficientes páginas para la misión que representaba. Esa pasión por el universo poético indígena nunca ha decaído para mí.
SEMEJANTE DESPLANTE
-Usted, además, comenzó a publicar poemas muy joven sobre el placer de la mujer.
-Yo escribí poemas sobre el clítoris en los sesenta. He hecho performances enteras sobre el clítoris. Un pequeño puñado de poemas se publicó en "El corno emplumado", que era la revista de poesía más influyente en lengua española en ese momento. Una revista hecha por poetas, pero con muy pocos recursos. Era una revista tan extraordinaria que se leía en todos lados. Yo creo que a Chile llegaban 2 ejemplares pero cada uno era leído por muchas personas. Tenía 18 años cuando publiqué mis poemas, y de inmediato fue acogida: se tradujo al inglés, al italiano y circuló internacionalmente
-¿Cuál fue la reacción acá?
-En Chile fue como "¿Quién es esta que apareció?". Una especie de odio al hecho de que de pronto, de la nada, pudiera aparecer una niñita chica con semejante desplante. Ese rechazo y esa censura que se gestó a mi obra en los años sesenta provocó que el 99,9% de lo que escribí en esa época esté inédito. Ahora la revolución feminista está abriendo posibilidades culturales muy importantes que mi generación no estaba dispuesta a abrir.
-¿Qué ha visto en Nueva York durante la pandemia?
-En la pandemia tú no ves nada, porque estamos todos encerrados. Es una nueva forma de violencia, cultural y social. Porque es auto-infligida, es decir nosotros mismos nos hemos infligido esta violencia, porque le hemos infligido la violencia a la tierra. Los virus nacen porque los bosques han sido arrasados y destruidos, entonces los animales no tienen espacio. Los virus que han vivido millones de años en el universo animal sin causarle daño a la humanidad ahora están en nuestro cuerpo.
-¿Ha escrito?
-En todos los poemas que he escrito últimamente está la relación de nuestro cuerpo como virus, los muertos, el miedo y sobre todo la muerte de la alegría y la vida comunal. Los doctores lo presencian todos los días, las enfermeras, los trabajadores del sacrificio que andan donde está el contagio más brutal. Las personas de mi edad tenemos que estar más o menos resguardadas porque estamos en peligro de morir en cualquier momento.
VIOLETA AUSENTE
-¿Qué puente establece usted y Violeta Parra para las mujeres de las próximas generaciones?
-Mi obra no sería posible sin la Violeta Parra. Dio la casualidad que "la Viola", como le decían de forma más familiar, era muy amiga de una tía mía muy cercana, la escultora Teresa Vicuña. Yo conocí siendo niñita chica a la Violeta. Con mi tía se dedicaban, por ejemplo, a hacer empanadas para la fonda del 18 en la Quinta Normal. Recuerdo haber escuchado frases de la Violeta cuando yo tenía 15 años. Uno de mis poemas sobre ella se refiere a la penetración de su sonido prohibido, del sonido verdadero del pueblo chileno. Ella es como un cuchillo. En el universo budista se dice que es el cuchillo que destruye la mentira, como un cuchillo de diamante, como un diamante sónico. Es la voz del dolor. La Violeta que ahora es admirada, era ridiculizada. Lo que yo amaba ya era ridiculizado antes de que abriera la boca. Lo que une a las generaciones de mujeres es ese sufrimiento. Yo hago lo que hago por las mujeres que vienen.
-Si pudiera regalar algo a una niña chilena del 2021, ¿qué sería?
-Una antología de mujeres poetas chamánicas de Chile, de esas que curan con su canto de visiones.