Pacto social inclusivo y solidario
Simón Acuña, Director Sede Concepción Infocap,
Durante noviembre de este año pudimos conocer los resultados de los "Círculos Territoriales" de participación ciudadana, que impulsaron Techo, Hogar de Cristo y Fondo Esperanza, hace aproximadamente un año, para escuchar a las comunidades vulneradas con las que trabajan, buscando identificar áreas prioritarias y cursos de acción que nos lleven a la construcción de un pacto social inclusivo y solidario.
Entre los principales resultados de esta experiencia, en que participaron más de 25 mil personas a lo largo de Chile, destaca la convivencia de dos sentimientos aparentemente contradictorios: esperanza y rabia.
La esperanza como señal de aferrarse a la vida, a no bajar los brazos y creer que el mañana puede ser mejor. Por su lado la rabia símbolo de dolor, de que no da lo mismo y que anhelamos justicia.
El mismo informe es contundente al concluir que las principales acciones que podemos hacer, como ciudadanos, para que este nuevo pacto social sea posible son ir a votar, informarnos, educarnos y participar. Llama la atención que en los círculos con mayoría de niñas, niños y jóvenes, la acción más mencionada es actuar con solidaridad y consciencia social. Esto nos enseña que la valentía y compromiso puede nacer de los más excluidos, como imperativo de cambio y esperanza.
También en noviembre de 2020, se conocieron los resultados del Informe "Percepciones sobre desigualdad en la Élite Chilena" desarrollado por el Círculo de Directores, Unholster y la Universidad de los Andes. El estudio concluye que existe una brecha importante entre percepción y realidad: La élite parece subestimar la brecha que existe entre su propia realidad y la de las personas que viven en sectores de nivel socioeconómico medio y bajo. Este sesgo aparece en variables como ingresos, educación, trabajo, salud, vivienda y otros, fortaleciendo la evidencia sobre una clase media que cada día es más espejismo que realidad.
Menciono ambos estudios realizados en la misma fecha, porque quizás nos arrojan una luz y un camino a seguir para la construcción de una sociedad en paz: la cohesión. Cuando las personas tienen relaciones de confianza, buen trato, sentido de pertenencia y buscan vivamente el bien común, concretamos nuestro anhelo. Y esa mirada, ese camino hacia la paz en nuestro país de contrastes, parece estar mejor reconocida en niñas, niños y jóvenes de localidades vulnerables y excluidas que en la élite.
Desde la Red Apostólica Ignaciana valoramos el privilegio de acompañar a los más excluidos y confiamos en que esa experiencia transformadora que nos conduce a la justicia y a la paz vale la pena compartirla con cada una y uno de ustedes. En este tiempo de evaluaciones y balances, podemos aprender de otras y otros que han entendido mejor cuál es el camino; y ponernos a su disposición para lograr ese Chile justo y próspero que tantas veces decimos querer, pero que muchas más no sabemos cómo lograr.