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Gracias, Diego

Ayer al mediodía se informó la muerte de Diego Armando Maradona, quien fue despedido por personalidades de todo el mundo y será velado en la Casa Rosada tras gestión del gobierno argentino con su familia.
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Por Redacción

Los argentinos estaban acostumbrados a los altibajos en la salud de Diego Maradona. Eran como los arrebatos de Charly García, que un día está "piola" y al siguiente es capaz de saltar desde un noveno piso a una piscina. Por eso, tras la operación de un hematoma subdural en el cerebro hace algunas semanas y su pronta alta médica, todos se olvidaron de los problemas del astro. Por eso también la conmoción de ayer cuando se comunicó la muerte del campeón del mundo en 1986, el mejor futbolista trasandino de la historia, el ídolo, "d10s".

La noticia del fallecimiento de Maradona, de 60 años recién cumplidos el 30 de octubre, fue tan sorpresiva, que al mediodía los medios argentinos no se ponían de acuerdo para entregar la información: mientras algunos hablaban de su deceso otros daban a conocer su hospitalización por un paro cardiorrespiratorio. Tras el desconcierto y las ganas de no creerlo, todos confirmaron la noticia que puso a llorar a millones de fanáticos del fútbol en todo el planeta.

La información oficial es que Maradona sufrió un paro cardiorrespiratorio en su casa ubicada en el barrio San Andrés ubicado en Tigre, al norte de Buenos Aires, donde se había instalado luego de la operación al cerebro. Ahí se descompensó a las 10 de la mañana y murió minutos después del mediodía, pese al esfuerzo de los médicos que lo asistían para salvarle la vida.

Maradona no era solo un futbolista retirado tras una carrera exitosa que lo llevó a levantar la Copa del Mundo en 1986 que muchos dicen fue el único Mundial ganado por un solo jugador "y diez más". Su figura los argentinos la ubicaron a la altura de Carlos Gardel, de Juan Domingo Perón, del Che Guevara.

La construcción de esa religión en torno al astro tiene fecha de origen: el 22 de junio de 1986, cuando Argentina derrotó 2-1 a Inglaterra en cuartos de final del Mundial de México. Ese día Maradona marcó un gol con la mano y otro que para muchos es el mejor de la historia de los mundiales: tomó la pelota en la mitad de la cancha y eludió a siete rivales hasta dejar sentado en el pasto al arquero Peter Shilton y convertir el tanto del triunfo.

"Este fue el Mundial de Maradona. Contra Inglaterra, Maradona vengó con dos goles de zurda al orgullo patrio malherido en las Malvinas: hizo uno con la mano izquierda, que él llamó 'La mano de Dios', y el otro con la pierna izquierda, después de haber tumbado por los suelos a la defensa inglesa", escribió Eduardo Galeano en su libro "El fútbol a sol y sombra".

Lo siguiente fue vencer en semifinales a Bélgica y en la final a Alemania, pero a esas alturas los trasandinos ya le rezaban a Diego.

Por eso el impacto en su país. Por eso el presidente argentino, Alberto Fernández, declaró tres días de duelo nacional y le dedicó un mensaje poco político y muy fanático: "Nos llevaste a lo más alto del mundo. Nos hiciste inmensamente felices. Fuiste el más grande de todos. Gracias por haber existido, Diego. Te vamos a extrañar toda la vida".

Sumado a esto se informó que el velorio de Maradona será en la Casa Rosada, sede del gobierno argentino, tras una gestión del mandatario con la familia del también exentrenador de la selección trasandina.

ÍDOLO DE LOS POBRES

Su origen humilde en Villa Fiorito, un campamento, diríamos en Chile, no fue una carga para él: por el contrario, lo usó como bandera para demostrar que se le podía ganar a la vida.

Esa lucha se vio mejor expresada que en ninguna otra parte cuando firmó por el Nápoles italiano tras un paso poco brillante por el Barcelona español: el ese equipo chico del sur de la península que solía luchar por no descender revivió el mito de David contra Goliat.

Ante la perplejidad de los equipos grandes y millonarios del norte, con Maradona en la cancha el cuadro celeste consiguió dos títulos de Italia (1986-1987 y 1989-1990), una Copa Italia (1986-1987), una Supercopa italiana (1990) y una Copa Uefa (1988-1989).

Fue la mejor época del club y sus hinchas aún no lo olvidan. Una muestra de eso es que apenas conocido el fallecimiento del astro, el alcalde de Nápoles, Luigi de Magistris, anunció que el estadio de la ciudad cambiará de nombre: dejará de llamarse San Paolo, patrono de la ciudad, para rebautizarse como Diego Armando Maradona. Otra muestra de devoción hacia quienes millones llaman "d10s".

Muchos escribieron acerca de Maradona. Y no solo reportajes, revistas o libros como "Yo soy el Diego de la gente". También tiene decenas de canciones dedicadas a su figura, su fútbol, su vida.

Probablemente el himno más conocido dedicado al ídolo fue "La mano de dios" del cuartetero Rodrigo, amigo del crack fallecido en un accidente automovilístico en el año 2000. Era la canción que más le gustaba a Diego porque según él expresaba su imagen mejor que cualquier otro homenaje: "Rodrigo me conoce y por eso supo cómo mostrarme".

INVESTIGACIÓN PENAL

Ayer apenas se supo la noticia de la muerte de Maradona comenzaron a congregarse en distintos puntos de Buenos Aires seguidores con camisetas de todos los clubes argentinos para despedirlo de diferentes maneras.

La justicia argentina anunció una investigación penal para determinar las causas de su muerte.

Según el diario La Nación, ya se instruyeron algunas diligencias que buscan esclarecer la muerte de quien se desempeñaba como entrenador de Gimnasia y Esgrima de La Plata hasta su operación al cerebro. Se nombró a la fiscal Laura Capra Benavides a cargo del expediente, quien ya se constituyó en el lugar donde se produjo la muerte.

El Barrilete Cósmico falleció poco después de cumplir 60 años

"Gracias a la pelota", el epitafio que un día él mismo eligió

La frase la escogió el mismo Diego en una autoentrevista. Este es el resumen de la vida deportiva y pública del zurdo de Villa Fiorito.
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Por Mauricio Ávila

Los mitos no se explican. Son. Si alguien no entiende, puede recurrir a un sinónimo: El Diego. El 10. El Pelusa. Barrilete Cósmico. Diego Armando Maradona murió ayer poco después de cumplir 60 años y de haber vivido más de 100. Sus excesos ocuparon más horas que las que vivió y le pasaron la cuenta en la triste última parte de su vida, cuando se anunció su muerte en más de una oportunidad.

Fue el quinto de los ocho hijos de Diego y Dalma, la famosa "Doña Tota". Nació el 30 de octubre de 1960 y vivió y creció en un sector pobre del sur de Buenos Aires. A pesar de eso, desde que era muy pequeño comenzó a rodar el rumor de que en la Villa Fiorito había un zurdito que era un fenómeno. Tenía 10 años cuando apareció por primera vez su nombre en un diario, gracias a un periodista del diario Clarín que se maravilló con su habilidad. Hay un registro en video de una entrevista que se le hizo con 13 años donde dice que su sueño es ganar la Copa del Mundo.

A pocos días de cumplir 16 años debutó en Argentinos Juniors y en la primera pelota que tocó le hizo un túnel a un rival. Luego vendrían la pasión de Boca, el desborde en Barcelona, el olimpo en Nápoles, y las escalas del adiós en Sevilla y Rosario (con Newell's Old Boys).

El 29 de junio de 1986 cumplió la promesa hecha en el video en blanco y negro, cuando Argentina le ganó a Alemania en la final del Mundial de México por 3-2. Maradona fue el centro de los festejos, de las fotos, de los halagos, pero fue lo que hizo una semana antes frente a Inglaterra, en cuartos de final, lo que quedará en la memoria eterna de los mundiales.

DICOTOMÍA

En ese partido, Diego mostró ante el mundo sus dos caras: el pillo y el genio. Hizo un gol con la mano, que luego explicó como "la mano de Dios", una de sus tantas frases célebres. Minutos después, eludió a siete rivales desde la mitad de la cancha para anotar el llamado mejor gol de la historia de los mundiales. Ese día Maradona resumió la esencia del fútbol: el engaño y la habilidad.

Esa dicotomía lo acompañó toda la vida. No supo de términos medios. Su discurso siempre fue por los pobres, pero cuando se casó con Claudia Villafañe arrendó un avión que recogió por todas partes del mundo a sus 400 invitados para participar de una fiesta faraónica; juró por sus hijas Dalma y Giannina que no se había drogado en 1996 cuando dio positivo en un control antidoping en el Mundial de Estados Unidos, para luego reconocer que "he sido, soy y siempre seré un drogadicto"; trabajó duro para bajar de peso y estar en forma para esa Copa del Mundo, comenzó maravillando y luego se tuvo que ir en medio del escándalo; como técnico dirigió en Emiratos Árabes y firmó para un club de un jerarca bielorruso, para luego irse a Sinaloa y entrenar a Dorados en Segunda División.

Su rebeldía en la cancha se extendió también fuera de ella. Siempre se enfrentó al poder. Se alineó con Fidel Castro y con Hugo Chávez, desafiando a Estados Unidos; se peleó con la Fifa y Joseph Blatter; criticó duramente al Vaticano por tener el "techo de oro" en la Basílica de San Pedro, mientras que en Argentina hasta nació una iglesia maradoniana, de la que no está claro si es broma o es seria.

"NO SE MANCHA"

"Qué jugador hubiera sido si no me hubiese drogado", reconoció en una entrevista y agregó que con la cocaína no obtuvo ventajas deportivas, sino que al contrario, dio ventajas. Su lucha contra sus adicciones le quitó gran parte de la vida. Reconoció que comenzó a consumir cocaína cuando militó en el Nápoli, donde también tuvo una peligrosa cercanía con la Camorra, la mafia napolitana. "En la clínica hay uno que se cree Róbinson Crusoe y a mí no me creen que soy Maradona", comentó tras su estadía en una clínica siquiátrica en La Habana para rehabilitarse.

En su despedida del fútbol en la Bombonera, aludió al tema dejando otra frase para la historia:"El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo (...)Porque que se equivoque uno, eso no tiene por qué pagarlo el fútbol. Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota... la pelota no se mancha".

En los últimos años tuvo apariciones públicas que se transformaron en memes. Evidentemente fuera de sí en el Mundial de Rusia, diciendo cosas ininteligibles al borde de la cancha, cojeando y con sobrepeso.

En 2005 Maradona tuvo un programa de televisión, "La Noche del 10". En otra de sus excentricidades, un día se autoentrevistó. Se preguntó a sí mismo qué pondría en su lápida. No lo dudó: "Gracias a la pelota".

Diego mostró ante el mundo sus dos caras: el pillo y el genio. Hizo un gol con la mano, que luego explicó como "la mano de Dios", una de sus tantas frases célebres.