Evaluación de los sistemas de salud
Desde hace tiempo que en diversos sondeos el tema de la salud es mal evaluado por la ciudadanía. El Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello ha dado a conocer los resultados de la Encuesta Nacional de Salud 2020, en la cual los usuarios en general le dan una nota de 3,7 a su sistema. El estudio se realizó en Concepción, Valparaíso y Santiago, entre julio y agosto del presente año, y registró la peor valoración de los últimos años, lo que posiblemente esté influido por la congestión de los servicios en el periodo de pandemia. No obstante, en la Región del Biobío la evaluación llegó a 4,0, en una escala de hasta nota 7, que representaría la máxima satisfacción usuaria.
De acuerdo con los autores de la investigación, estas cifras son alarmantes cuando se las contrasta con el aumento del presupuesto sectorial, que ha subido casi un 9% anual en el sector público, y en el sistema privado, donde el aumento de precios de los planes ha sido de 4,5%. En consecuencia, hay un descontento de los usuarios respecto de ambos sistemas. Un 67% de los afiliados a Fonasa dicen sentirse desprotegido, mientras el 28% de los usuarios de las Isapres también tienen esa percepción. Algunos de los aspectos peor evaluados fueron el tiempo que tuvo que esperar para recibir una atención médica, el tiempo que le dio el médico en la atención, el monto que tuvo que cancelar, y la forma de solicitar horas por teléfono. Hay una crítica casi generalizada en cuanto a que los sistemas de salud son demorosos o poco oportunos en el acceso a las prestaciones, las urgencias y las hospitalizaciones. A ello se suma el temor de los afiliados por la forma cómo podrían enfrentar una enfermedad grave no considerada en el Auge.
El estudio arrojó además datos importantes en materias como la reforma al sistema de Isapres, porque un 81% de los encuestados piensa que el Gobierno debería modificar no sólo las Isapres, sino que también el Fonasa, porque en ambos hay que resolver los problemas que enfrentan.
Es cierto que la inversión en el sector salud se ha incrementado fuerte en las últimas décadas, pero la percepción que tiene la gente es que los problemas no se resuelven, porque no basta con dictar leyes que extiendan la asistencialidad si no están creadas las condiciones para atenderlas. En el Auge, las listas de espera son largas y en algunos casos los pacientes prefieren ir por una atención particular e inmediata, que esperar meses y hasta años que corra la lista, con riesgo para su salud. En algunas zonas, por ejemplo, la falta de médicos especialistas y la presión por cumplir con los plazos de atención de patologías Auge son factores que hacen que el sistema de salud hospitalario sea crítico en muchos establecimientos. Da la impresión de que la salud no sólo necesita de recursos, sino también deben resolverse problemas de gestión, falta de camas y de médicos, situación que, con algunos matices, hace crisis en cada ciudad.
El descontento con los sistemas de salud es preocupante si se contrasta con el aumento del presupuesto sectorial, lo que significa que la sensación de desprotección es grande, y que a juicio de algunos expertos se trabaja con modelos de atención equivocados que no resuelven las necesidades de las personas y, por otro lado, estimulan el gasto. De ahí que se requiere una gran transformación de la lógica con la cual actúan el sistema público y el privado.
Hace más de una década se habla en el país de la necesidad de cambiar los modelos de atención, para adecuarlos más al perfil epidemiológico y demográfico de la población, considerando que nuestra sociedad ha envejecido y se han extendido las expectativas de vida. Según las encuestas, cada vez más los ciudadanos indican que deben destinar una mayor parte de su presupuesto a gastos en salud y en medicamentos, en especial para los adultos mayores. En consecuencia, hay que abordar los sistemas de salud en forma integral, al igual que las propuestas de reformas para ajustarlos a las necesidades reales.
El estudio se realizó en Concepción, Valparaíso y Santiago, entre julio y agosto del presente año, y registró la peor valoración de los últimos años, lo que posiblemente esté influido por la congestión de los servicios en el periodo de pandemia. En la Región del Biobío, la evaluación llegó a nota 4,0.