Lucía Gana y el canto: más de 70 años de pasión por la música
La soprano penquista conversó con Diario El Sur y rememoró su dilatada carrera, sus pasiones y vivencias. Todo en un diálogo sonriente y ameno con quien es conocida como "La Maestra".
En la música nacional, esa que no es tan conocida, son pocos los nombres con tanta historia y trayectoria como el de Lucía Gana Espinosa (86).
Penquista de nacimiento, soprano y profesora del Departamento de Música de la Universidad de Chile, "La Maestra" -como la llaman sus alumnos y alumnas- cuenta con una carrera de más de siete décadas dedicadas al canto.
Si bien hoy vive en Santiago, la cantante lírica vivió toda su infancia en la capital regional -en calle Tucapel cerca del Parque Ecuador y luego en el sector Nonguén- hasta los 15 años. Luego emigró a Santiago para, años más tarde, regresar nuevamente al Biobío.
"Cuando me contactaron del diario me emocioné mucho, ya que me trajo el recuerdo de la ciudad. Vi la Plaza de la Independencia, sus tilos y el lugar donde tocaba la Orquesta (el odeón). Sentí gran emoción, pasé mi infancia ahí y muy bien", rememora.
Al preguntar sobre su amor por el canto y la música, la soprano es muy clara en afirmar que viene de su infancia. Una donde su padre Raúl solía escuchar mucha ópera, ritmos que solía tararear, y sus dos abuelas eran hábiles pianistas. Una pasión y amor que marcarían su vida hasta hoy. "Debe estar es el ADN", refiere entre risas.
EN LA LÍRICA
Motivada por esa pasión, años más tarde sería su madre, quien la presentaría ante la destacada cantante y profesora de la cátedra de canto de la U. de Chile, Lila Cerda de Pereira.
"Yo tenía 17 años y cuando llegamos a su casa ella me dijo de entrada que tenía muchos alumnos. Luego de cantar, me pidió que cuando realizara la audición al conservatorio nacional, pidiera estudiar con ella. Cambió de opinión", recuerda feliz, historia similar a la que años después viviría con la soprano inglesa Joan Cross.
Cuando regresó a la zona, en los 60, junto a pianistas y cantantes, organizaron la Agrupación Lírica de Concepción. "Sentó las bases para un movimiento espectacular en relación a la ópera. Hicimos varias y formé varios alumnos", dice.
En 1968, el Instituto Chileno Británico local invitó a la soprano y su marido a una recepción con el compositor Benjamin Britten.
Fue su fallecido primer marido quien la presentó al director y le aseguró al británico que su esposa cantaba. Britten aceptó oírla al día siguiente y, maravillado, la motivó y ayudó a obtener una beca del British Council para perfeccionarse en el Royal Opera House por una. Ya en Londres, el inglés le consiguió una entrevista con Cross. Se repetiría la misma historia que con Cerda de Pereira.
En ese entonces, Gana tenía tres hijos. "Había congelado mi carrera de Música en el entonces Instituto de Extensión Musical de la Universidad de Chile", apunta.
"Fui sola, pero tuvo un precio. Para una chilena, como madre muy apegada a sus hijos, fue bastante terrible. Me fui llorando todo el camino de ida. Estudié muy fuertemente", comenta.
En Inglaterra, interpretó Lauretta en "Gianni Schicchi" (de Puccini) y "La Extranjera" en la Ópera The Consul (de Menotti) en el Sadler's Well Theatre.
Sin embargo, en los años 70, su futuro como cantante se vio un tanto frustrado por la negativa de la soprano a cantar la Sinfonía Nº9 de Beethoven en los inicios de la dictadura.
En 1986, sin una motivación política, Gana se va a Francia -junto a su hijo menor- siguiendo a su segundo marido. Durante los ochos años que permaneció en Europa, además de estudiar constantemente y de cantar, destacada como docente y formadora.
Estando en Francia, fallece su hijo mayor . "Mi vida cambió y tomé la decisión de no suicidarme, por supuesto, lo digo con un poco de distancia ahora. Dije 'tengo que seguir viviendo, porque tengo tres hijos más'. Fue sorprendente poder hacer tanta cosa", señala, quien regresa a Chile en 1994.