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Utilizaron cámara subacuática de 360 grados

Viajes subacuáticos muestran el mundo desconocido de cenotes y cuevas

Un equipo de investigadores llevó a un documental el registro de estas formaciones a las que solamente pueden acceder arqueólogos.
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Por Efe

Una cámara subacuática de 360 grados se convirtió en El Nautilus, el submarino de ficción ideado por el escritor francés Julio Verne, para un grupo de exploradores mexicanos que filman ese mundo desconocido de cenotes y cuevas de la Península de Yucatán, sureste de México.

Al igual que la novela "20.000 leguas de viaje submarino", en la que Verne ofrece una visión detallada de paisajes submarinos, los arqueólogos subacuáticos mexicanos captan la belleza del enigmático mundo de Yucatán.

"Son sistemas naturales caprichosos que tienen recovecos y formas muy difíciles de interpretar por otros medios que no sean los tecnológicos", contó en entrevista con Efe el especialista en arqueología subacuática de la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México, Octavio del Río.

"Para esas exploraciones se necesita todo un equipo especial que te dé la posibilidad de vivir y sobrevivir. Viajar por los cenotes y las cuevas es sumergirse en las venas de la tierra. Son pasadizos laberínticos, sobre todo en Quintana Roo, y son de los más extensos en el planeta", expuso el experto.

Del Río, quien desde 1995 ha sido colaborador en diversos proyectos de investigación, recordó que aquellos años los registros eran en lápiz y papel. "Nunca imaginamos que llegaríamos a disponer de la tecnología actual. Todo ha ido evolucionando y nosotros nos fuimos adaptando y logramos registros cada vez más precisos de estos contextos por demás complejos e inhóspitos", agregó Del Río.

Fue precisamente la llegada de la generación de modelos en tercera dimensión (3D) y el registro de imágenes en cámaras de 360 grados lo que permitió a los especialistas captar imágenes de los contextos arqueológicos y el entorno natural en el que se encuentran esos famosos cuerpos de agua de la Península de Yucatán.

"El objetivo del proyecto era dar a conocer esos lugares, a los que solo acceden los especialistas, para que pudieran ser visitados y estudiados mediante recreaciones virtuales y sin riesgos, además de concretar un documento que se preserve de forma digital para las futuras generaciones y la posteridad", dijo Del Río.

INMERSIONES VIRTUALES

Del Río contó que "meterse a estos lugares es complicado" ya que se requiere un equipo y un tipo específico de entrenamiento. Además de la formación académica, se requieren la técnica necesarias para la práctica del espeleobuceo, para llevar a cabo investigaciones científicas, además de registros precisos de los vestigios arqueológicos y paleontológicos de la zona.

"Son lugares muy delicados que hay que preservar", expuso Del Río y relató que con la generación de los modelos en 3D surgió la propuesta de un proyecto que diera a conocer estas investigaciones y sus resultados y que además permitiera visitar estos sitios en inmersiones virtuales.

Fue así como el grupo de investigadores encabezados por Octavio del Río y Eugenio Aceves, además del director Esteban Sanders y el productor Enrique Fonte, se dedicaron a registrar y crear imágenes que permitieran el acceso y la sensación de inmersión a los sitios.

EL DOCUMENTAL

En los últimos años, los investigadores dieron vida al documental "Los cenotes, grietas del suelo y del tiempo", del Proyecto Arqueológico de Cenotes y Cuevas de la Península de Yucatán (INAH) y que este año ganó en la V Muestra Nacional de Imágenes Científicas (MUNIC) en la categoría de Museos Virtuales, Domos inmersivos y Planetarios Digitales.

Además del oxigeno, vital para las inmersiones, y del traslado del equipo en cada inmersión, Del Río contó que la iluminación fue el mayor reto y para resolverlo recurrieron al ensayo de prueba y error hasta lograr las imágenes que ellos buscaban.

El documental de alrededor de 35 minutos está dividido en tres cápsulas: los cenotes en general, la mujer Naharon y la megafauna y los pobladores de aquella época y en cuanto la pandemia en México lo permita, el proyecto estará en los domos digitales del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en el país y eventualmente en una plataforma en internet.

Equipo científico usó un enfoque de modelación para reconstruir dinámica

Estudio explica cuándo ocurren rebrotes y calcula que hasta el 87% de casos de covid en Wuhan pudieron pasar desapercibidos

Las infecciones no detectadas pueden incluir a personas asintomáticas, presintomáticas o con síntomas leves, que tuvieron "un papel importante" en la propagación del virus.
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Un equipo de científicos usó un enfoque de modelación para reconstruir la dinámica del covid-19 entre el 1 de enero y el 8 de marzo y calculan que hasta el 87% de los casos en Wuhan podrían haber pasado desapercibidos, lo que apunta el papel clave de los asintomáticos en la propagación.

Los modelos también dicen que si las restricciones se levantan después de 14 días a partir del primer día sin casos de coronavirus notificados, las posibilidades de que la enfermedad reaparezca serán muy altas (hasta del 97%), debido precisamente a los casos no detectados.

Estas son algunas de las conclusiones de un estudio que se publica en Nature y, según los autores, los hallazgos son consistentes con recientes estudios serológicos en Estados Unidos y en Europa.

Las infecciones no detectadas pueden incluir a personas asintomáticas, presintomáticas o a aquellas con síntomas leves, que probablemente tuvieron "un papel importante" en la rápida propagación de la enfermedad, y podrían dar lugar a un resurgimiento de las infecciones si se levantan las restricciones demasiado pronto, advierten los científicos.

Chaolong Wang, de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong, y sus colegas estudiaron la dinámica de la transmisión del brote de covid-19 en Wuhan y evaluaron el impacto de las intervenciones utilizando datos de 32.583 casos confirmados en el laboratorio desde el 8 de diciembre de 2019 hasta el 8 de marzo de 2020.

Utilizaron esos datos para elaborar un modelo del brote a partir del 1 de enero y lo dividieron en cinco períodos de tiempo basados en acontecimientos e intervenciones clave, como el Año Nuevo Chino y la imposición de aislamiento y cuarentena.

Su análisis revela que la tasa inicial de transmisión fue muy alta, con una cifra de reproducción (R0) estimada de 3,54 en el primer período, que se redujo a alrededor de 0,28 al final del período de estudio.

Este hallazgo sugiere que las progresivas y multifacéticas intervenciones de salud pública que se pusieron en marcha entre finales de enero y marzo de 2020 redujeron el número de infecciones totales en Wuhan en 96% para el 8 de marzo.

Al ajustar sus modelos a los datos epidemiológicos, los autores demuestran que es probable que en esa ciudad china se hayan producido numerosas infecciones no detectadas. Así, estiman que el 87% no fueron detectadas en el período de estudio.

Las intervenciones de salud pública, como la cuarentena y el distanciamiento social, parecen ser una forma eficaz de bloquear la transmisión de los casos no detectados y controlar el brote, apuntan los autores, aunque destacan que se necesitan nuevas investigaciones para confirmar estas estimaciones.

Utilizando el modelo, los autores, también de la Universidad de Harvard, predijeron la posibilidad de una segunda oleada. Los cálculos prevén que el aumento de los casos se producirá 34 días después de que se levanten las restricciones.

Sólo después de 14 días consecutivos sin casos positivos, la probabilidad de resurgimiento baja al 32%, y el incremento de casos podría retrasarse hasta 42 días después de levantar restricciones.

Opinión

(Re)mirando la ciudad en tiempos de pandemia

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En este cautiverio hemos asistido a una inflación de foros, webinars y conversatorios, bajo sugerentes títulos como "Ciudad y covid", "El espacio público postpandemia" o "Movilidad urbana y covid". Sin embargo, más allá, o si se quiere, más acá de estas reflexiones, la cuestión es qué nos quedará de este acontecimiento, ¿cambiará nuestra forma de pensar la ciudad? Lejos de lugares comunes y frases movilizadoras, sólo con el tiempo veremos hasta qué punto esta ruptura de la cotidianidad afectará la forma en que pensamos, concebimos y producimos nuestras ciudades.

Así, desde esta urbanidad alterada por el encierro y tras ver lo difícil que ha sido instaurar las cuarentenas o lo celebrado de su levantamiento, vuelvo sobre una siempre inquietante pregunta: ¿por qué existen las ciudades?

Algunos, no pocos, plantearon que la ciudad existe sola y únicamente porque permite bajos costos de transacción de bienes e información y quizás tengan razón si pensamos en qué es juntarse con amigos, ir a trabajar o asistir a un aula, sino transacciones. Estos mismos "no pocos" se apresuraron en predecir en la década de los 80 la disolución de la ciudad, que presa de la revolución tecnológica de las telecomunicaciones y la caída de los costos de transacción remota de información la transformarían en un arcaísmo construido.

Ya en pleno siglo XXI, las ciudades no se diluyeron, al contrario, la población del mundo está más urbana y aglomerada que antes. Sin mirar Norteamérica o Asia, Santiago poco a poco empieza a funcionar como un solo sistema con Valparaíso-Viña del Mar y Concepción hoy es una metrópolis con más de un millón de habitantes. Sin embargo, es paradójico que este proceso global de concentración urbano-poblacional en lo local haya significado dispersión, ya que diariamente recorremos importantes distancias para trabajar o socializar. Esto, sumado a la pleitesía del auto y el paradigma de la competitividad, han dado pábulo a una ciudad donde priman los espacios de los flujos por sobre aquellos destinados al encuentro, y si no me creen, miren el Teatro Biobío y el llamado parque Bicentenario, apretadamente acomodados en lo que quedó luego de trazar y construir la avenida Costanera. Ejemplos sobran.

Digo esto porque tras la momentánea clausura del encuentro y la turbo-digitalización a la que muchos nos hemos visto incorporados producto de la pandemia, la ciudad tampoco desaparecerá ni perderá importancia. Al contrario, mientras más partes de nuestras vidas salten al ciberespacio, lo no digitalizable cobrará más valor. Así, como la digitalización de la música enterró los CD e inauguró la era de los megaconciertos, el actual salto digital debería hacernos revalorar la ciudad como el gran espacio donde nos reproducimos como sociedad y construimos como sujetos. Lugar de emociones, manifestaciones y cultura porque lo transaccional no puede ser simplificado y pauperizado a una simple cuestión productivista. El camino de la competitividad urbana no está en construir más puentes e infraestructuras, sino en pensar, concebir y construir una ciudad para los encuentros y los afectos.

Y aunque dejo el realismo mágico a García Márquez, ya quisiera que esta reflexión fuera el legado de estos tiempos de cuarentena.

Aaron Napadensky Director del Laboratorio de Estudios Urbanos UBB