Los graves efectos del covid-19 en el empleo
Un profundo impacto en la sociedad y, particularmente, en la situación del empleo regional, fue lo que reveló un estudio elaborado por el Centro de Economía y Política Regional (CEPR), de la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez, que profundizó en los datos del trimestre móvil marzo-mayo de 2020, los cuales fueron publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas el 30 de junio pasado.
Entre las principales conclusiones se cuenta el hecho que -comparado con igual periodo del año pasado- existe una reducción en más de 127 mil personas empleadas y, al mismo tiempo, un aumento de más de 7 mil personas desocupadas en la Región del Biobío. Esto se traduce en la suma de 131 mil personas inactivas, es decir, que salen del mercado laboral, pues dejan de buscar empleo activamente.
De esta manera, la tasa de desocupación combinada (cuando se incluyen los inactivos) se eleva al 28% y representa una cifra que engloba con mucha más claridad la dimensión de la crisis, comparada con el 10,1% de tasa de desocupación regional, que de todas maneras significó un alza de 2,5 puntos porcentuales respecto a igual periodo del año anterior.
Un análisis más detallado, permite comprender con mayor precisión el grado de impacto que la crisis sanitaria del covid-19 está provocando en el mercado laboral.
En efecto, el estudio del CEPR precisa, por ejemplo, en torno a la situación de los grupos etarios, que el segmento más golpeado corresponde a las personas de 15-29 años, donde los ocupados bajaron en 29,1%, se incrementaron los desocupados en 15,3% y aumentaron los inactivos un 19,4%. Junto a ello, preocupa el rango de edad de 45 a 59 años, donde los cesantes se incrementaron en un 48% y los inactivos aumentaron en 35,7%.
El segundo grupo más golpeado es la población de 60 años o más, ya que los ocupados disminuyeron en más de 25 mil personas y los inactivos crecieron en más de 34 mil personas. "Este dato es alarmante en el contexto del covid-19, porque esta enfermedad afecta más severamente a personas en este rango de edad y sugiere que además de estar en mayor riesgo de salud, se están quedando con menos ingresos por la pérdida de empleo", señala el informe.
A la hora de emprender un proceso de reactivación, estos datos deberían ser considerados a la hora de elaborar políticas públicas que puedan orientarse específicamente a los sectores más remecidos por la crisis, por ejemplo para definir con mucha certeza oportunidades reales de capacitación para los más jóvenes y, por otro lado, generar también opciones laborales para los adultos mayores.
Otra dimensión altamente inquietante expresada en el informe se vincula a la relación entre el nivel educativo y el aumento del desempleo. Esto, porque se observa un gran impacto negativo en los trabajadores que solo han cursado enseñanza primaria y secundaria. Mientras los primeros perdieron más de 47 mil empleos, los segundos redujeron su ocupación en más de 63 mil puestos de trabajo, lo que se traduce en una caída de 29,5% y 21,4%, respectivamente.
En la otra vereda, los técnicos y universitarios perdieron un poco más de 8 mil y 21 mil puestos de trabajo respectivamente. "Esto plantea un gran desafío social, ya que el gran impacto en la ocupación está sobre el grupo de menor educación que al mismo tiempo es el grupo de más bajos ingresos", concluyó el reporte.
De hecho, la posibilidad que una gran proporción del primer grupo se incorpore en el segmento de personas pobres es muy alta y demandará políticas especiales y urgentes de reactivación.
En este escenario, todas las reacciones que vengan tanto del mundo público, empresarial y académico, son necesarias. Hoy, más que nunca se requiere de esa articulación que muchas veces ha sido destacada en nuestra zona, para elaborar planes consistentes de reactivación económica que cuenten con esa particular característica: ser intensivos en generación de empleo.
Aquello debe ir, por supuesto, relacionado con las definiciones de parte del sector privado respecto de qué perfiles laborales son los que más se requieren.
En ese escenario, resulta valorable que esta semana el Observatorio Laboral de la Región del Biobío diera a conocer los datos regionales de la primer encuesta oficial que se aplica en Chile para identificar las competencias laborales que identifican las propias empresas (Encuesta Nacional de Demanda Laboral, Enadel), la que en su versión 2019 cubrió cuatro sectores de la actividad económica: construcción, industria manufacturera, transporte y almacenamiento y turismo.
Es especialmente útil la identificación de los puestos de trabajo en que existe escasez y, por lo tanto, mayores oportunidades de empleabilidad, para lo cual Enadel se basó en una fórmula ampliamente utilizada a nivel internacional: las vacantes difíciles de llenar y que considera los elementos que dificultan que una organización para llenar una vacante con un trabajador idóneo.
Ahora bien, estos datos -por sí solos- no tendrán tanto valor si no se llevan realmente a la práctica y, por sobre todo, se traducen en acciones concretas que cuenten con el respaldo público, pero también un fuerte y necesario compromiso del sector privado para trabajar unidos en combatir los dramáticos efectos de la pandemia en el empleo regional.
Frente al complejo escenario laboral, la respuesta del mundo público, empresarial y académico, es muy necesaria. Hoy se requiere de esa articulación que muchas veces ha sido destacada en nuestra zona para elaborar planes consistentes de reactivación económica que sean intensivos en generación de trabajo.