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Las plataformas online que comienzan a hacerse imprescindibles

Profesor podcast: el dilema de la educación poscovid

Realidad aumentada, pizarrones virtuales, clases por Zoom y algoritmos que delatan a los copiones, son parte de las novedades obligadas por la pandemia.
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Por Efe

"Buenos días a todos. ¿Qué tal el fin de semana?". Son las 10.30 de un lunes y en el despacho vacío resuenan las palabras del profesor, que mira fijamente a la cámara de su celular mientras hace un esfuerzo extra por proyectar la voz para que todos lo escuchen bien.

"Vamos a pasar lista", dice el académico, que imparte Literatura en Seúl en una de las principales universidades de Corea del Sur. "Recuerden: activen el micrófono para decir 'presente' o simplemente escríbanlo en el chat. Empezamos: ¿Lee So-young...?", "Presente", exclama la alumna desde su casa. "¿Soh Su-min…?".

Esta facultad, como tantas otras en el país asiático, ha optado por emplear la plataforma creada por la empresa estadounidense Blackboard para impartir clase desde que el pasado 16 de marzo comenzó el año académico para los universitarios surcoreanos de manera completamente online debido al coronavirus.

Este software permite adjuntar todo el material académico necesario, incluido el audiovisual; crear pizarrones, repartir deberes y, sobre todo, impartir clases conectando al profesor y a los alumnos entre sí a través de vídeo, audio y una sala de chat. Todo en un mismo programa.

Desde hace unos días, esta universidad ya permite dar clases de modo presencial, pero hay que cumplir varios requisitos: "Llevar todos mascarilla, encontrar un aula lo suficientemente grande para poder distanciarnos y, ante todo, todos los alumnos deben querer de manera unánime retomar las clases", cuenta el profesor de Literatura, que pide mantener el anonimato para hablar de lo que considera un tema "muy sensible, en un momento de mucha incertidumbre".

"Basta con que un alumno diga que no para que sigamos trabajando online. En todo caso, en mis clases creo que apenas el 25% de los alumnos ha dicho que quiere volver al aula", añade.

El docente les ha pedido a sus alumnos que apaguen las cámaras de sus notebooks para evitar que el programa "se quede pegado", algo que sucede incluso en un país como Corea del Sur, con una de las redes de internet más rápidas y fiables del mundo.

Las limitaciones técnicas son un problema que va a surgir aquí y en el resto del mundo cuando empiecen a impartirse clases de este modo, opina este profesor poco antes de que uno de sus 20 alumnos abandone repentinamente el aula virtual por lo que parece ser un problema de conexión.

SISTEMAS INMERSIVOS

Más allá de los problemas técnicos, la enseñanza a través de Internet permite explorar nuevos horizontes en el mundo educativo empleando herramientas como la inteligencia artificial (IA), lo que difumina la frontera entre la escuela y la empresa, puesto que las primeras rara vez disponen de los recursos o la capacidad técnica para desarrollar esta tecnología.

Esto abre de par en par las puertas de los colegios a grandes firmas tecnológicas como Google, puntal de la industria en el desarrollo de IA y que apuesta con fuerza por la realidad aumentada y el reconocimiento de imágenes como métodos de enseñanza.

"Para los humanos, poder ver conceptos es una manera muy básica y natural de comprenderlos. Si lo veo, lo entiendo", explica la directora de gestión de producto en el departamento de realidad aumentada y Lens de Google, Jennifer Liu.

El equipo que lidera Liu, desde el comienzo de los confinamientos a raíz de la pandemia, se propuso ofrecer alternativas digitales a las actividades que, en condiciones normales, se estarían llevando a cabo en las escuelas.

Hace dos semanas, Google reveló una nueva herramienta de Biología que muestra los diferentes sistemas del cuerpo humano como el circulatorio, el respiratorio o el muscular con las partes etiquetadas, en tres dimensiones y que, mediante realidad aumentada, pueden encajarse sobre cualquier superficie física de la habitación en que se encuentre el alumno.

"Con los museos y las clases cerradas, creemos que la realidad aumentada puede ser una herramienta muy poderosa para llevar esas experiencias al hogar", explica Liu. Otra de las novedades de la empresa del buscador online para estos tiempos de enseñanza remota es la conversión de texto escrito a mano a formato digital. Supongamos que el alumno está siguiendo una clase por Zoom y tomando apuntes a mano como si estuviese en el aula.

Una vez terminada la sesión, sin embargo, se da cuenta de que esos apuntes le vendrían de perilla para escribir un ensayo que le pidieron como tarea. En lugar de reescribirlos manualmente en el computador, bastará con que dirija sobre los apuntes físicos la cámara de su teléfono celular y, si tiene una caligrafía medianamente legible, la inteligencia artificial lo hará por él.

Pese al potencial de herramientas que ofrece la IA, algunos docentes en Corea del Sur consideran que, por el momento, el marco tecnológico está ofreciendo una experiencia limitada en algunos aspectos.

"Imagínese explicar a través de Zoom la diferencia entre el acento agudo y el acento grave a niños de 14 años que apenas están empezando con el idioma", cuenta un profesor de Francés que imparte clases en un colegio del norte de Seúl.

Este docente, que también pide anonimato, siente que sin el contacto directo, se pierden matices como el énfasis o la gestualidad que imprime cada maestro y eso hace que el temario se acabe cubriendo de manera más lenta.

EXÁMENES ONLINE,

TRAMPAS

El traslado de la educación del aula al hogar plantea un serio problema a la hora de llevar a cabo las evaluaciones, especialmente si se sigue confiando para ellas en el sistema tradicional de exámenes: ¿cómo asegurarse de que los alumnos no copian o hacen otro tipo de trampas?

"El colegio aún no sabe qué va a hacer con las pruebas", explica el profesor de Francés de Seúl, que dice que por ahora está optando por evaluar la participación y los resultados de los ejercicios en clase mientras el establecimiento decide qué hacer con la prueba final del semestre, inicialmente prevista para este mes.

Durante los últimos años, han surgido compañías especializadas como la estadounidense Proctorio, que ha desarrollado un sistema de grabación de vídeo e IA para garantizar que los estudiantes cumplen las normas. "No tenemos un algoritmo que diga 'este es un tramposo y este, no'. Lo que hacemos es pedirle al colegio que nos diga qué es lo que consideran actitudes sospechosas y nosotros se las mostraremos cuando ocurran", explica el fundador de la empresa, Mike Olsen.

El sistema es relativamente sencillo: mientras el alumno se esté examinando, Proctorio lo grabará desde la webcam del ordenador o tableta y esa grabación será enviada al maestro para que la revise y tome una decisión.

Las actitudes sospechosas que puede identificar la IA van desde detectar la presencia de una segunda persona en la habitación hasta dirigir la mirada más abajo de lo que sería habitual por si se está consultando una segunda pantalla.

Preguntado acerca de las quejas por romper el derecho a la privacidad expresadas por algunos alumnos, Olsen asegura que los vídeos de Proctorio únicamente los puede ver el docente y en ningún caso nadie dentro de la empresa. "No vamos a meter a un extraño en tu habitación", garantiza.

El covid-19 ha disparado la demanda de Proctorio, que ha visto cómo en los últimos meses las ventas de su servicio (a un precio de entre 10 y 25 dólares anuales por alumno) subían hasta cifras nueve veces superiores a las del año pasado.

ESTADO ANÍMICO

Uno de los mayores consensos dentro del mundo educativo es que la enseñanza personalizada es una de las mejores estrategias para promover el éxito de todos los alumnos: que plantee retos adaptados al nivel tanto de los más aventajados como de los que necesitan más reforzamiento.

Sin embargo, en el día a día de la clase, esta es una tarea compleja, que requiere una cantidad de tiempo y de personal de los que la mayoría de colegios no disponen. De nuevo, ¿podría la IA ser la respuesta al problema? "Es una de las áreas en las que vemos mayor potencial: ajustar los contenidos para asegurar que cada estudiante puede demostrar sus conocimientos y avanzar al ritmo que más le conviene", explica el profesor y experto en educación y tecnología Mark Sparvell.

Pone como ejemplos tanto la adaptación constante del currículo para alumnos con discapacidades mediante aprendizaje automatizado como el desarrollo de software que lee el estado anímico del estudiante y recomienda cuál es el mejor momento para que haga una tarea, es decir, aquel en el que estará más motivado y aprenderá más.

Aunque su penetración se ha dado en los últimos años a un ritmo muy lento -algo que está cambiado por completo el covid-19-, la IA ya se usa en varias escuelas de EE.UU., que, por ejemplo, la emplean para enseñar matemática y otras materias en que las respuestas son a menudo binarias (correcta o incorrecta).

"Los mejores programas de IA que existen en la actualidad son en todos los aspectos más eficientes para enseñar matemática que cualquier profesor y lo digo como alguien absolutamente concienciada de la importancia del elemento humano en la educación", asegura Jennifer Jones, fundadora de la red de escuelas privadas Green Ivy de Nueva York.

Opinión

Vulnerabilidades y covid-19: ¿un nuevo desafío?

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La utilización del concepto de vulnerabilidad data desde 1845, cuando el filósofo alemán Friedrich Engels escribió sobre la situación de la clase obrera de Inglaterra, exponiendo en su obra determinadas características de las condiciones de trabajo, como la ausencia de reglamentación, problemas de ventilación y limpieza de las fábricas, que aumentaban la vulnerabilidad a las epidemias, así como enfermedades accidentales.

Hoy comprendemos que las vulnerabilidades frente a una pandemia son sistémicas y multidimensionales, donde junto a los temas asociados directamente a la salud, convergen diversos aspectos de origen social, económico, ambiental, cultural, entre otros.

En las últimas semanas, los informes del Ministerio de Salud han mostrado diferencias significativas en la tasa de crecimiento y el número de casos confirmados de covid-19, entre comunas que presentan diferentes condiciones socio-económicas. A modo de ejemplo, en un reciente Reporte Epidemiológico del Minsal, comunas como Independencia y Recoleta reportan cerca de 1.400 infectados por cada 100 mil habitantes, mientras Providencia y Las Condes presentan menos de 600 por cada 100 mil habitantes. Las cifras dispares evidencian profundas condiciones de segregación, reflejo de una alta densidad poblacional, hacinamiento, elevada pobreza, empleos informales, desempleo y baja distribución de áreas verdes que se constata en comunas más vulnerables.

Esta mayor vulnerabilidad socio-económica va acompañada de elementos de vulnerabilidad educativa, atribuible al bajo nivel y calidad de la educación y a una pobre percepción del riesgo sanitario por parte de la población más desfavorecida. No en vano Chile se sitúa en el segundo lugar entre los países en que menos se respeta el lavado de manos y el distanciamiento social, según una encuesta internacional llevada a cabo por la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER) de Estados Unidos.

Adicionalmente, existe una dimensión de vulnerabilidad directamente relacionada con los determinantes de la salud, considerando factores epidemiológicos (morbilidad y distribución etaria de la población), de transmisión (densidad poblacional, viviendas, movilidad, condiciones sanitarias), sistema de salud (disponibilidad de atención primaria y cuidados intensivos) y medidas de control y protección (cuarentena, distanciamiento social, teletrabajo, educación a distancia).

Estos temas están altamente interrelacionados y deben ser tomados en consideración a la hora de diseñar estrategias para combatir de manera efectiva la pandemia. Más aún, es fundamental contar con información confiable acerca de las comunidades y territorios a intervenir, que permita comprender sus características sociales, económicas, ambientales, culturales, de salud e infraestructura.

Un estudio recientemente publicado por el Instituto de Sistemas Complejos de Ingeniería de la Universidad de Chile, concluyó que la movilidad bajó casi un 50% en las comunas de mayores ingresos como Vitacura y las Condes, como resultado de la cuarentena, mientras que en Puente Alto o El Bosque la reducción fue inferior a 25%.

En la actualidad, se estima que el número de trabajadores informales que laboran sin contrato es del orden de 3 millones de personas, sin incluir a quienes trabajan esporádicamente por cuenta propia. Bajo condiciones de crisis sanitaria, será difícil que esas personas opten por privilegiar su seguridad física ante la necesidad de obtener un ingreso vital para su familia.

De acuerdo a experiencias internacionales acumuladas en diferentes crisis humanitarias y de salud ocurridas en décadas recientes, las decisiones locales han demostrado ser mucho más efectivas que aquellas medidas que se toman de manera centralizada, principalmente debido a que se basan en un mayor conocimiento de la realidad sobre la cual deben actuar. Por desgracia, en nuestro país existe una cultura de centralismo fuertemente arraigada, tanto en el ámbito público como privado. Ello representa una seria desventaja ya que atenta contra una activa participación de las organizaciones de base en el diseño y validación de las estrategias de control y protección. Las oscilantes decisiones de las autoridades del gobierno central y la inefectividad de las medidas implementadas son una clara demostración del divorcio existente entre los procesos de toma de decisiones radicados a nivel ministerial y las comunidades afectadas por dichas decisiones.

En efecto, el marco de acción de SENDAI para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, suscrito por el Estado de Chile, establece como uno de sus principios la necesidad de brindar mayor autonomía a las autoridades y comunidades locales para reducir el riesgo de desastres. Las organizaciones municipales, asociaciones comunitarias y líderes locales están en mejores condiciones de diseñar, organizar e implementar acciones colaborativas entre los diferentes actores relevantes, para asegurar el suministro de servicios básicos, incluyendo alimentos, agua potable, medicinas, atención médica y apoyo psicológico, y fomentar conductas sociales e individuales que contribuyan a un efectivo combate a la epidemia.

Es evidente que Chile ha mejorado sus indicadores socioeconómicos desde 1990, pero al interior de las diversas regiones, comunas y ciudades se observan profundas inequidades socio-territoriales. Entonces a mediano plazo, uno de los grandes desafíos que tenemos que enfrentar como país será reducir drásticamente las diferencias socio-económicas, educacionales, de salud, lo cual permitirá disminuir nuestra vulnerabilidad y aumentar la resiliencia frente a futuras pandemias.

Dr. Octavio Rojas

Académico Facultad Ciencias Ambientales.

Investigador Centro Eula UDeC

Dra. Patricia González

Académica Facultad Ciencias Ambientales.

Investigadora Centro Eula UDeC