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El rol de Carabineros en la pandemia

General Luis Humeres Aguilera, Jefe de la Octava Zona de Carabineros Biobío,
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Como Carabineros somos parte de una institución que durante 93 años se ha ido adaptando a las nuevas demandas sociales de nuestro país. Es por eso que en los difíciles momentos que estamos pasando producto de la Pandemia del covid-19, hemos volcado nuestra atención en la solidaridad social y la educación de la comunidad para recordarles en cada lugar y en todo momento, que debemos ser responsables con las medidas sanitarias decretadas por las autoridades, toda vez que lo que está en juego es el bien más preciado que es la vida.

Nuestras familias se han aislado en sus hogares y sabemos y entendemos que eso genera ansiedad y en muchos casos, desesperación.

Ahora, que de manera progresiva comenzarán a abrir comercios y hay menos restricciones en nuestra zona, hemos apreciado durante nuestros servicios que la ansiedad del encierro ha provocado un efecto adverso al momento de tener la posibilidad de salir a una multitienda o local comercial.

En esos lugares, donde hay aglomeraciones, estamos para recordar que aún nos encontramos en una crisis sanitaria, por lo cual es necesario continuar siendo responsables con nuestra salud y la de nuestra familia, y salir de nuestros hogares solo para fines estrictamente de primera necesidad.

De todas formas en esos lugares, fiscalizamos el uso adecuado de mascarillas, las distancias entre personas, y estamos atentos a las dudas o requerimientos que muchos nos consultan ya que nos ven permanentemente a su lado.

Por otro lado, nuestros Carabineros han puesto especial atención a los adultos mayores, en las personas en situación de calle y en las poblaciones más vulnerables, gestionando ayuda en abrigo y alimentos y velando porque sus condiciones sanitarias, sean las más adecuadas para protegerlos de contagios.

También nos hemos preocupado en zonas rurales, de verificar las necesidades de las familias que viven más aisladas, por ejemplo, el trabajo de nuestra Patrulla de Atención a Comunidades Indígenas en Alto Bío Bío, ha realizado un gran trabajo con las comunidades pehuenches para satisfacer sus necesidades de alimento, abrigo y también colaborando en la entrega de útiles escolares y materiales educativos para los niños que no han podido asistir al colegio producto de esta pandemia.

Como jefe de la Octava Zona de Carabineros quiero reiterar a la comunidad el compromiso que mantenemos firme en nuestros corazones verdes, estamos y estaremos siempre a su lado, para ayudarlos, apoyarlos y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que ustedes, vecinos de la Región del Biobío, tengan la tranquilidad y el bienestar que su familia necesita. Juntos superaremos este mal momento.

Corporación descentralizadas,

Desigual distribución de roles

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Conocida es la sobrecarga de trabajo y la carga mental de las mujeres en nuestra sociedad. Esta se acrecienta para las mujeres que son madres: en Chile un 39,4% son jefas de hogar, cifra que ha ido en aumento en los últimos años; de estos la mitad son monoparentales, lo que significa que hay hijos presentes y una adulta responsable. Además, en promedio dedican 3,21 horas diarias más que los hombres a las labores domésticas y cuidado. Las estadísticas nacionales nos muestran una ausencia del rol del padre.

La distribución de los roles es desigual; ¿qué se necesita para que esto cambie? La pandemia del covid-19 deja aún más en evidencia lo que esto significa en la vida cotidiana.

Al estar en casa, el tiempo personal de las mujeres, especialmente de las que son madres, se ha visto afectado intensamente. Por sólo enumerar algunas: tareas escolares, recreación de los niños, cuidado de los enfermos, aseo, alimentación, y por supuesto, el trabajo remunerado que hoy se está realizando desde casa: "home office" un concepto que suena bien pero que, en este contexto, es de un alto estrés.

Si bien muchas familias hoy aplican la corresponsabilidad, estas son una excepción: una de cada 10 parejas heterosexuales adultas tiene una distribución equitativa en cuidados domésticos.

No es lo mismo ser mujer que ser madre, y además ¿qué significa ser madre? ¿Cuánto de la persona sigue existiendo al convertirse en madre?

Los estereotipos de género promueven una figura materna que se abandona a sí misma en pos de la crianza de los hijos, y por extensión, del cuidado de otros miembros de la familia.

Por ello, afirmamos que tenemos una tarea pendiente como sociedad: entender que el cuidado de la infancia es rol de todos y no solo de las madres, proteger la crianza como lo más valioso para formar adultos responsables y sanos; y por último resolver las brechas de género en el trabajo, la vida privada y la vida pública, para mayor equidad y bienestar de todas las personas, mujeres y hombres.

Por nuestra parte, les invitamos a valorar y, principalmente, no juzgar a la mujer que es madre, en todos los aspectos de su persona, como en su tiempo personal, en sus gustos e intereses, en el derecho a estar sola, a divertirse, a desarrollarse en el trabajo, etc.

En este día celebremos a nuestras madres, no solo por lo que "nos entregan", si no que basado en un vínculo de amor y respeto mutuo.

De salud o trabajo a salud y trabajo

Fernando chomali, Arzobispo de Concepción,
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En medio de la pandemia que azota a Chile, ha aparecido el dilema de qué es lo que debe privilegiar las políticas públicas: la salud o el trabajo de la población. En mi opinión, la dicotomía salud o trabajo es falaz y puede llevar a engaños. Debemos aspirar a que haya salud y trabajo. En efecto, sin salud no hay trabajo, y sin trabajo no hay salud. Si falta uno los dos componentes en la vida de las personas, no hay vida humana ni familia ni sociedad que resista por mucho tiempo.

Creo que el tema de fondo a resolver hoy es el siguiente: ¿A quién le corresponde hacerse cargo para que todos tengan lo suficiente para vivir mientras no se puede trabajar porque la defensa de la salud lo impide? Para responder esa pregunta hay que analizar la mirada que pesa sobre el trabajo en cuanto si es considerado un bien útil o un bien moral.

Para quienes piensan que el trabajo es un bien útil y por lo tanto un insumo más de la cadena de producción, la respuesta a la pregunta inicial es nadie en particular. Su lógica es: se acaba el trabajo, se acaba el sueldo, se acaba el sustento. Tendrán que buscar otras formas de subsistir. Y eso es lo que está pasando en la actualidad en Chile. El aumento del comercio ambulante y el esfuerzo solidario de la Iglesia, por paliar tal mal, es la señal más clara.

Quienes piensan que el trabajo es un bien moral, -es decir un derecho y un deber que permite asegurar el sustento propio y familiar, así como su futuro-, afirman que las personas al quedar sin trabajo no pueden quedar al arbitrio de las vicisitudes de la contingencia, o de la bondad de algunas personas o instituciones. La respuesta es la comunidad organizada, es decir el Estado.

Se complejiza la situación cuando hay personas o instituciones que reconocen el trabajo como un bien útil en la bonanza -lo que implica utilidades-, y lo reconocen como un bien moral en la carencia -lo que implica pérdidas- y acuden al Estado.

En este escenario, algunas personas se preguntan legítimamente lo siguiente: ¿por qué tendría que hacerse cargo el Estado -cuyo dinero es de todos los chilenos- en salvar empresas que no los beneficiaron en sus tiempos de bonanza?

De estas complejas preguntas y mirando la realidad creo que podemos aprender dos lecciones y sacar una conclusión:

1. Es un error pauperizar al Estado al punto de no poder hacerse cargo con sus recursos -que son de todos los chilenos- de las situaciones adversas que nos depara la vida.

2. Es un error promover una sociedad que gira únicamente en torno al consumo, que se rija exclusivamente por la ley de la oferta y de la demanda y que el test para mirar su éxito sea la utilidad. Chile, en esa lógica, tiene la siguiente paradoja: es macroeconómicamente exitoso, pero microeconómicamente fracasado. Esta situación hoy adquiere carácter dramático en un alto porcentaje de la población que no tiene sustento asegurado.

Como conclusión, la dupla Estado pequeño y mercado grande no es la mejor a la hora de la adversidad. Eso ha quedado demostrado hoy donde millones de chilenos están a la deriva y dependen de la buena voluntad de algunas personas y de la promulgación de leyes apresuradas para solucionar en parte -a través de bonos- lo que debiese ser permanente: que a nadie le falte el pan en la mesa y un techo donde cobijarse.

Para tener un Estado fuerte se requiere gran sentido de comunidad, el reconocimiento que el bien común es superior al bien individual, que el todo es más que las partes, una ética de la responsabilidad a toda prueba y considerar el trabajo como bien moral.

La razón para sostener aquello es una: Los seres humanos, -independiente de nuestra condición social, económica, cultural, étnica o situación familiar - tenemos derechos que provienen de nuestra condición de tales, y que, por tanto, no pueden quedar al arbitrio del gobierno del momento o de la buena voluntad de quienes ostentan la riqueza. Si se sigue considerando el trabajo un bien instrumental el futuro no es promisorio.