El bárbaro que vive en nosotros
Mónica Silva Andrade, Periodista,
"Pese a la humanización y al acceso a la cultura, el hombre sería otro y no el que quiere ser. En los estratos profundos de la vida psíquica se disimula un bárbaro siempre dispuesto a despertar". Para meditarlo hoy, pese a que lo formuló hace un siglo uno de los hombres que contribuyó a cambiar el mundo. El médico vienés Sigmund Freud transformó su época y su gran obra trasciende el conocimiento de la interioridad de nosotros y la comprobación que todas las miserias anidan en el alma humana.
Es una figura enorme, que no se desdibuja con el tiempo. La historiadora y académica francesa Elizabeth Roudinesco el año 2015 lanzó una biografía imprescindible "Freud en su tiempo y en el nuestro"(Debate). Ella ha dedicado su vida al estudio del psicoanálisis. Es autora de varios textos, incluyendo "Nuestro lado oscuro, una historia de los perversos" y coautora de un diccionario de psicoanálisis, el más completo y fundamental hasta ahora .
Su conocimiento se amplió con la apertura definitiva de los archivos Freud guardados en la Biblioteca del Congreso en Washington, así como en la aparición de nuevos papeles, documentos, cartas y relatos de casos con nuevas facetas del pensador más estudiado, criticado, denostado, saludado y admirado de estos tiempos. El virtuoso de la interpretación contundente, el hombre que contaba cuentos, resumía novelas, leía poemas y evocaba mitos.
Su raíz judía y vienesa resultan fundamentales; su amor por los perros, su fascinación por las mujeres, su falta de gusto artístico, sus vicios, su conservadurismo, su necesidad de volver a sus amigos enemigos, adquiere consistencia en el libro que hilvana genialmente el retrato personal y el de la época en que vivió, la Viena de la caída de los grandes imperios y en cuyo horizonte se vislumbraba el horror nazi.
Un capítulo interesante es el que define la personalidad y la cultura de Freud como propia de una "ilustración oscura". Combina una gran fe en la razón, al estilo de Kant, con el deseo de descender a las zonas más abyectas y demoníacas. "Lo que Freud tomaba de Darwin no era diferente a lo que tomaba de Sófocles: la novela trágica de un hombre que, después de verse como un dios, advierte que es otra cosa y no lo que creía: un asesino e, incluso, el descendiente de una especie animal. Los seres humanos invadidos por el deseo profundo y permanente de destruirse destruyendo al otro.
Freud vivió la primera guerra y sintió los vientos de la segunda que estalló el mismo mes y año que murió en Londres. Una época de cambios trascendentes. Una vida compleja. Un final doloroso, por el cáncer a la mandíbula que lo fue transformando y un exilio que no deseaba. Freud pensaba, argumenta Roudinesco, que descubría en el inconsciente lo que los seres humanos vivían en realidad. Ella en sus estudios, y en esta biografía, quiso mostrar que el descubrimiento del psicoanálisis fue el resultado de una sociedad, una familia y una historia política que "el interpretaba magistralmente como una producción del inconsciente".
No es descabellado estudiar u observar a Freud como precursor de ideas políticas, culturales, humanas, médicas, criminológicas y en tantas otras variantes de la vida humana que resulta imprescindible tenerlo a mano, especialmente en épocas del estallido profundo del alma de los chilenos, como alguien definió el 18/O y los días siguientes.
Un capítulo interesante es el que define la personalidad y la cultura de Freud como propia de una "ilustración oscura".