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Alcalditis aguda

José Luis Trevia, Investigador Fundación para el, Progreso Concepción.,
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El round de los alcaldes con el Ejecutivo sigue sin cesar. Ejemplo de ello son los reparos que presentó la alcaldesa de Hualpén, Katherine Torres, ante el levantamiento del cordón sanitario que afectaba a su comuna. Nuevamente, nos enfrentamos al complejo, variopinto y paradigmático, síndrome de alcalditis aguda. Al parecer, este está afectando a buena parte de las autoridades comunales, y la Región del Biobío no se queda atrás. No importa que el brote al interior del Cesfam Las Flores haya terminado sus 14 días de cuarentena, ni tampoco que la Región, de 636 casos positivos, exhiba 396 recuperados, disminuyendo la distancia y la brecha entre ambas. No, por supuesto que esto pasa a segundo plano, si se encuentran frente a un micrófono, una grabadora o un contacto en directo con una radio.

La porfía, tozudez y necesidad imperiosa de destacar a como dé lugar, ha podido más para nuestros jefes comunales que la sensatez y la prudencia. Maquiavelo en El Príncipe recuerda que "el natural de los pueblos es variable. Se les podrá hacer creer fácilmente una cosa; pero habrá dificultad para hacerlos persistir en esta creencia. En consecuencia de lo cual es menester componerse de modo que, cuando hayan cesado de creer, sea posible precisarlos a creer todavía". Por ello, qué importa la evidencia, qué importa que a Chile lo destaque en el manejo de la epidemia la OMS, la BBC, Bloomberg, El País, El Mundo, hay que hacer creer que estamos haciendo todo mal y que, al menor descuido, los alcaldes instalen su relato y visión de la pandemia, para que sus comunas -pese a toda evidencia en contrario- sigan creyendo en lo que dice su líder. En dicha tarea, los alcaldes se juegan el dominio de su territorio.

No nos engañemos. La alcalditis aguda los ha convertido antes en constitucionalistas, doctores en derecho laboral, economistas -atacando las medidas adoptadas por la mesa de expertos con miembros de lado y lado que asesora al Ministro Briones- y últimamente en epidemiólogos. Expertos versados en la contención de pandemias, producto de su PhD en la universidad del municipio. Un descriterio, irresponsabilidad y mezquindad sin precedentes, que probablemente tenga como objetivo la reelección para mantener el sillón municipal de cada uno.

En los tiempos que corren, resulta imprescindible comenzar a escuchar las voces más entendidas, visualizar desde los diferentes frentes la estrategia que ha adoptado La Moneda y su implementación, apegándose estrictamente a las medidas sanitarias. Ciudadanos informados, colaboradores, que mediante la prevención y autocuidado, sepan dar cara a esta pandemia que nos asola como país. Estemos a la altura de las circunstancias, demos el ejemplo cada uno en nuestro día a día y evitemos contagiarnos de la pandemia, pero también de la alcalditis aguda.

Uso indiscriminado de desinfectantes

Dr. Ricardo Barra Ríos, Director Centro Eula, investigador del Centro Crhiam, académico Facultad. Ciencias Ambientales UdeC,
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En un reciente artículo de la prestigiosa revista científica Science, científicos chinos advierten del uso masivo e indiscriminado de desinfectantes, y sus efectos para el medio ambiente.

Un aviso que nos encuentra en medio de controversias sobre el uso de túneles sanitizadores al ingreso de ferias, mercados, hospitales, municipalidades y otros diversos puntos de concurrencia masiva. En prácticamente todos ellos se reconoce la ausencia de información disponible sobre los compuestos químicos utilizados como desinfectantes, más aún cuando actualmente hay un número limitado de éstos autorizados para ese uso.

En Chile, si bien existe un protocolo de registro para estos productos en el Instituto de Salud Pública, en general no se ha implementado un proceso riguroso de evaluación ambiental de ellos. Esto, porque el énfasis está en que los productos no hagan daño a las personas, pero no necesariamente en que además sean inocuos para el medio ambiente. Hoy en día los productos desinfectantes más utilizados son agua oxigenada, alcohol gel, hipoclorito de sodio, además de sales de amonio cuaternario. Todos ellos, en dosis adecuadas son efectivos para el combate al coronavirus y la mayoría de ellos inocuos para las personas, cuando se dosifican en forma correcta.

Sin embargo, su aplicación masiva puede provocar un problema para los ecosistemas acuáticos. ¿La razón? tal como lo indica el estudio chino, estos elementos son muy tóxicos para los organismos acuáticos, ya que en contacto con el agua estos compuestos reaccionan y podrían generar compuestos mucho más peligrosos.

En lo específico, el estudio chino indica que "a medida que el covid-19 se extiende por todo el mundo, el mayor uso de desinfectantes podría provocar desastres secundarios en ecosistemas acuáticos". En esa misma línea la investigación hace un llamado a los países afectados para que realicen evaluaciones de integridad ecológica acuática, durante y después de la pandemia.

También se ha indicado que las personas expuestas a los desinfectantes rociados, especialmente los trabajadores, corren el riesgo de problemas respiratorios, entre otras enfermedades. De hecho, un estudio de octubre de 2019 descubrió que las enfermeras que usaban desinfectantes para limpiar superficies, tenían un mayor riesgo de enfermedad pulmonar obstructiva crónica, en tanto que otra investigación de 2017 relacionó la exposición a desinfectantes, con asma en adultos.

Por todo ello, esta crisis sanitaria también debe ser una oportunidad para mejorar los protocolos de registro y uso de estos compuestos químicos, incorporando requisitos como el comportamiento con el medio ambiente, cuánto tiempo duran en degradarse, qué reacciones sufren en el medio ambiente, o cuál es su toxicidad para organismos diferentes a los virus y bacterias. Con ese tipo de medidas nos aseguraremos que esta parte de la medicina, no sea peor que la enfermedad.

Lecciones de la pandemia

Fernando chomali, Arzobispo de Concepción,
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El covid -19 nos está dejando no solo enfermos y muertes, sino que también muchas lecciones que si no las aprendemos ahora, no las aprenderemos nunca.

La primera es que en Chile cualquiera se siente con derecho a opinar -movido solo por la emotividad- y tomar medidas sin tener los conocimientos suficientes para ello. La salud pública y la epidemiología son especialidades muy complejas, a nivel de postgrado, que capacitan para tomar medidas sanitarias viendo el todo, que siempre es más que las partes.

La segunda es que los pobres terminan siendo siempre los más perjudicados y los que pagan los costos de la catástrofe. En efecto, quienes pueden quedarse en casa, lo que es, a todas luces, deseable, son aquellos que tienen acceso al dinero que les permite comer, hacer trámites en línea, conectarse remotamente con los demás, estudiar y trabajar desde su casa. Hay familias que si, al menos, un miembro de la familia no sale a trabajar, sencillamente no comen; tienen poco acceso a equipos computacionales y a internet. Un computador por persona en las casas más pobres es un ideal aún no logrado. Esas personas, lamentablemente, serán tentadas por prestamistas de los que dependerán por largo tiempo y terminarán más pobres.

La tercera es que Chile es un país donde la xenofobia está a flor de piel y surge con fuerza en los momentos en que más necesitamos estar unidos. Los migrantes, sobre todo los haitianos, son personas gravemente ofendidas y estigmatizadas. Ello será difícil revertir. La pandemia pudo haber sido una oportunidad para que nos reconociéramos todos en la "misma barca" y que nos salvamos juntos con el aporte de cada cual, independiente del país de origen, del color de la piel, de su situación social. ¡Qué lejos estamos de aquello! y ¡qué dolor causa!

La cuarta es que los ancianos han sido brutalmente golpeados por la pandemia. Son cada vez más aquellos que fruto de las políticas públicas -de decenas de años- demográficas, sociales, previsionales y económicas, los han ido llevando a lugares o vivir en condiciones que no siempre cumplen con los requisitos mínimos, para pasar una pandemia con las medidas de seguridad que corresponde. En Chile muchas personas trabajan toda una vida y terminan solas, abandonadas e indefensas.

La quinta dice relación a las personas que viven en situación de calle. Sus historias personales exigen una atención muy especial. Ellos han perdido familia, trabajo y lugar donde cobijarse, pero no han perdido la dignidad de ser humano. Al verlos pulular por las calles da la impresión que son "extraños morales" en su propio país. Ello nos debe cuestionar profundamente, porque nadie está libre de terminar en esa situación.

La sexta son las personas que están en la cárcel. Ellos son ciudadanos que han perdido la libertad por los delitos cometidos, pero no han perdido el derecho a estar en un lugar seguro, a tener la posibilidad de las medidas de seguridad que corresponden en estas circunstancias y a tener tratamientos médicos adecuados cuando corresponda. Los enfermos no tienen nombre, ni apellido, ni condición social, todos han de ser tratados de igual manera en virtud de su patología. Creo que Gendarmería de Chile merece, en virtud de la vulnerabilidad de las personas por las cuales responden, un nuevo trato en la sociedad chilena. Hacen un gran esfuerzo, a veces sobrehumano.

Por último, las personas con algún tipo de discapacidad -a las que todo se les hace más difícil en la vida- requieren una atención especial de las políticas públicas para que vivan con la dignidad que merecen y no queden a la deriva cuando los tiempos son aciagos y donde cada uno comienza a "sacar agua para su molino", olvidándose del resto.