Coloridos dibujos, llamativas pinturas, divertidas creaciones literarias que, de una u otra forma, plasman la experiencia de ser migrante en Concepción desde el imaginario infantil es el resultado visible de "Migrarte", proyecto que fusiona los conceptos de migrar con arte, y fue ejecutado entre mayo y noviembre de este año por el "Centro Modelo" de la corporación Catim. En éste participaron 10 niños de entre 8 y 12 años de Ecuador, Colombia y Venezuela, y sus obras que se expusieron como hito final, formarán parte de un calendario.
Oriana Briceño y María Fernanda Castillo, venezolanas, participaron de una iniciativa que, coinciden, las llenó de alegría; porque pudieron echar a volar su imaginación, porque tuvieron un espacio para expresarse y relajarse, porque compartieron e intercambiaron experiencia con sus pares, porque hallaron nuevos amigos, porque todo es un aporte para hacer más fácil una experiencia que si bien surge desde la motivación de las familias de encontrar mejores condiciones para vivir y más oportunidades, se gatilla desde situaciones que pueden ser muy complejas y la adaptación a la nueva realidad no suele ser inmediata.
Es que el arte es uno de los lenguajes que usan los niños para expresarse y también una herramienta terapéutica, razón por la cual desde el accionar del "Centro Modelo", espacio que busca promover el bienestar de los infantes y sus familias, el trabajo en torno a las manifestaciones artísticas es protagonista, comenta su directora, la psicóloga María de la Luz Spoerer, también coordinadora técnica de Catim. Por ejemplo, desde lo plasmado en una obra se puede extraer información valiosa para hallar un problema o el poder crear tiene efectos positivos al dar libertad para expresarse o tan sólo por regalar una instancia de disfrute.
DESDE LAS GANAS DE
GENERAR ACERCAMIENTO
Eso sí, lo expuesto da cuenta de frutos inesperados de una iniciativa que nació desde la inquietud de generar un primer acercamiento con la comunidad migrante en Concepción, pues si bien ésta es de cantidad importante y va en aumento, en el "Centro Modelo" no estaban trabajando con ellos. Y querían hacerlo, sostiene Fabián Núñez, coordinador de "Migrarte".
La pregunta era cómo acercarse y la respuesta la encontraron en un Fondart Regional en la línea de Culturas Migrantes al que postularon, se adjudicaron y dio el financiamiento que permitió dar vida a una idea que logró su meta y más.
"Lo primero es que en el contexto de las clases se generó una linda instancia de intercambio cultural desde los niños hacia nosotros y viceversa", destaca Núñez, pues siempre es provechoso y enriquecedor para todos los que interactúan. "El proyecto también sirvió para que las familias se conocieran. Hay algunas que viven hace años acá y otras de llegada reciente sin contacto con otros. Entonces, se pudieron relacionar y crear redes de apoyo entre ellos, lo que también es muy importante", asevera.
Muy importante fue también que aunque no era un objetivo identificar un problema para intervenir, por lo que los niños expresaron en sus trabajos y conversaciones se pudo extraer algo de sus vivencias como migrantes, lo que es valioso para reconocer sus necesidades y pensar en otras iniciativas, y también las oportunidades.
Sobre esto se percibió lo complejo del proceso de instalarse en un país tan distinto al de origen, difícil en toda edad, por las razones que derivan en esta decisión y porque implica dejar muchísimo atrás, hacer profundas transformaciones para adaptarse, pero especialmente complejo a la edad de los niños con los que trabajaron, que están en pleno desarrollo y viviendo procesos de cambios internos. Sin duda la migración los impacta, en algún punto los define, pero "lo que la mayoría de los niños demuestra es una visión sobre cómo migrar puede ser esperanzador para poder desarrollarse integralmente", sostiene María de la Luz Spoerer.
HACERSE CARGO
Lo que expresan los niños no es más que la gran esperanza de los migrantes, especialmente de los padres, y al hacerla realidad el ímpetu es contribuir a la comunidad en la que se están insertando. "Si bien las condiciones en las que los migrantes llegan (y por las que llegan) no son muy amables, estamos frente a personas que son muy educadas, muchas de ellas con harto perfeccionamiento, que vienen con toda la disposición y ganas de sumar al desarrollo de la región", manifiesta al respecto Sandra Castro, directora ejecutiva de Catim.
También afirma que hay una deuda con los migrantes, relacionada con que para muchos su realidad está invisibilizada, pero que ya no se puede desconocer que la población migrante es parte de la sociedad y por ello es una obligación entre todos hacernos cargo. "Creo que es nuestra responsabilidad como chilenos acercarnos a los extranjeros que llegan, saber si necesitan algo y en qué podemos ayudarlos. Somos seres humanos y lo mejor que podemos hacer es relacionarnos", afirma sobre esto Fabián Núñez, razón por la cual la motivación por continuar con el trabajo en la línea de "Migrarte" está más fuerte que nunca y la necesidad de que se generen otras instancias, que participen otros actores, está latente.