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Hallan especie de tiburón que vivió hace 23 millones de años en Chile

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Los resultados fueron posibles tras el análisis de dientes y placas dentales fósiles de condrictrios (tiburones, rayas y quimeras) colectados en tres formaciones geológicas situadas en el litoral central, en la península de Arauco y en Chiloé.

AVANCES DEL ESTUDIO

El estudio liderado por Villafaña. permitió aumentar de 13 a 21 el número registrado de condrictrios (peces con esqueleto cartilaginoso) del Mioceno temprano en Chile; periodo hace 23 a 16 millones de años atrás. Algo de suma relevancia científica, ya que los condrictrios aparecieron hace 450 millones de años en la Tierra. No obstante, si bien su registro fósil en Chile es abundante durante el Mioceno medio a tardío (16 a 5 millones antes del presente), la evidencia de su existencia en el Mioceno temprano ha sido escasa y los hallazgos recientes son un avance sustancial.

Además, desde el planteamiento de Villafaña, se destaca que los análisis a los registros fósiles permitió documentar, estudiar y conocer el comportamiento de los vertebrados marinos que existieron durante un periodo más cálido como fue el Mioceno temprano, y que tras la disminución drástica de la temperatura y formación de las masas de hielo en la Antártica, evolucionaron, migraron o se extinguieron.

Sobre esto, sostiene que "si el cambio climático que ocurrió en el pasado tuvo un efecto real en los condrictios del pasado, también podría tener un importante efecto el cambio climático actual", y los resultados permiten comparar zonas y tiempos geológicos posteriores para comprender la relación entre el cambio climático y las variaciones en la diversidad de especies.

Por su parte, el coautor del estudio, doctor Sven Nielsen, académico del Instituto de Ciencias de la Tierra de la Universidad Austral de Chile y quien estuvo a cargo de colectar los fósiles, sostiene que "en el registro geológico los cambios climáticos generalmente pasan a escala de cientos de miles de años y ahora lo vemos en muy pocos años". Allí advierte que el gran problema no es el cambio como tal, sino la velocidad en la que está ocurriendo al no dar tiempo para adaptarse. "Cambio de temperatura siempre hubo, pero no a esta velocidad. Es el riesgo que corren muchos organismos que no logran adaptarse al clima: enfrentan un peligro bastante mayor de extinción", concluye.

Proyecto UCSC estudia uso de hongos nativos para control de plagas agrícolas

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Los cultivos vegetales se pueden ver amenazados por distintos factores, como las variaciones en las condiciones climáticas de un territorio o la acción de organismos patógenos e insectos que se pueden transformar en plagas y afectar las producciones y llevar a pérdidas, incluso totales.

Esto hace imperante tomar medidas para combatir a las especies que provocan daño, siendo el uso de agroquímicos una de éstas. No obstante, "las plagas van generando resistencia a los insecticidas", afirma Juan Aguilera, investigador postdoctotal de la Facultad de Ciencias de la Universidad Católica de la Santísima Concepción (UCSC), advirtiendo que esto provoca que se requieran mayores dosis de los químicos para lograr los resultados necesarios.

Sostiene que esto ha derivado en un uso excesivo de agroquímicos, lo que empieza a causar otros problemas graves, como el impacto al medioambiente, a los ecosistemas y a la salud de la población. Afirma que pueden verse dañados otros insectos con importantes roles ecológicos como las abejas y también los flujos de agua; además, las frutas y verduras producidas pueden quedar con residuos, existiendo el potencial riesgo de que llegue al consumidor. Por otro lado, añade que en lo económico se incrementan los costos y en ocasiones se pueden reducir las posibilidades de exportar a naciones con regulaciones más estrictas con el uso de químicos.

TENDENCIA MUNDIAL

Ante este escenario, Aguilera cuenta que la tendencia mundial es emplear métodos más sustentables y uno es el control biológico de plagas con hongos. Algo conocido hace décadas e incorporado con éxito en países con más tradición de técnicas agrícolas más eco-amigables, resalta, y a cuyo avance en Chile quiere aportar con el desarrollo de un proyecto Fondecyt respaldado por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).

Desde la experiencia internacional, el estudio busca usar hongos nativos y precisa que "el objetivo es utilizar estos hongos para reemplazar paulatinamente el uso de agroquímicos en las zonas agrícolas del país".

Lobesia botrana

El proyecto comenzó a ejecutarse en marzo de 2019 y tiene un periodo de duración de tres años, y consta de varias etapas. Primero, identificar los hongos presentes en el suelo chileno; concretamente en las áreas vitivinícolas, por lo que el muestreo ha abarcado zonas desde Santiago hasta Concepción, detalla el investigador. Tras colectar y obtener hongos, vienen etapas de identificación molecular de las especies y luego analizar para determinar cuáles son más efectivos para combatir la polilla Europea de la vid, con pruebas a distintas escalas.

VENTAJAS DE LOS HONGOS

Aunque faltan varios pasos, los resultados obtenidos en estos meses y el éxito de otras experiencias son más que alentadores. Sobre esto, Juan Aguilera cuenta que han visto que "para lograr el mismo nivel de control de insectos, al usar hongos podemos reducir hasta en 50% la dosis de insecticida".

Por ello, se reducen los costos ambientales y sanitarios, ya que explica que "una ventaja del uso de hongos para el control de plagas es que sólo afecta al organismo que debe afectar". Además, sostiene que "cuando aplicamos el hongo al ambiente, éste se establece, se autorregula y empieza a atacar al insecto, reduciendo significativamente su población. Pese a bajar también la cantidad de insectos, el hongo se mantiene presente a través de esporas. Así, cuando los insectos aparecen nuevamente y si las condiciones ambientales son adecuadas, el hongo los detecta, los ataca y se genera un equilibrio dinámico entre las dos poblaciones".

Así, además se reducen los costos económicos, pues con los hongos no hacen falta aplicaciones continuas, a diferencia de los insumos químicos convencionales, que se deben añadir regularmente y que por la resistencia que generan los patógenos deben aumentarse las dosis o variar en los productos usados, lo que se traduce en elevadas inversiones para las empresas vitivinícolas que poseen considerables hectáreas.

Desde allí, Aguilera agrega que estudios recientes han hallado que los hongos, "además de ser promotores de sanidad al controlar plagas, ayudan a las plantas a que crezcan mejor y más sanas, pues contribuyen a la síntesis de hormona del crecimiento", por lo que las más novedosas líneas de investigación apuntan a su empleo como bioestimulantes del crecimiento.

Por lo mismo, desde los resultados del estudio, el gran horizonte del científico "es generar un insecticida inteligente a base de hongos nativos de Chile, que se pueda distribuir y comercializar para realizar un control de plagas ecológicamente más sano y económicamente más rentable, como se viene haciendo en varios países".