Formación Cívica será un pilar en la educación de las nuevas generaciones
Educación Ciudadana y Ciencias para la Ciudadanía serán las nuevas asignaturas obligatorias que incorporarán la malla curricular de los 3° y 4° medios en 2020. El objetivo es formar estudiantes para el ejercicio de una ciudadanía crítica, responsable y respetuosa.
La medida fue anunciada en el Gobierno de Michelle Bachelet, cuando se promulgó la Ley 20. 911 de Formación Ciudadana que establece para todos los colegios del país un plan de educación cívica, que como asignatura había desaparecido hace dos décadas de las aulas, y surgió como respuesta a la Octava Encuesta Nacional de la Juventud (2017) del Instituto Nacional de la Juventud, que reveló que el 79% de los jóvenes entre 15 y 29 años está poco o nada interesado por la política, entre otros datos.
EDUCACIÓN CÍVICA
En Chile, la educación cívica es el término pedagógico que se le entrega a lo que también es llamado formación cívica o civismo, cuyo objetivo es formar ciudadanos íntegros, activos con las situaciones que lo rodean, informado y responsable frente a la sociedad y lo que sucede en ésta. "Es el convivir en sociedad, la forma de realizar relaciones sociales, la forma de compartir espacios comunes, la forma de sobrellevar una convivencia pacífica", describe Manuel Baeza, sociólogo y académico de la Universidad de Concepción.
Para convivir en sociedad, añade, debe existir un mínimo común denominador en el desenvolvimiento de las personas, códigos de significaciones de la vida en común que permitan cooperar y contribuir entre todos. Así, desde las organizaciones sociales más básicas hasta las más sofisticadas tienen el deber de plantear una cohesión social a través de consensos, ya que sin ello una sociedad correría riesgos inminentes de colapso.
OTRAS PERSPECTIVAS
Varias aristas componen al civismo, desde la política, educación y ética hasta el ámbito matrimonial. Por ello la formación cívica va variando su propuesta educativa dependiendo la sociedad; sin embargo, siempre cumple un mismo rol: capacitar a las personas para lograr su participación como ciudadanos inmersos en una sociedad.
Desde un punto de vista antropológico, la educación cívica podría llegar a transformarse en la cultura cívica; algo que en nuestro país tiene ciertos grados de complejidad, explica el antropólogo Sebastián Reyes. Para entenderlo hay ejemplos de situaciones comunes de la vida cotidiana y la que menciona Reyes es el uso de los semáforos, afirmando que si bien en países europeos como Alemania es inaceptable que un peatón cruce una calle si está en rojo o donde no corresponde, en Chile está normalizado que mientras no venga un auto avanzando, independiente el color del semáforo, las personas pueden pasar. Esto, sostiene, habla mucho de cómo nos enfrentamos a diversas otras situaciones estrechamente vinculadas al civismo.
En este sentido el antropólogo aclara que "la formación cívica lo que hace es educarnos sobre ciertos aspectos de la sociedad, pero también de algo mucho más profundo como lo comunitario, donde las personas como comunidad, deben organizarse de acuerdo a sus necesidades y problemáticas"; siendo éste un argumento para destacar la importancia de reincorporar la educación en esta materia en los colegios, sobre todo pensando que los hábitos de vida se deben instaurar desde etapas tempranas para que se mantengan y que son las nuevas generaciones el futuro del país y el mundo, y en ellos está el poder de impulsar los cambios y transformaciones socioculturales.
Desde lo expuesto, la psico-educadora Marisol Sagredo opina que la educación cívica como asignatura no debería ser seriada. "Enseñar educación cívica es una muy mala manera de entenderlo: debemos desarrollar competencias, habilidades y capacidad de análisis en los estudiantes", sostiene.
Esto, porque mucho tiene que ver con lo valórico, pues desde ceder el asiento a un adulto mayor hasta decir gracias, plantea, es también civismo. Por lo tanto, debiese enseñarse a los estudiantes a pensar, actuar y hacer en sociedad. Esos tres aspectos que nombra Sagredo, los define como los pilares fundamentales para una formación íntegra en las nuevas generaciones.
TRANSICIÓN Y LEY
De acuerdo a la información de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile (BCN), el año 1912, durante el Gobierno de Ramón Barros Luco, se instauró en el país la asignatura Educación Cívica como materia independiente. En 1967 se incluyó en la asignatura Ciencias Sociales y en 1980 se incorporó como Educación Cívica y Economía, mientras que cuatro años más tarde se reinstaló como asignatura propia Educación Cívica. Fue en 1997 cuando desaparece como ramo independiente y se define como objetivo transversal en el currículum escolar.
Según los registros de la BCN, en 1998 se comenzó a aplicar no sólo una educación cívica, sino que se habla de una formación cívica, la cual albergó habilidades de manejo de la información de pensamiento, reflexión crítica, capacidad de formular opiniones y actitudes ligadas a una democracia, como, pluralismo, respeto por el otro y valoración de los derechos humanos. Sin embargo, ese mismo año, bajo el Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se eliminó de la malla curricular de enseñanza media.
Desde el punto de vista del abogado Byron Smith, uno de los problemas que trajo consigo la ausencia de la educación cívica en la formación de los escolares radica en el carácter de los derechos que la ciudadanía desconoce, entre otros aspectos. "Una clara evidencia es a la hora de elegir a sus representantes, ir a sufragar. Las personas simplemente no van por desconocimiento de las propuestas de los candidatos o porque las decisiones las toman otros", afirma. Los derechos llevan también aparejados deberes, siendo también la falta de conocimiento en este ámbito y por tanto en el actuar en la comunidad donde se puede evidenciar la falta de formación cívica. Así, Smith comenta que una nueva educación cívica debería apuntar a una interconexión entre autoridad y la personas para potenciar el pensamiento político de éstas.
En este sentido, la Ley de Formación Ciudadana tiene como objetivo entregar a los estudiantes la "preparación necesaria para asumir una vida responsable en una sociedad libre y de orientación hacia el mejoramiento integral de la persona humana, como fundamento del sistema democrático". La iniciativa busca promover la comprensión y análisis del concepto de ciudadanía, junto con los derechos y deberes. De esa forma, la educación cívica será un eje transversal en la vida de los niños y jóvenes que los preparará para enfrentar dilemas éticos y a convivir en una sociedad.