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Para algunos, una opción temporal, para otros trasciende a las situaciones de emergencia y es una práctica que tiene varios beneficios, según una encuesta que la consultora multinacional de Recursos Humanos Randstad hizo a líderes de capital humano de 440 compañías de diferentes tamaños e industrias en Chile.

Entre los hallazgos está que 31% de las firmas tiene incorporada esta práctica de forma permanente y entre las principales ventajas observadas están el mayor equilibrio en la vida laboral-familiar (23%); más capacidad para atraer y retener talento, y aumento de la productividad (ambas opciones con 17%); y reducción de los costos para la compañía y el trabajador (16%). También se menciona el impulso a usar nuevas tecnologías o reducción de la rotación, entre otros.

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Tecnología RFID: Nos rodea y ¿nos vigila?

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Se suele nombrar con el adjetivo de "inteligente" a cualquier tecnología que posea, a lo menos, un componente automático que su predecesora no tenía. Antibióticos inteligentes, casas inteligentes, mapas inteligentes, ropa inteligente y otros. Cada vez es más común oír o leer sobre las famosas etiquetas inteligentes.

Pero, ¿qué son realmente?

Tengo seguridad de que a la mayoría de nosotros alguna vez les ha sonado la alarma a la salida de una tienda de retail o un supermercado, que muchos son los trabajadores que utilizan tarjetas de acceso antes de ingresar a su oficina o espacio laboral, o que conoce el funcionamiento de tarjetas como la BIP (del Metro de Santiago) o la ha usado, por mencionar dos ejemplos. En estos dos casos, la tecnología RFID o de Identificación por Radiofrecuencia, ya forma parte de su vida y ni siquiera se había percatado de ello.

Este sistema está compuesto por dos elementos principales: la etiqueta o "tag" que corresponde a un chip electrónico con memoria (que está en la BIP o en el sensor de la tienda comercial) y la antena (que está en las puertas de la tienda o en el torniquete del metro) que es la que transmite energía al "tag" y "lo activa" para poder leer su código. En algunos casos, la antena también "escribe" información en el "tag", como sucede en el caso de los dueños de mascotas con registro de sus datos.

Prácticamente todo lo que requiera "identificar sin contacto" funciona con la tecnología de RFID. Y para hacer historia, vale la pena precisar que ésta fue utilizada por primera vez en aplicaciones civiles en tarjetas de seguridad de acceso a plantas nucleares. En los años 90, el bajo costo de los dispositivos permitió masificar su uso como mecanismo de identificación y acceso principalmente.

En la actualidad, esta tecnología se utiliza en logística, aplicándola en inventarios automáticos, en detección de lo que entra y sale de una bodega, en ubicaciones en anaqueles de manera automática, en seguimiento de paquetes, en bultos, en cálculo automático del total de la compra, en rastreo de carga en los camiones, en ubicación de tractos y en ramplas dentro de centros de distribución, entre múltiples otras aplicaciones.

Y junto a sus usos y beneficios o ventajas que sus usuarios valoran, como sucede con todas las tecnologías, la aludida también tiene a sus detractores, quienes consideran a la tecnología de RFID como una invasión a la privacidad. Iniciativas como "noSpyChips" o "stopRFID", patrocinadas principalmente por asociaciones como CASPIAN (Consumidores contra la invasión de privacidad de los supermercados), advierten con frases como: "El Gran Hermano viaja en su carro de compras" o que "tags" escondidos en diferentes productos permitirían conocer los lugares por donde pasa un potencial cliente, llegando un paso más allá en el análisis de los hábitos de consumo, pues se incluirían sus hábitos de desplazamiento además de permitir a los promotores saber a quién acercarse.

No obstante, lo que es cierto es que el buen o mal uso no depende de la tecnología en sí misma, sino de quien la usa. Además, en el caso del RFID, ésta llegó para quedarse y sus principales aplicaciones nos simplifican el día a día, ya sea que estemos conscientes de ello, como cuando usamos nuestra tarjeta de acceso para ingresar a la oficina, o inconscientemente como cuando compramos en el supermercado, a menos que algún "tag" no haya sido desactivado al pasar por la caja en la que se pagan los productos y una simpática alarma nos haya sonado al salir.

vicepresidente de Innovación y

Desarrollo de Wisetrack