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Alimentación: 39% de trabajadores no recibe beneficio

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Octubre es el Mes Mundial de la Alimentación, conmemoración impulsada por la FAO y que este año tiene el acento en promover la alimentación saludable. Es que el contexto mundial hace urgente disminuir los índices de sobrepeso y obesidad que presentan más de 800 millones de personas en el planeta. En lo nacional, la "Radiogradía de la Obesidad en Chile", evidenció que con 34,4% de incidencia es el país más obeso de América Latina y ocupa el segundo lugar en las naciones OCDE, sólo superado por el 40% de Estados Unidos.

Ante esto, los hábitos alimentarios como llevar una dieta saludable y cumplir los horarios de comida es de vital relevancia como factor protector, pero el último estudio de la Organización Mundial del Trabajo reveló que 30% de los trabajadores no almuerza regularmente y el 39% no recibe ningún tipo de beneficio de alimentación por parte de su empleador.

Lo anterior "afecta la salud integral, sostuvo Bárbara Flores, jefa del Departamento de Nutrición de Edenred, y precisó que esto impacta también en el trabajo, advirtiendo que se puede "presentar una serie de síntomas como fatiga y alzas de presión, lo que deriva en pérdidas de concentración y con ello una baja de rendimiento durante el horario laboral. Esto, además, incrementa la posibilidad de presentar enfermedades y con ello, un aumento del número de licencias".

Así, enfatizó en lo primordial que es alimentarse bien y cuánto afecta lo que sucede en el trabajo, donde se pasa gran parte de las jornadas, recalcando que las empresas deben procurar y entregar las condiciones para que sus colaboradores mantengan buenos hábitos. Agregó que "es importante generar consciencia en las empresas sobre la importancia de educar a sus trabajadores y orientarlos en la elección de su alimentación, potenciando los beneficios que trae el alimentarse saludablemente".

Potencial gastronómico del queule puede ser herramienta de protección

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El queule es un árbol nativo de Chile, propio de zonas de la Cordillera de la Costa entre las regiones del Maule y del Biobío, donde su población se restringe a acotados bosques. Es que esta especie se encuentra en peligro de extinción, razón por la cual se declaró como Monumento Natural en 1995 para resguardar su protección.

Pero, entendiendo el valor de este árbol se han sumado otras iniciativas para su cuidado y preservación, como el programa de Conservación de Especies Amenazadas MMA/FAO/GEF ejecutado por el Ministerio del Medio Ambiente (MMA), implementado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y financiado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF), cuya coordinadora es Fabiola Lara.

Recuperar y proteger al queule es el gran objetivo del proyecto y para ello lleva a cabo distintas líneas de acción, donde la colaboración es trascendental. Así, un pilar es el trabajo con las comunidades cercanas a lugares donde se presenta el queule para educar, capacitar y empoderar en la contribución a la tarea, pues según relevó Lara, "es posible conservar especies como el queule de la mano de un desarrollo sustentable".

VALORAR Y CONSERVAR

Con esa meta se sumó la alianza con el área de Hotelería, Turismo y Gastronomía (HOTUGA) de Inacap Chillán. La unión busca que la herramienta de conservación sea el potencial gastronómico del árbol y su fruto, sobre lo que Lara sostuvo que "el uso de mermelada de queule responde a una forma sustentable de protección", cuando la recolección del fruto del árbol se hace de manera adecuada.

Y ese fue uno de los mensajes que expresó en el marco de un seminario sobre Pastelería Tradicional que se realizó a raíz de esta colaboración. El foco estuvo en la producción consciente para resguardar al queule, pero también en las posibilidades de usar su fruto para innovar en la cocina y así aportar a la revalorización del árbol.

Por ello, Elizabeth Domínguez, dueña de un predio piloto de Tomé donde la iniciativa de Conservación de Especies Amenazadas está trabajando, contó sus vivencias relacionadas con el queule y su fruto en la jornada.

También se dictó la charla "Del olvido a la innovación: dulzor del queule", a cargo de Pablo Azúa, del proyecto MMA/FAO/GEF, donde advirtió que entre las grandes amenazas para la recuperación y conservación del árbol endémico está la mala práctica de recolección, ya que en la mayoría de los casos no se devuelve la semilla al bosque, que es lo que se debería hacer.

Otra actividad fue el workshop "Trasnochada de Queule", liderado por Beatriz Mardones y Felipe Gatica, chefs instructores de Inacap Chillán. El título hizo alusión a una tradicional torta chillaneja en la que los profesionales innovaron al añadir mermelada de frutos de queule recolectados en Cobquecura (una de las zonas donde hay presencia del árbol), ingrediente diferente a la receta original e incluso desconocido para los chefs, confesaron, "por lo que fue un desafío utilizarlo en preparaciones de pastelería", precisó Mardones.

Una labor que consideró importante Liliana Puentes, directora de la Escuela de HOTUGA de Inacap Chillán, relevando el papel de la vinculación entre la academia con los programas y acciones de conservación para la difusión de buenas prácticas en recolección y uso, así como para fomentar la exploración de la aplicación del fruto en distintas y nuevas recetas. "El desafío es tremendo, porque estamos formando profesionales con sentido de valorización y respeto de lo nuestro. Nosotros queremos concientizar a nuestros alumnos que existe el queule, que su pulpa puede ser aplicada en la pastelería y que podríamos innovar con ella en distintas preparaciones", destacó.

En esa línea, el seremi de Medio Ambiente de la Región de Ñuble, Patricio Caamaño, sostuvo que lo primordial de ésta y otras alianzas es que "se está avanzando en revalorar el queule, un árbol endémico, único en su especie, que necesita una red de apoyo para dar a conocer la importancia de su presencia en el ecosistema, y en el cual asumimos que el trabajo de conservación es tarea de todos".

Valorar el bienestar y salud mental

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Si hay algo que debemos entender sobre la salud mental, que conmemora su Día Mundial cada 10 de octubre, es que cualquier persona en algún momento de su vida podría sufrir directa o indirectamente de alguna enfermedad mental o bien tener dificultades de adaptación.

Según las cifras que maneja la Sociedad Chilena de Salud Mental, un 23% de la población chilena sufriría de algún trastorno mental evidenciable. Esto se suma a que según revelaron los resultados de la última Encuesta Nacional de Salud (2016-2017), al menos el 6,2% de la población del país presentaría depresión, mientras que se evidenció que un 15,8% de la población presenta síntomas de sospecha de la enfermedad.

Frente a esta realidad, resulta fundamental tener una mirada preventiva y también un buen manejo de los factores predisponentes, desencadenantes y mantenedores de las enfermedades mentales, junto con acciones de fomento de la salud mental a través de la promoción de salud y prevención.

Es por esto que es de alta importancia el mantener estilos de vida saludables y prevenir hábitos que pueden generar alteraciones o favorecer la aparición y desarrollo de estos trastornos. A esto se suma enfrentar las enfermedades mentales y acercarnos a quienes hoy las viven de manera adecuada.

Actualmente, los principales prejuicios que enfrentan las personas afectadas por alguna enfermedad mental se relacionan con la escasa adaptación a la sociedad, por lo que se tiende a excluirles o a segregarlos a ciertos ámbitos, a pesar de estar actualmente con una visión inclusiva. Este último, de hecho, ha sido un aspecto positivo en el último tiempo, donde el nivel de educación o conocimiento respecto a la salud mental ha aumentado gracias a la globalización de la información.

No obstante esta evolución, aún es necesario fortalecer la valoración del poseer salud mental y sus beneficios a nivel general de las personas. Es necesario comprender que las problemáticas que acarrea una pobre salud mental a nivel individual, familiar y social son tan variadas y severas que pueden incluso afectar los ámbitos laborales y educativos de los individuos. Es en estos aspectos en donde se hace fundamental la valoración de un buen estado de salud mental y que al mismo tiempo se actúe en congruencia con su importancia en el bienestar integral y general de los individuos, y por tanto también de la población.

La promoción de estilos de vida saludables es esencial, sobre todo si la posibilidad de mejora en el caso de los trastornos mentales varía profundamente dependiendo de cada enfermedad. Por ejemplo, los cuadros ansiosos tienen un buen pronóstico en general, versus los trastornos de abusos de sustancias, donde el índice de éxito es casi mínimo.

En este sentido, dentro de las responsabilidades institucionales se necesita mayor apoyo y más prestaciones, ampliando a más enfermedades las prioridades y no sólo enfocar los esfuerzos en los trastornos más severos. Es más, vale la pena advertir que sólo el 36,1% de las personas que sufren depresión tratan la enfermedad a través de los mecanismos de salud pública.

En tanto, en aspectos más comunitarios, resultan fundamentales las redes de apoyo, especialmente de las personas cercanas, como son la familia, que además son fuentes incondicionales de afectos y cuidados. Estos apoyos son fundamentales para la readaptación de las personas, donde el devolverles la funcionalidad personal y desempeño es fundamental, ya que una persona aislada baja sus probabilidades de salir adelante.

psicólogo,

director Carrera de Psicología, UST Concepción