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Astrónomo chileno destaca el valor científico de estudio de los exoplanetas

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La humanidad desde sus inicios ha buscado entender el mundo, se ha cuestionado, teorizado e investigado para hallar las verdades. Muchas se han encontrado, unas certezas han perdurado y otras han cambiado de la mano de los avances científicos y tecnológicos, pero algunas dudas son tan complejas de resolver que llevan siglos o milenios de intentos.

Una de esas grandes inquietudes para el hombre ha sido saber cómo se formó el Universo y su lugar en un espacio infinito que permanece mayormente desconocido. Pero, bastante se ha avanzado, especialmente en las últimas décadas, y eso fue galardonado en el Premio Nobel de Física 2019, entregado esta semana a James Peebles, Michel Mayor y Didier Queloz, por sus contribuciones al conocimiento sobre la evolución del cosmos y el lugar que ocupa en éste la Tierra.

Es que Peebles se considera uno de los padres de las teorías cosmológicas que explican cómo surgió y evolucionó el Universo, y Mayor y Queloz fueron los primeros en comprobar científicamente la existencia de un planeta extra solar o exoplaneta, es decir uno fuera del Sistema Solar. El último, un hito científico de 1995 que rompió esquemas, pues hasta antes no había tecnología para comprobarlo y la existencia de estos objetos se asociaba a la idea de científicos locos, y abrió puertas para que más investigadores entraran a recorrer y maravillarse con el Universo.

TRASCENDENCIA DEL HITO

Así lo sostiene el astrónomo chileno Nicola Astudillo, quien aceptó la invitación y hoy es parte de los expertos que han desarrollado la temática, pues en estos años se han sofisticado las tecnologías y técnicas, y del primer exoplaneta se ha aumentado a más de 4 mil, y él ha aportado con cerca de 20.

El investigador actualmente es profesor de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica de la Santísima Concepción y colaborador del grupo de "Variabilidad Estelar" del Departamento de Astronomía de la Universidad de Concepción, al que se unió en 2018 cuando llegó a la capital penquista luego de finalizar sus estudios postdoctorales en la Universidad de Ginebra; institución de Suiza donde hace Michel Mayor fundó el grupo de investigación de exoplanetas junto a Didier Queloz, que era su estudiante doctoral.

Por eso, Astudillo, interesado en el tema hace más de una década, desde sus estudios de Magíster en la Universidad de Chile, no puede sentirse ajeno al reconocimiento que da el Nobel, ni esconder el orgullo por el premio. En su opinión, la trascendencia de este hallazgo es de valor incalculable para la ciencia, la astronomía y la humanidad, y hace que sobren las razones para galardonarla.

Primero comenta que para encontrar un planeta fuera del Sistema Solar se requirió diseñar y construir un espectrógrafo, instrumento de precisión hasta antes inexistente.

Pero, lo primordial para el astrónomo es que descubrir el primer exoplaneta llevó a "poner en contexto la posición de la Tierra en el Universo" y también derivó en la necesidad de cambiar los modelos sobre la formación de planetas, construidos según el Sistema Solar: "Se traducían en que habían planetas rocosos como la Tierra cerca de la estrella (Sol), y que lejos estaban los gigantes gaseosos como Júpiter", apunta.

Lo que encontraron los europeos rompió los paradigmas. "El primer objeto que buscaron era un planeta tipo Júpiter. Pero, descubrieron lo que hoy se conoce como un 'Júpiter caliente', planetas que se formaron en la posición de Júpiter en nuestro Sistema Solar, pero que emigraron hacia el interior del sistema", explica, por tanto están cerca de la estrella.

LOS DESAFÍOS

Así, releva que ahora que se conocen miles de exoplanetas se pueden refinar mucho más los modelos que expliquen su formación hasta lograr uno que funcione para todos, considerando que sus arquitecturas son tan diversas, y es un objetivo en el que múltiples científicos trabajan actualmente.

Y para ello es importante entender de qué están hechos los planetas, que para Nicola Astudillo es el gran desafío y meta, y asevera que el potencial de impacto para el mundo es difícil de cuantificar, pues podría llevar a responder la pregunta más grande de la humanidad: ¿Hay vida fuera de la Tierra?

Al respecto, explica que "sabemos que la vida se forma en los planetas, porque es imposible que suceda en objetos como las estrellas por sus condiciones físicas y biológicas" y detalla que para saber si hay vida se deben primero buscar planetas similares a la Tierra (porque aquí hay) y luego estudiar la presencia de agua y sus atmósferas, que debe cumplir ciertas condiciones para ser vital.

Astudillo precisa que con este fin se deben combinar los dos métodos de búsqueda de planetas extra solares que hay, que son el de velocidad radial (usado por los científicos laureados) y el de tránsito, que se desarrolló posteriormente, y "es el más exitoso: ha detectado cerca del 80% de los exoplanetas", dice.

PAPEL DE CHILE

En los avances en la búsqueda y estudio de los exoplanetas, y los hitos que con ello se pudieran alcanzar, Chile tiene un rol relevante.

El país es conocido como la capital mundial de la Astronomía por la calidad de los cielos y las condiciones climáticas, como la baja humedad, del altiplano del norte chileno, además de la posición geográfica. Por ello, en algunos años más se albergará en el territorio nacional el 70% de la capacidad astronómica del planeta, hoy el número es del 40% y ya parte de los más importantes observatorios y sofisticados instrumentos instalados, como el más preciso y exitoso espectrógrafo construido por los laureados con el Nobel 2019, afirma Astudillo, que actualmente desarrolla dos proyectos Fondecyt en el área de los exoplanetas.

Desde allí, afirma que por ser tecnología y espacios instalados en Chile, los investigadores del país tienen acceso a ellos, por lo que en proyectos nacionales o internacionales están teniendo cada vez más presencia y por tanto tomando un rol más activo y significativo en los hitos científicos que, finalmente, podrían llevar a entender cuál es nuestro lugar en el Universo.

Greta o la vaca púrpura del activismo ambiental

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Para Seth Godin, uno de los referentes del marketing moderno, la diferenciación del producto es la búsqueda de aquello extraordinario que cautiva y destaca por sobre el resto. Es decir, la idea es encontrar una vaca púrpura.

Durante años, el estandarte comunicacional del activismo ambiental lo tuvo Greenpeace. Cómo no recordar sus botes acosando a los balleneros japoneses en alta mar o su batalla en contra de los transgénicos. O el expresidente de USA, Al Gore, y su iniciativa de liderazgo político para generar acciones respecto del cambio climático. Pero esos eventos con gran prensa han pasado al olvido como una más de tantas movilizaciones y tácticas comunicacionales para remecer la conciencia. Eso, hasta la aparición de Greta Thunberg.

El mundo comenzó a fijarse en esta adolescente sueca cuando alzó la voz en las primeras movilizaciones europeas para despertar la inacción de los gobiernos ante la crisis ambiental. Llamó la atención, a sus 15 años, la lógica de sus argumentos, la humanidad de su tono imperativo, su empoderamiento discursivo y su férrea adhesión hacia un modo de vida consecuente.

Se le critica su falta de carisma, su estatura y hasta su corta edad, atributos que ante todo manual de imagen no la harían elegible. Pero cuando dirige un discurso, la audiencia se transforma, toca corazones y conciencias, sacude la inercia de los gobiernos y moviliza a cientos de jóvenes bajo su propio lema "Cambiemos el mundo".

El activismo ambiental encontró su vaca púrpura y la conoceremos en diciembre, cuando se realice la COP 25 en nuestro país. Y no sólo eso. En el revuelto escenario de lucha ambiental, es también un ideavirus, otro acierto de Godin, que se ha propagado por las redes sociales, enseñando, cambiando e influenciando a todo aquello que toca.

Académico Escuela de Gobierno y Comunicaciones, U.Central