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La historia de HP Zapatería: el tránsito de un oficio en extinción a una mipyme

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Los 53 años de edad de Humberto Peña han estado curtidos por el trabajo. Y sigue, dando la pelea a la vida para sostener a la familia, pero no se queja porque es lo que escogió.

Ya en el umbral de su taller de Las Heras 804 en Concepción asoma el olor a cuero y a suela, y un paso más adentro las hormas, las máquinas de coser, cordones y herramientas no dejan dudas de quien es: un zapatero de oficio, de aquellos que quedan pocos y que aprendieron en la "universidad de la vida", como él dice, para explicar que su escuela fue la gran industria que antaño ya hizo de Concepción la ciudad donde se hacía el mejor calzado de Chile, especialmente el de mujer, con grandes fábricas como Gacel, Caprice o JP, entre otras.

zapato chino

Precisamente en esta última fábrica, que estaba en Maipú entre Paicaví y Janequeo, Humberto entró como aprendiz. Pero como muchas otras cerró tras la apertura del comercio internacional que permitió el ingreso de zapatos chinos y simplemente no pudieron competir más. Lo mismo que ocurrió con la prestigiosa industria textil de Tomé.

Recuerda que en los años 80, en el sector de Barrio Norte casa por medio había gente vinculada a la industria: aparadores o armadores que trabajaban en sus casas.

Después de aquella época de gloria, a él como a cientos más no les quedó otra que buscar nuevas fuentes laborales. A los 19 años arrendó un local en Hualpén e instaló una reparadora de zapatos. "Es que antes se reparaba mucho, porque los zapatos eran de mejor calidad y convenía arreglarlos. Ahora da lo mismo, porque son casi desechables", afirma.

Pero hoy la realidad de Chile también es otra y en esa línea, señala que hoy son pocos los que llevan a reparar sus zapatos, a excepción de inmigrantes porque la vida no es fácil para ellos y deben apelar a su labor y aquí es donde dice que hace un gran esfuerzo por reparárselos.

Ya hace años se dio cuenta de que la reparadora no rentaba y comenzó a aplicar toda su experticia que orientó hacia el diseño, más moderno, a gusto del cliente. Y tenía no solo el conocimiento, sino los materiales para hacer zapatos de calidad que adquirió tras la quiebra de Gacel en cantidad importante y, además, una herramienta potentísima, como son las que aporta la era digital.

Bastó subirse al carro de las redes sociales -Instagram y Facebook- para llegar desde su modesto taller a todo el país e incluso a Estados Unidos, donde ya vendió una pechera de cuero. Así como se le ocurrió también diseñar corbatas del mismo cuero que el del zapato, para ocasiones especiales.

Recientemente terminó de fabricar su primer par de zapatos hechos de un material semi textil de tres capas donde la superior externa es de corcho (foto inferior). La idea la desarrolló a partir de un modelo que su hija encontró en una pequeña tienda en Estados Unidos.

clientes especiales

Cuenta que tiene una clienta de la Galería Musalem a la que le ha hecho 40 pares de botines y que la participación en ferias como Espacio Romano también ha sido una instancia para mostrarse y comercializar. El precio de los zapatos 100% cuero y forrado en cuero van desde los $70 mil hasta los $300 mil que puede costar uno de auténtica piel de serpiente.

Este artesano del calzado se declara satisfecho con lo logrado con su oficio. "Tengo una linda familia, 4 hijos, la mayor de 30 años y la chica de 23 años. Dos ya salieron de la universidad. Tengo mi casa pagada y me he podido dar unas buenas vacaciones con mi familia. Conocemos todo el sur y este año nos iremos a recorrer el norte", cierra Humberto Peña.