Secciones

Acompañamiento espiritual puede mejorar múltiples resultados en salud

E-mail Compartir

Sin dudas, el desarrollo de ciencia en salud y medicina han generado nuevo conocimiento y la creación de tecnologías cuyo uso se ha traducido en relevantes mejoras que han impactado en el bienestar de las personas y hasta en el aumento de la esperanza de vida. Nuevas terapias y fármacos para tratar diversas enfermedades, transformando a algunas que antaño fueron mortales en cuadros de poca preocupación, en casi imperceptibles ciertas patologías crónicas o sanando otras que no tenían cura, además de procesos de exámenes y diagnósticos más certeros son algunos ejemplos.

Pero, llevado a la práctica, esto también ha derivado en una suerte de pérdida de la relación "humana" médico-paciente y del sentido de acompañarles como persona más que como enfermedad, según plantea Alfonsina Jerez, médico de Familia del Cesfam Juan Garcés de Lota. Así, si bien no desconoce que de la mano de los avances "muchos resultados en salud han ido mejorado, en patologías prevalentes como las crónicas, pese a la tecnología, los resultados en salud no son tan satisfactorios como deberían y al buscar la razón se ha visto que está faltando un abordaje más amplio de las personas".

Es que el modelo bio-médico es uno que, asevera, descuida o ignora todas las necesidades de las personas como seres integrales y emocionales, por lo que se requiere que de manera transversal que el sistema y los equipos de salud evolucionen a uno que considere todas las dimensiones y una de especial relevancia es la espiritual.

De hecho, es de tal importancia que la Organización Mundial de la Salud invita a incluirla, ya que su impacto cuenta con múltiple evidencia científica y clínica, comenta Jerez, quien expuso sobre ello en el Segundo Encuentro de Espiritualidad en Salud de la Zona Sur de Chile, que organizó el Programa de Salud y Medicina Familiar de la Facultad de Medicina de la Universidad de Concepción (UdeC) para atender de manera concreta el llamado del organismo internacional.

LA EVIDENCIA

En este sentido, el primer punto en el que se detiene es el significado de espiritualidad, que tiene definiciones diversas y amplias, pero bajo la perspectiva en salud se concibe como "la búsqueda del ser humano de una conexión con algo; puede ser con uno mismo, un familiar trascendente, la naturaleza o con alguna práctica religiosa", precisa.

Desde ahí, la experta en Medicina Familiar comenta que "la evidencia muestra que cuando el abordaje es más integral, cuando incluye lo farmacológico, tecnológico y espiritual, los resultados son más positivos que si la espiritualidad no se incluyera".

Como ejemplos, cuenta que estudios hechos a personas con alguna enfermedad de salud mental han evidenciado que si son abordadas desde lo espiritual mejoran los resultados en la adherencia a tratamiento y disminuye la sintomatología asociada a las patologías e incluso se reduce la tasa de suicidio. Agrega que "en grupos de adulto mayores que tienen prácticas espirituales o religiosas, se ha visto un aumento en la sobrevida de hasta 7 años -sobre el promedio- en enfermedades como las cardiovasculares. Y los impactos en la calidad de vida de integrar la dimensión espiritual en el tratamiento son positivos en diversas otras patologías, como el VIH, en enfermedades renales y en las crónicas".

Desde lo expuesto, Bárbara Sepúlveda, trabajadora social y miembro del Programa de Salud y Medicina Familiar de la UdeC, plantea que lo que explica los mejores resultados en salud tiene que ver con que al considerar la dimensión espiritual del paciente en el tratamiento de su enfermedad, cuando se les pregunta cómo están o qué necesitan se sienten más reconfortados y valorados, lo que les da un sentido de vida distinto que se traduce en que "siguen mejor sus tratamientos y se pueden recuperar más fácil, o asumen la enfermedad de manera más positiva -principalmente en momentos más críticos-", apunta, destacando que no es menos importante el hecho de que "hay quienes mueren en mayor tranquilidad".

CONOCER Y

ACOMPAÑAR

Desde lo expuesto, Sepúlveda afirma que la dimensión espiritual integrada a los modelos de atención se debe incorporar desde una perspectiva de acompañamiento; tarea que afirma que con cariño y dedicación han hecho por largos años los voluntarios dentro de los recintos hospitalarios, como los más de 600 del Hospital Regional de Concepción, pero reconoce que falta que estén integrados a los equipos de salud y, sobre todo, que ellos asuman esta responsabilidad como un paso trascendental para atender una de las grandes demandas: humanizar la atención en salud en un contexto donde dice que "las personas reclaman más empatía y comprensión de su estado de enfermedad".

Asumir lo anterior también llevará a ponerle mayor seriedad y capacitación para que el acompañamiento espiritual sea el mejor.

En este desafío, la trabajadora social cree fundamental, primero, desmitificar a lo espiritual como sinónimo de religioso, concepción que muchos le dan y aunque puede vivirse desde una religión, no es así en todos los casos y puede transformarse en una barrera. "Como la espiritualidad tiene que ver con la conexión que le da sentido a la vida de una persona y eso puede ser una religión, éstas a veces también pueden ser muy abasalladoras, en tanto los dogmas pueden limitar o sumar culpa a situaciones de vida", afirma, y en otros casos son opuestos a las creencias o convicciones de quien se tiene al frente.

Por ello, Sepúlveda recalca que para hacer un acompañamiento espiritual es primordial conocer al paciente y saber qué necesita, por lo que habilidades esenciales son la escucha activa y apertura. "Me despojo totalmente de lo que soy y creo, no impongo nada, y estoy abierto a lo que eres, crees, sientes y necesitas. Así puedo facilitar el proceso, acompañar y atender, porque puede que como paciente necesites que te lea un cuento, tener una planta en el velador o ver a algún familiar", detalla, sin dejar de mencionar que aclarar dudas o dar contención en momentos de temor o desconfianza son también relevantes en el acompañamiento.