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Nueva "Toy story" y cintas sobre animales nutren la cartelera

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La cartelera de cine familiar se nutrirá el próximo 20 de junio con la esperada cuarta parte de "Toy story", caballito de batalla y punta de lanza de los estudios Pixar/Disney. A esto se sumará el 4 de julio la segunda parte de "La vida secreta de tus mascotas 2", carta de los estudios francoamericanos Illuminacion, la misma factoría de "Sing", "Minions" y "Mi villano favorito". A estos éxitos los acompañarán la cinta francesa "Mi mascota es un león" y, desde Rusia, "Un panda en apuros".

TOY STORY

En 1995 los estudios Pixar nacían de la mano de "Toy Story", primer largometraje animado en ser creado enteramente bajo computación gráfica. A casi 25 años de aquello, actualmente la animación por computación es una industria millonaria. La película "Toy story" ya tiene tres secuelas, todas ellas exitosas comercialmente, y está pronta a estrenarse una cuarta.

Los personajes son parte del recuerdo infantil de muchas generaciones. En esta su última reencarnación, la pandilla del sheriff Woody (Tom Hanks) vuelve a las andanzas, esta vez para rescatar a un particular juguete de la pequeña a la que pertenecen. Cabe recordar que Andy, el niño dueño de los juguetes creció y se los regaló a la niña Bonnie (Madeline McGraw).

La pequeña construyó un juguete a partir de un tenedor al que llama Forky (Tony Hale), un personaje que se resiste a ser un juguete y huye, desencadenando la búsqueda de Woody y sus amigos.

En la aventura se encuentran con una casa de antigüedades comandada por una siniestra muñeca de los años 50, secundada por un muñeco de ventrílocuo y el motociclista canadiense Duke Caboom, a quien Keanu Reeves presta su voz. El astronauta Buzz Lightyear (Tim Allen) no puede faltar, así como el dinosaurio Rex (Wallace Shawn) y la pastora Bo Peep (Annie Potts), quien en esta secuela tiene un rol fundamental que no se le había entregado.

EL LADO B

Bajo la premisa de que las mascotas tienen una vida que pasa inadvertida frente a sus dueños, y que tienen las mismas ilusiones y miedos que los humanos, Chris Renaud en 2016 estrenó "La vida secreta de tus mascotas". La trama se enfoca un terrier llamado Max, interpretado por el comediante Louis C. K., y que en esta nueva película fue reemplazado por el también comediante Patton Oswalt.

En la primera entrega se muestra el apacible transcurrir de Max, vive junto a su joven ama Katie (Ellie Kemper) en un pequeño departamento en Manhattan. Todo bien entre ambos hasta la llegada de Duke (Eric Stonestreet), un gran perro que Katie recogió y que termina por ser su amigo, luego de perderse ambos en la ciudad, no sin antes conocer a una amplia galería de mascotas del vecindario.

Estos personajes, y otros, vuelven en ésta parte, que muestra cómo el paso de los años trajo matrimonio y maternidad a Katie, escenario al que Max debe amoldarse.

La cinta se divide en tres segmentos: el primero centrado en Max: viaja fuera de la ciudad a una granja donde conoce a un perro ovejero, Rooster (Harrison Ford). La segunda historia involucra a Gidget (Jenny Slate). Se infiltra en el departamento de la señora de los gatos tras un juguete perdido. Finalmente, el conejo Snowball (Kevin Hart) alardea de súper poderes que lo llevan a salvar a un tigre albino víctima de un delincuente.

Pregunta: ¿quién quiere vivir en "La alta torre"?

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Hay una cuestión que no deja de ser interesante en "La alta torre" (Taller del Libro, 2018), novela de Óscar Sanzana, que se interna por una época en tonos post apocalípticos, de soledades interiores y exteriores, para contar un trozo de carácter fotográfico de la vida de Octavio Careaga. Lo asumimos en un presente, instalado en un vacío, como una estrella musical en olvido. Por ahí quedan recuerdos de algún hit aislado, sin embargo, el tiempo -ese concepto que Sanzana utiliza de una forma borgeana- lo ha sepultado en su propio olvido.

Como dueño de este pasado, Careaga se instala en un departamento en un edificio donde, literalmente, penan las almas. Es decir, sólo vive él y algunos "más".

En esa otredad, conoce a la "Hija del Sol", una joven de misterioso aura y que el lector -descubre- es hija de unos torturadores de la CNI. Otra vez el pasado, que se hace presente en esta mujer, también en el marco de un vacío, que ella se permite colmar a través de la fila de invitados que llegan a su departamento. El sexo, aparentemente liberador, hace que esta "hija" transite por días que Sanzana pinta oscuros, tenues y tristes.

DEAMBULAR EN EL VACÍO

Desarrollando un texto que también se topa con el decir de personajes "kafkianos" que siempre están "al borde", el autor instala su trama en un Concepción desolado, yermo y que aparentemente está transitando por su propia extinción. Es ahí donde emerge aquel postulado apocalíptico, de tiempos finales, donde estar en el precipicio es tónica diaria.

Sanzana escribe con ritmo, desarrolla personajes que, aún cuando tienden a quedarse en el plano del trayecto/físico, sin ahondar totalmente en los tonos psicológicos, aparecen como seres humanos de tiempos mejores. Es lo que sentimos frente a Lizardo, un personaje víctima de su propia pesadilla y que deambula por una humanidad perdida. A la manera del Paul Auster de "El país de las últimas cosas" (1987), la trama de Sanzana se construye desde el deambular de personajes que buscan algo mejor sin encontrarlo. Un detalle representado en el personaje de "Barbas", suerte de anverso de novela negra de ciencia ficción, que hace del cruce de géneros y diálogos una forma para acercarse a cierta atmósfera penquista.