Equipo UdeC innova en tecnología que convierte en potable el agua del mar
El acceso a fuentes de agua potable y segura para el consumo es un derecho humano establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas, ya que se considera fundamental para el bienestar integral de la población. Pese a esto, que se ha avanzado y cueste creer, en pleno siglo XXI en el mundo todavía son millones las personas que no tienen acceso y un gran porcentaje, incluyendo miles de niños, mueren víctimas de enfermedades provocadas por esta carencia.
Razones para explicar lo anterior hay varias. Algunas tienen que ver con el evidente rezago que sufren algunas zonas o porque la disponibilidad del recurso hídrico ha ido disminuyendo, por ejemplo, hasta en un 37% en algunas regiones de Chile, existiendo comunidades severamente afectadas por la escasez y donde la proyección no es muy positiva. Esto, la mala gestión del agua fenómenos, entre otros aspectos, se deben añadir fenómenos como sequías, que como efecto del cambio global se han exacerbado y podrían darse más seguido o con mayor intensidad, y disminución de precipitaciones en algunas regiones y una merma en las reservas de agua dulce del planeta.
Justamente, según el ingeniero civil químico Rodrigo Bórquez, han sido fuentes de agua dulce las que tradicionalmente se ocupan para abastecer de agua potable a la población, pero la realidad hace urgente pensar en soluciones que permitan enfrentar la escasez que existe o prepararse para el futuro.
PLANTA EN PUNTA LAVAPIÉ
Y la desalinización de agua salobre como la de mar es una opción completamente viable; de hecho es una de las vías en que se abastece parte del norte chileno, asevera el experto, que es director de I+D+i de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Concepción, donde es profesor titular del Departamento de Ingeniería Química. Y desde hace un tiempo es también una fuente para habitantes de Punta Lavapié en la comuna de Arauco, gracias a una planta de desalinización que funciona en base a una metodología de nanofiltración que desarrolló el experto como resultado de una línea de investigación y proyectos ejecutados desde hace casi una década.
Cuenta que la planta entrega cerca de 1.500 litros de agua por hora, respecto a lo que aclara que no es el abastecimiento completo de las familias, sino que un complemento, pero que sin dudas se traduce en un importante beneficio en una zona donde la carencia de agua era una realidad, sobre tras el terremoto del 27 de febrero de 2010, tal como sucedió en muchas localidades de las regiones afectadas y que fue el problema que Bórquez se motivó a solucionar mediante la innovación en los procesos de desalinización de agua de mar.
UNA ALTERNATIVA
Bórquez se motivó en estudiar la tecnología de membranas usada en el tratamiento de aguas, que convencionalmente es de osmosis inversa. Con sus estudios y proyectos desarrolló la nanofiltración en dos etapas para desalinizar agua.
Para entender las diferencias, Bórquez explica que la osmosis usa membranas completamente densas. "Transforma el agua salada en una destilada y para hacerla potable requiere una remineralización. Además, para operar requiere bombas a una presión muy alta, a 63 o 65 veces la presión atmosférica", apunta.
La nanofiltración también usa membranas, pero aclara que se distinguen porque tienen una porosidad, lo que permite que pasen ciertas sales minerales pequeñas y cuenta que "a una presión baja, en una primera etapa podemos alcanzar un agua que no es completamente potable, y aunque no es para consumo humano puede usarse para cualquier otro fin como bañarse, lavar o el riego", precisando que en esta fase no cumple supera límites de cloruro de sodio que establece la norma.
Pero, añade que "esa agua puede pasar a una segunda etapa de nanofiltración que la deja potable", lo que hace que Bórquez destaque que mediante este sistema es posible remineralizar con las mismas sales del agua de mar y no se requieren obtener de otras fuentes a diferencia de la osmosis inversa. Otra ventaja es que al operar a menor presión también implica un menor gasto de energía eléctrica, que es necesaria para que funcionen las bombas.
No deja de mencionar que el desarrollo también se traduce en flexibilidad, pues las plantas son modulares, lo que permite que puedan trasladarse a distintos sitios. Lo relevante, si bien la planta de Punta Lavapié fue entregada y le pertenece a esa comunidad, es que la metodología patentada por el investigador existe y disponer de ésta es una opción real y podría ser de gran ayuda en un futuro donde se dificulte el acceso al agua, como una situación de emergencia y opina que es necesario que a nivel país se cuente con este tipo de contenedores que permitan tratamiento de agua para atender una necesidad.
DESAFÍOS
Satisfecho con los resultados, Rodrigo Bórquez sí asegura que hay varios desafíos por delante. Pensando en sus proyectos, el particular es mejorar el sistema, que sea más eficiente y sustentable, y dice que una de las ideas que quiere desarrollar es un sistema de acoplado a energías renovables, como celdas fotovoltaicas o generadores eólicos. "Así, el costo de la operación sería mínimo", apunta.
Agrega que otro reto, tanto para él que se ha especializado e involucrado cada vez más en tecnologías de tratamiento de aguas, pero sobre todo para el país, tiene que ver con educar a la población para que acepte el uso de agua de mar o salobre para transformarla en potable. Esto, debido a que todavía hay gente incrédula, temerosa y reticente a considerarla como una opción segura y real, pero que es probable que en el futuro sea cada vez más común de requerir. Por ello, también espera poder trabajar en alguna iniciativa que apunte a la educación y capacitación de las comunidades, especialmente en las que estén más cercanas a tener que utilizar estas fuentes hídricas, finaliza.