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Estos "escombros" detonan nuestros propios recuerdos

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Stella Adler (1901-1992), actriz con una reconocida carrera en Broadway, cumplió un rol importante en la formación de actores como Marlon Brando allá por los años 50. Más allá del dato, ella planteaba que no se actuaba con las palabras, sino que con el alma.

Sus dichos sintonizan con "Amanecerá con escombros sobre el suelo", obra inserta en el llamado teatro biográfico-documental, que se está presentando como parte de una temporada de tres semanas, en la Sala de Cámara del Teatro Biobío, produtores (funciones de jueves a sábado, a las 20 horas).

Asumiendo que lo teatral es "vivo" y que se ajusta mejor en cada nuevo pase, los dichos de la Adler expresan una cuestión que es clave en las tablas: "el actor" literalmente deja el "alma" en el escenario.

Se siente frente a este montaje construido desde el conocimiento y las relaciones, a partir de los recuerdos y momentos de cinco "personajes" de carne y hueso que vivieron y sufrieron las consecuencias del 27/F.

EL PRESENTE PASADO

Pilar Ronderos e Ítalo Gallardo, al frente de la compañía La Laura Palmer, especializada en este tipo de propuestas hace una década, son quienes descubrieron, hacen que descubramos y nos emocionemos, frente al relato de los protagonistas.

Finalmente, son uno solo, detonando los propios recuerdos del público/testigo, como "actores" de un hecho dramático y de trascendentes consecuencias.

Susana Badilla, Alicia Escudero, Guillermo Meneses, Cecilia Parada y Juan Pablo Aguilera van contando y, a su vez, desnudándose en escena desde hechos que les ocurrieron hace casi 10 años. Lo hacen desde la sinceridad de un texto vivo, colmado de anécdotas y dolores, que en su conjunto se tornan en un drama de situaciones teatrales cuyas consecuencias quedaron ahí, marcando a cada uno.

De ahí que la "actuación" se transforma en un "quien eres" desde la franqueza, trayendo al presente momentos que contienen sus pasados. En ello, los directores juegan un rol clave para que los textos, las historias individuales, lo actoral y la música se crucen en una trama de 90 minutos, que golpea fuerte. Además, cancela una deuda artística (local), que ayuda a sobrevivir, como a construir una huella de emociones pasadas que se instalan con propiedad en el presente.