11 de abril: Día Mundial del Parkinson
La enfermedad de Parkinson en una patología crónica y progresiva que afecta el sistema nervioso y de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) corresponde a la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente del mundo, siendo superada únicamente por el Alzheimer.
La enfermedad se inicia generalmente en personas mayores de 50 años, aunque puede presentarse en personas de menor edad. La causa es desconocida y clínicamente puede caracterizarse por lentitud en la realización de movimientos voluntarios (Bradicinesia), rigidez muscular, temblor en reposo e inestabilidad postural. Sin embargo, pueden existir síntomas previos tales como: disminución del sentido del olfato (Anosmia), alteraciones del sueño y disminución de la intensidad de la voz.
Durante el transcurso de la enfermedad las personas pueden presentar dificultades de la marcha y equilibrio, alteraciones de la alimentación y cognición, lo cual repercute directamente en su calidad de vida y autonomía.
En la actualidad no existe cura para la enfermedad, sin embargo, hay tratamientos farmacológicos dirigidos a disminuir sus efectos. Complementario éste, se recomienda el acceso a tratamiento no farmacológico, el cual está dirigido a potenciar la capacidad funcional de los usuarios, favoreciendo su rol activo en la sociedad. Éste debe realizarse por un equipo multidisciplinario generalmente compuesto por Fonoaudiólogos, Kinesiólogos y Terapeutas Ocupacionales para el abordaje de la enfermedad en las distintas etapas.
Respecto al rol del fonoaudiólogo en el abordaje, la intervención está enfocada en los trastornos de la comunicación y alimentación. Desde el punto de vista comunicativo, los usuarios presentan en su mayoría trastornos del habla (70-80%), determinado por la presencia de disartria caracterizada por evidenciar dificultades en la articulación, una voz monótona y de baja intensidad, lo cual potencialmente podría afectar su interacción social y generar aislamiento.
Adicionalmente es posible que esta alteración coexista con dificultades cognitivas, evidenciando problemas de memoria, alteraciones de la función ejecutiva (relacionada con la capacidad de resolver problemas, crear estrategias y flexibilidad mental) y alteraciones en la atención. Lo anterior podría afectar la independencia y autonomía de los usuarios, quienes podrían manifestar inconvenientes en actividades de la vida diaria como: preparar la comida, manejo del dinero, recordar nombres de personas cercanas u objetos, ingesta de medicamentos, entre otras.
Sobre las alteraciones de la alimentación, producto de la enfermedad las personas pueden cursar con disfagia, lo que corresponde a dificultades para ingerir alimentos y pueden tener graves consecuencias como riesgo de aspiración (paso de alimento a vía aérea), neumonía aspirativa, malnutrición y deshidratación.
En nuestro país estos tratamientos se encuentran cubiertos por el plan de Garantías Explícitas en salud (GES), el cual busca implementar un modelo de atención integral en salud familiar y comunitaria, bajo una mirada biopsicosocial que aborda la integridad de la persona y su entorno social y familiar, potenciando su inclusión y participación en la comunidad.
fonoaudióloga,
coordinadora Área Adultos, UST