Luthier aymara rescata valor de su cultura instrumental en Feria del Arte
Una técnica especialmente única y que ha trascendido por más de cinco mil años, desde los valles altiplánicos de Bolivia hacia el mundo. Todo gracias a la responsabilidad y sabiduría que cayó en las manos del luthier aymara, Nicasio Quispe (72). Más conocido como "Walata", es el nombre con el que firma y pone en valor los instrumentos nativos provenientes de esta milenaria comunidad.
El constructor especialista en vientos, tales como la quena o zampoña, y de cuerdas, como el charango, está al frente de un stand, junto a sus dos hijos, en la 55ª Feria Internacional de Arte Popular, en la Plaza Bicentenario.
De niño recuerda haber pasado días completos planteándose el origen de los sonidos, y escuchando las historias de sus ancestros, quienes le transmitían plenamente el exquisito conocimiento de sus raíces.
"Mis abuelos siempre me decían lo mucho que nos explotaron los conquistadores, y luego los patrones (...) De ahí viene el sonido de la quena, nos quejábamos mediante sus tonalidades tristes", señaló el artesano instrumental.
A sus cortos 13 años partió con su oficio. Las primeras creaciones de sonidos autóctonos que realizó fueron en miniatura. Aquellas piezas las presentó en la feria de "Alasitas" ("cómprame", en lengua aymara) en la ciudad de La Paz, Bolivia.
"Fui aprendiendo de la historias cómo se hacían antiguamente, utilizando barro cocido, huesos de cóndor o humanos incluso", relató Quispe, respecto del origen de los materiales con que se construían los instrumentos.
Con toda esa información, a los 24 años formó una cooperativa de instrumentos en su comunidad, Walata Grande, compuesta por alrededor de 500 nativos en la provincia de Omasuyos, del país altiplánico. "La idea era exportar a todo el mundo nuestro trabajo, y así se cumplió el sueño", explicó con notorio orgullo este productor de instrumentos mayoritariamente de bambú nativo.
"WALATA" POR EL MUNDO
"Con estos instrumentos viajé mucho, conocí Europa, Estados Unidos, Centroamérica y Latinoamérica. Mis creaciones me han llevado a todas partes, y así las he extendido por el mundo", relató, contando que el escenario actual de ferias artesanales está en baja.
"Antes viajaba tres a cuatro veces al año por Argentina, Puerto Rico, Colombia o Brasil, pero todo cambió, los tiempos son muy malos y las ferias van muriendo", confesó el escultor de madera, que hace 32 años asiste a la tradicional fecha en Concepción.
Concebir un instrumento es un trabajo que Quispe realiza prolíficamente, donde también destaca el ingenio y la innovación.
"En 1963 agregué un orificio más a la quena, porque la que habían inventado mis ancestros era pentatonica, y ahí la hice de nota completa", explicó el también músico.
IDEAS ÚNICAS
Otra de sus particulares apuestas derivó en el Saxo Andino, instrumento que generó imitando el saxofón original, el cual consigue sonidos graves muy idénticos a su par de bronce.
"Cuando se habla de instrumentos profesionales el trabajo es más demoroso, por ejemplo, sacar la tercera octava en una quena, no es nada fácil. Podemos tardar unas cinco a seis horas, para que cumpla con este nivel profesional", sostuvo.
En su carrera ha conocido a muchas bandas y músicos exponentes del estilo, teniendo una especial relación con intérpretes nacionales. "Conocí a Illapu hace 32 años, cuando eran muy jóvenes en una feria en Iquique. Me compraron instrumentos y les dije que serían grandes artistas, me alegré mucho al verlos luego en la televisión", contó el luthier, además de enumerar en su nómina a Inti Illimani, Los Jaivas y Quilapayún.
Nicacio Quispe ha puesto en alto el nombre de la cultura aymara en compañía de sus instrumentos. "La música no tiene fronteras, porque está en todas partes", concluyó, quien cuenta con instrumentos que fluctúan en valores entre los dos y 65 mil pesos.
Últimos días de feria
Nicasio Quispe estará vendiendo sus instrumentos con valores desde los 2 mil a 65 mil pesos, hasta este domingo en el Parque Bicentenario.